─ chapter twenty three

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CUANDO JULIÁN ABRIÓ LOS OJOS, así como los abrió los volvió a cerrar con rapidez, soltando un quejido porque su cabeza parecía estar a punto de explotar y la luz era demasiado molesta, aumentado el dolor.

— Buenos días Juli, te querés dar un corchazo ¿no? —Julián entreabrió sus ojos ligeramente al oír la voz de Sol, en un volumen mucho menor al normal porque Sol sabía el estado en el que él iba a estar y no quería empeorarlo, entrando a la pieza con una bandeja donde había dos tazas de té, un vaso de agua, algunas medialunas y unas pastillas. La chica cerró la puerta con mucho cuidado y se acercó a la cama, dejando la bandeja a un lado para tomar asiento en el borde mientras Julián se movía lentamente para sentarse apoyando su espalda contra el respaldo.

— Siento como si me hubiese pasado un camión por encima. —el chico hizo una mueca cuando notó lo tomada que tenía la voz— Buenos días, Sol. —le dedicó una sonrisa a pesar del dolor de cabeza que estaba sintiendo— ¿Qué hora es? No perdimos el avión, ¿no? —cuestionó preocupado, tratando de levantarse rápido.

Sol negó con una sonrisa— Todavía tenemos tiempo, tenemos que salir de acá a las doce y son las diez y media recién. —la menor de los Agüero se colocó de pie tomando la bandeja para ponerla sobre la cama— Tenemos tiempo para desayunar y para que te pegues una ducha, no sé si te acordas, pero anoche levantaste fiebre por la insolación que te agarraste y probablemente quieras darte una ducha antes de viajar para refrescarte.

Julián asintió— Tengo recuerdos borrosos, pero me acuerdo de verte con un termómetro y dándome unas pastillas para tomar antes de volver a dormirme.

— Sí, sabía que era probable que levantaras fiebre así que cuando mandé a comprar la crema pedí que también trajera antibióticos y también para bajar la fiebre. —Sol le dedicó una sonrisa dulce— Se supone que en unos minutos tenés que volver a tomarlo, y tenés que tener algo en la panza, por eso traje esto para desayunar juntos.

— Sos un sol. —le dijo Julián acercándose a ella, para dejar un beso en su mejilla.

— Probablemente porque es mi nombre. —se encogió de hombros, robándole una risita ronca a Julián.

— En serio lo digo, no tenías la obligación de ayudarme y cuidarme, y aun así lo hiciste.

— Juli, sos mi novio, claramente iba a querer cuidarte y fijarme que estuvieras bien, me preocupo por vos porque te quiero.

El cordobés suspiró, sin dejar de sonreír— Todavía no me acostumbro a eso, me sigue pareciendo irreal que seas mi novia.

Sol negó con una sonrisa, pasándole la taza de té y el platito con las medialunas— Bueno, empezá a acostumbrarte porque ya no hay chance de volver a atrás, ya estás atado a mi y no te pienso largar Juli. —le guiñó un ojo con diversión.

DAYLIGHT | julián álvarezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora