CAPÍTULO XI

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(+18)

La llegada de la primavera se presentó con la masiva aparición de muchas flores de colores y el comportamiento meloso de muchos animales.

Hermosa temporada donde el sol cubrió todas las praderas, y muchos animales que dormían en el invierno despertaban de aquel largo sueño.

Y con ello llegaba aquella temporada tan esperada por muchos, la época donde muchos se reproducían para mantener su especie.

No era sorpresa que esta época fuera muy esperada por los werehogs; era la única época en todo el año donde podían tener a su camada de cachorros.

Cachorros que cuidarían hasta la mayoría de edad, y que luego irían en busca de su propia manada.

La omega de tan solo pensar en cachorros se estremecía; era cierto que pronto entraría en celo y sería controlada por sus instintos primitivos, pero jamás se imaginó que formaría su manada con su alfa.

"Su alfa" sonaba tan bien para ella; realmente era un alfa increíble y fuerte. Se preguntaba cómo serían sus cachorros, tendrían algo de ella o serían iguales a su alfa.

Sin darse cuenta, la omega había entrado en celo; soltaba muchas feromonas, que era muy llamativo para un alfa. Se acercó al lugar donde dormía el alfa azulado para restregarse en ahí, esperando a su llegada...

El azulado había salido desde muy temprano a vigilar sus tierras. No podía permitir que ningún otro alfa se acercara a ellos. Cuando por fin recorrió todo el lugar sin tener señales de otros individuos, decidió regresar a su hogar.

Cuando estaba cerca olió aquel dulce olor; era tan adictivo que sintió sus colmillos picar mientras que su lobo se desesperaba por aparearse.

Sabía que su Omega había entrado en celo; su olor lo invitaba a aparearse con ella, y no iba a perder la oportunidad más. Cuando pasó por mucho, solo para tenerla a ella.

Se encaminó hacia su hogar, olfateando cada vez más fuerte ese dulce olor que tanto lo llamaba, que sacaba su lado más primitivo.

La omega percibió aquel olor tan llamativo para ella; era que su alfa estaba de regreso. Al voltear a verlo sin pensarlo, se acercó a recibirlo.

Comenzó a restregarse contra el gran cuerpo del alfa demostrando la necesidad que tenía por él. Le daba pequeñas lamidas en su hocico esperando que este le respondiera.

Pero solo podía sentir como aquellos grandes colmillos paseaban por su cuello y como se frotaba contra el miembro del alfa que cada vez crecía más por la excitación de las feromonas.

Se separó del macho para inclinarse en el suelo, dando paso al alfa para que pueda aparearse con él. Al ver la sumisión de la hembra, el azulado no dudó en acercarse y posicionarse detrás de esta; su miembro ya estaba todo hinchado y latente por entrar dentro de la omega.

Comenzó a frotar su nariz en la glándula de feromonas de su compañera; era tan adictivo el olor para el que deseaba más de ello.

La omega se posicionó en el suelo esperando a su alfa; este se montó encima de ella para luego meter su miembro dentro de la omega.

Esta soltó gemidos al sentir como aquel gran miembro de su alfa se acoplaba con facilidad en su interior. Este se acomodó encima de la omega para luego comenzar con vaivenes leves.

La excitación comenzó a apoderarse de ambos individuos; el macho alfa sentía como el interior de su compañera era caliente y como apretaba su miembro; esto lo motivo a aumentar sus embestidas haciéndolos más bruscos y salvajes; su único objetivo era hacer que su miembro carnoso llegara al útero de la omega para fertilizarla.

La hembra se sentía en el cielo; las embestidas de su alfa la volvía loca; en su mente se preguntaba él ¿por qué se había perdido de todo esto hace tiempo? Estaba segura que había escogido bien a su alfa; aparte de ser atento y cariñoso, también era un buen macho para aparearse. Sabía que iba a disfrutarlo mucho los días de celo que aún le faltaban.

Las embestidas del alfa se volvieron más rápidas, hasta que la omega sintió cómo el azulado se corría en su interior llenándola de abundante semen. Soltó un fuerte gemido al sentir como algo crecía en su interior; era el nudo del alfa que estaba creciendo para asegurarse que el semen del macho se quedara en el útero de esta, aumentando las posibilidades de aparearse.

La rosada se acomodó en el suelo, dejando que su acompañante también se acomodara a su lado; aún seguían unidos por el nudo del macho. Pero solo era cuestión de que éste bajara para que el alfa siguiera en su intento de llenar de mucho semen dentro de la rosada, asegurándose de que esta quedara preñada.

Y con esto sería el inicio de la creación de su nueva manada.

CONTINUARÁ.....

SONAMY : LOBOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora