─ chapter twenty six

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EN INGLATERRA HACÍA UN FRÍO DE CAGARSE, pero Sol prefería mil veces eso antes que el calor sofocante que hacía en Argentina en esa época del año. La chica tenía puesto un gorro de lana, un cuellito con corderito por dentro y una campera súper abrigada para tratar de combatir el frío mientras Rafael y Agustín se cagaban de risa de ella porque parecía un bebé de esos videos donde los emponchan a más no poder y después no pueden ni moverse.

— Se supone que en unos minutos sale, así que ya podés ir bajando del auto si querés. —Rafael la observó por el retrovisor, soltando una carcajada al ver como Sol luchaba con la manija del auto gracias a los guantes que tenía puestos.

— ¡No te rías! ¡Ayúdenme! —se quejó Sol, mientras Rafael se bajaba para poder abrirle desde afuera— Es hasta que me acostumbre al frío otra vez, vengo de estar a cuarenta grados bajo la sombra, ya me desacostumbré al clima de acá.

Era siete de enero, hacia tan solo unas horas que Sol había llegado a Inglaterra y que los hermanos de Julián habían ido a buscarla al aeropuerto para llevarla hasta el predio donde los jugadores del City entrenaban para darle una sorpresa al cordobés.

Con cuidado de no resbalar con la capa de nieve que había en el suelo, Sol rodeó la camioneta apoyándose en el costado del acompañante, guardando sus manos en los bolsillos de su campera, mientras Agustín y Rafael permanecían en el interior disfrutando de la calefacción. Cuando vio que comenzaba a salir gente del complejo, la chica aguardó a ver la figura de Julián hasta que finalmente pudo divisar a su novio que salía mientras reía con Phil Foden y Erling Haaland. Como los hermano sabían que Julián no iba a atinar a mirar hacia donde estaban, decidieron tocar la bocina de la camioneta llamando su atención. Confundido, los jugadores que salían alzaron la mirada hacia donde ellos estaban, y los ojos de Julián se abrieron con sorpresa cuando finalmente pudo ver quienes eran.

El chico soltó su bolso a un lado, sin preocuparse demasiado por donde caía, para correr hacia donde estaba la chica de pie junto a la camioneta, atrapándola en un fuerte abrazo que Sol agradeció porque ayudaba a mitigar el frío. Los demás jugadores observaban la escena con curiosidad, mientras que Erling había levantado el bolso que Julián había dejado tirado.

— ¿¡Qué haces acá, amor!?

— Un poco de turismo, me dijeron que este era un buen lugar para conocer, que por ahí tenía la suerte de conocer a alguno de los jugadores del City así que quise darme una vuelta por acá. —dijo Sol riendo cuando Julián la levantó a unos centímetros del piso.

— Pensé que tenias la fecha del vuelo para fin de mes por mi cumpleaños.

Sol sonrió cuando finalmente Julián rompió el abrazo, notando el brillo de emoción en sus ojos que contrastaba con su nariz roja por el frío— Quería darte una sorpresita, me dieron vacaciones y aproveché para venir a pasar tiempo con mi cordobés favorito.

— Pensé que tus cordobeses favoritos éramos nosotros cuña. —los dos observaron a Agustín y Rafael, que habían bajado el vidrio y los observaban con una ceja alzada.

— Te encantaría culiado. —Julián sonrió con suficiencia para volver a abrazar a Sol, sin creer que su novia estaba ahí con él en Inglaterra— Me das mucha ternura así de emponchada, ¿te podés mover Sol? —las palabras de Julián provocaron la risa de sus hermanos.

La chica lo golpeó en el pecho, aunque no le hizo nada porque él también tenía una campera abrigada— No te rías Juli, basta, es hasta que me vuelva a acostumbrar al frío. —Julián sonrió, acercándose para dejar un beso en su nariz, que estaba helada.

— Vení, acompañame a buscar el bolso y de paso saludas a los chicos. —el cordobés entrelazó su mano con la de ella, y con cuidado caminaron hasta donde estaban los demás jugadores observándolos con curiosidad. Sol tenía una sonrisa dulce en sus labios, agitando su mano a modo de saludo hacia los jugadores— Ella es la chica de la que les hablé, algunos ya la conocían, pero para los que no ella es Sol, mi novia. —la presentó con un inglés bastante decente, Sol sonrió orgullosa porque las clases con él estaban funcionando.

DAYLIGHT | julián álvarezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora