─ chapter twelve

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VEINTIDOS DE NOVIEMBRE, el día había llegado. Finalmente había llegado el día del debut de la Selección argentina, frente a Arabia Saudita, y Sol no había dormido un carajo. Los nervios la consumían por completo, no había podido dormir bien y ni siquiera había querido almorzar demasiado porque sentía que en cualquier momento podría vomitar de los nervios que estaba sintiendo. Todos le decían que se tranquilizara, que era un partido sencillo y que todo saldría bien, pero por algún motivo la menor de los Agüero no podía terminar de creer en eso, había algo que le decía que las cosas podían salir mal.

— ¿Te sentís mejor, Sol? —el Kun se acercó a ella, rodeándola con su brazo por los hombros mientras caminaban los pocos metros que quedaban para ingresar al Estadio Lusail que sería el lugar donde todo daría inicio para Argentina.

— Siento que en cualquier segundo vomito, no entiendo por qué estoy tan nerviosa. —farfulló la chica pasando una mano por su rostro, teniendo cuidado de no correr la bandera que Sofía le había pintado en la mejilla.

— Tranqui Sol, tengamos fe de que todo va a salir bien, y sino bueno, tenemos dos partidos más para recuperarnos.

La chica asintió sabiendo que su hermano tenía razón, pero eso no hacía que sus nervios y preocupación disminuyeran. Los tres Agüero junto a la pareja del Kun ingresaron en el estadio mostrando las entradas para luego dirigirse hacia el palco donde ya se encontraba la familia de Lionel Messi. Sol había hablado previamente con Valentina y Camila, y las chicas al menos este partido lo verían junto a las familias de los chicos, por lo que no estarían en el palco junto a ella.

Al ver a Sol, los tres hijos de Lionel y Antonella corrieron hacia ella, abrazando con fuerza sus piernas. De forma instantánea una sonrisa apareció en los labios de Sol y los nervios y el malestar disminuyeron, aunque no habían desaparecido por completo. La joven observó como Ciro levantaba sus brazos, como pidiéndole que lo alzara, por lo que dejó su mochila a un lado alzando al nene en sus brazos para acercarse junto a Mateo y Thiago a donde los demás estaban ya charlando. Con entusiasmo Sol saludó a Antonella y a la familia de Lionel que siempre la recibía con calidez, como una más de ellos, como habían hecho siempre con el Kun.

Faltaban solo unos minutos para que el partido comenzara, los jugadores ya habían realizado la entrada en calor y habían regresado a los vestuarios para ponerse el conjunto titular. El estadio estaba repleto de hinchas, sobre todo de aquellos que portaban la albiceleste, aunque no se escuchaba demasiado quilombo como Sol habría esperado para un partido de Argentina.

— ¿Por qué parece que la hinchada está apagada? Casi ni cantan. —indagó mirando a su hermano, aún con Ciro en sus brazos.

— Debe ser que muchos son de otros países y vinieron para ver a Lio, seguramente la mitad no sean argentinos y de los argentinos que hay dudo mucho que todos estén cantando.

— Che tía, ¿no habías usado la camiseta de papá en uno de los amistosos? —la chica bajó la mirada hacia su pecho donde aparecía el número que el Kun había utilizado en la Copa América, abriendo sus ojos con sorpresa.

— La con... —al ver la mirada de Ciro hacia ella, que todavía estaba en sus brazos Sol se calló de golpe antes de que pudiera soltar toda la puteada— No me acordé que ya la había usado, soy una pelotuda dios. —se quejó la chica completamente frustrada.

— Sacátela. —le dijo su sobrino— Sacate eso que nos vas a mufar tía, sacateeee. —jodió tirando de la manga de Sol robándole una risa a los demás y a los nenes, sobre todo a Ciro que se balanceaba en los brazos de Sol.

— ¿Cómo queres que me la saque? No tengo otra cosa para ponerme Benja, y tampoco me voy a poner en bolas. —una carcajada escapó de los labios de Antonella al escuchar eso.

DAYLIGHT | julián álvarezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora