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-¿Cuándo la piensas besar?- Ryujin sonreía emocionada.- Han pasado dos meses desde que comenzaron a verse y lo hacen prácticamente todos los días. 

-No es así de fácil.- La castaña puso sus ojos en blanco.

-Tú eres la que se lo pone difícil. ¿O acaso quieres seguir casada con esa mujer?

-No, definitivamente no. 

-¿Entonces? ¿Qué te detiene? Puedes simplemente demandarla. 

Minjeong había pensando en eso, incluso había visitado a uno de los mejores despachos de abogados de Seúl, pero no podía. Por el cariño y la lealtad que le juró a Giselle el día de su boda. Necesitaba que su esposa fuera la valiente en terminar toda aquella farsa. 

-Estoy pensando en hablar con Giselle una última vez. 

-No te tardes, Minjeong. No sabemos cuánto tiempo tenemos de vida.

Minjeong pensó en eso último y suspiró con tristeza. Su amiga tenía razón, no quería desperdiciar más vida siendo así de infeliz. Estaba enamorada de Jimin. En realidad, nunca había dejado de amarla y no quería desaprovechar aquella segunda oportunidad para amarla una vez más. 

-¿De qué están hablando?- Yeji tomó asiento al lado de la rubia, depositando un beso en su mejilla.

-Nada importante, Minjeong siempre me habla del clima. 

Las cuatro chicas soltaron una risa, mientras Jimin ofrecía una bebida a la castaña.

-Tu favorito.

-Pensé que lo habías olvidado.

-Te dije que nunca podría olvidarte, Minjeongie. 

¿Qué puedo hacer por ti?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora