─ chapter twenty

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DESDE EL PARTIDO CONTRA CROACIA, Julián y Sol no habían encontrado ni un momento para poder hablar a solas después de todo lo que había pasado, porque tenían en claro que los dos tenían una charla pendiente. Pero entre los exhaustivos entrenamientos de Julián con la Selección para la final contra Francia que eran cada vez más extensos, el trabajo que tenía Sol ayudando a su equipo a editar y grabar, las salidas que Sol tenía organizadas con las chicas o los hermanos de Julián y su cuñada, y los pedidos del Kun para que la acompañara en sus streams y de Benja para hacer compras de ultimo momento, les había resultado imposible poder hablar con tranquilidad más allá de saludarse o tomar unos mates con los demás jugadores que encima parecían no querer despegarse de Sol o Julián.

Ya era dieciocho de diciembre, lo que significa que en tan solo unas horas se llevaría a cabo la final del mundo frente a Francia, el vigente campeón del mundo. Sol acababa de bajar del auto que había alquilado el Kun, su hermano la había invitado a cenar junto a Benjamín y Sofía en un conocido restaurante de Qatar y Sol sabía que no podía decirle que no, así que a pesar de estar que se caía del sueño y el cansancio la chica aceptó. Cuando llegó a la Universidad eran alrededor de la una y media de la mañana, y por las luces apagadas en todo el complejo estaba claro que ya todos se encontraban durmiendo.

Sol ingresó al hall principal, donde estaban los sillones y la televisión, notando que esta estaba encendida. La chica frunció el ceño confundida acercándose al sillón, su corazón derritiéndose al ver que se trataba de Julián completamente dormido.

— Juli... Julián... —murmuró la chica acercándose al cordobés y tocando su hombro para despertarlo, hasta que finalmente sus ojos se abrieron con lentitud, pestañando numerosas veces para adaptarse a la luz de la televisión— ¿Qué haces acá Juli? Tendrías que estar descansando en tu cama, no acá todo incómodo.

— Te estaba esperando y se ve que me quedé dormido. —murmuró Julián con su voz más ronca debido a que recién se despertaba— Desde el partido que quiero hablar con vos y nunca tenemos la oportunidad porque siempre hay alguien rompiendo las bolas. —se quejó como un nene chiquito, robándole una risita a Sol.

— ¿Los chicos están durmiendo? —cuando Julián asintió, ella continuó hablando— Bueno, hablemos ahora entonces, no creo que se despierten para romper las bolas ahora. —dijo Sol tomando asiento a su lado y dejando la mochila con sus cosas sobre la mesita.

Julián aprovechó para sentarse bien, refregando sus ojos y mirando a la chica. Llevaba días pensando en que quería hablar con ella, tratando de encontrar el momento y practicando como podía iniciar la conversación, pero ahora que la tenía en frente parecía que las palabras se habían borrado de su mente.

— Te veo complicado para arrancar, así que arranco yo. —habló Sol dedicándole una pequeña sonrisa— Sé que ya te agradecí en su momento por las dedicatorias de los goles, pero fue un gesto tan lindo de tu parte que me parece que agradecer una sola vez no alcanza. Posta, gracias por eso, creo que fue una de las cosas más lindas que hicieron por mí en mi vida.

— Te lo merecías Sol, cuando te dije que esos goles llevaban tu nombre era posta, porque fueron gracias a vos.

— ¿Gracias a mí?

— Saber que estabas usando mi camiseta fue el empujón que necesitaba para dejarlo todo ahí adentro, no podía ni quería decepcionarte. —explicó el cordobés, una sonrisa dulce en sus labios— Quería que te sintieras orgullosa de estar usando mi camiseta, de tener mi apellido en tu espalda, de representarme.

Sol lo observó con sus ojos chocolate vivaces, completamente enternecida por lo que él acaba de decirle— Julián, no ibas a decepcionarme. Es un honor que me hayas regalado tu camiseta y que me pidieras que la usara, estoy muy orgullosa de vos y todo lo que venís haciendo, como venís jugando. Y lo iba a estar igual si metías uno, dos, tres o ningún gol, porque siempre dejas todo en esa cancha y sabía que eso en ese partido no iba a cambiar. —Julián no pudo evitar sonreír al escuchar eso, sintiendo como su corazón se aceleraba— Ya que hablamos de la camiseta, cuando... Cuando me diste tu camiseta, dijiste que estabas esperando el momento indicado, ¿por qué decidiste darme tu camiseta en último partido? —la chica lo observó con sus ojos chocolate cargados de curiosidad, sus labios apretados en una delgada línea.

DAYLIGHT | julián álvarezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora