-¿Qué te parece?- Jimin sonreía feliz, vistiendo una sudadera tres tallas más grande que ella.
-Te ves muy guapa.- contestó Minjeong provocando el sonrojo en aquel par de orejas.
-¿Quieres algo?
-He visto un sombrero en otra parte de la tienda.
-Vamos.- Jimin ofreció su mano y la castaña la tomó sin dudarlo.
Se sentía tan bien. Tan cálido como nunca.
Pasaron toda la tarde viendo tiendas de ropa de todo tipo de estilo, ambas chicas compartían el mismo gusto. Y aunque Minjeong vistió por mucho tiempo tan distinto a lo que alguna vez imaginó, ese día volvía a ser ella. Estaba emocionada.
-¿Crees que esto sea del estilo Californiano?- La castaña dudó un poco al ver su silueta en el espejo.
-¿De qué hablas? Aunque no lo fuera, te ves perfecta.
-¡Unnie! Quiero ir acorde a la ciudad, ¿quieres ayudarme?
-Te prometo que en Los Ángeles no se preocupan por eso. Además no es como que dures tanto tiempo con ropa, siempre termina en el suelo cuando estás conmigo.- Jimin sonrió con un guiño, provocando el sonrojo en la menor.
-Ven acá.
La llevó hasta ella, fundiéndose en un beso. En uno terriblemente tierno y lleno de amor.
Jimin cumplió su promesa todo el tiempo. Volvió muchas ocasiones a Seúl por la castaña, siempre acercándose de alguna forma a su círculo social, pero cada ocasión obtenía las mismas respuestas: Minjeong estaba felizmente casada.
Así que eso le hacía volver a California todo el tiempo, sus madres siempre la esperaban con un abrazo que le animaba a intentarlo una vez más.
Y aquella noche había sido la última vez que decidió intentarlo. Se juró que la olvidaría para siempre, porque simplemente no podría arrebatarle aquella felicidad.
Tomó valentía para acercarse, pero se sorprendió de no haber sido reconocida, aunque no le importaba. Era su última oportunidad. Le mensajeó después de esa noche y no hubo respuesta. Ya estaba, no había más Yu Jimin y Kim Minjeong. Quería empacar sus cosas, vender el departamento y no volver jamás. Pero, entonces, aquella castaña respondió.
Y Jimin intentó, porque estaba enamorada y quería decirlo una última vez.
Jimin fue correspondida.
Y aunque no lo hubiera sido, después de conocer la historia de Minjeong, sabía que se quedaría a su lado hasta que pudiera hacer algo por ella. Para verla feliz una vez más.
Minjeong estaba agradecida, así que simplemente podía preguntarle todo los días a su novia:
-Yu Jimin, ¿qué puedo hacer por ti?
-Amarme el resto de tu vida, Kim Minjeong.
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¿Qué puedo hacer por ti?
FanfictionMinjeong está cansada. Fue feliz. Pero eso terminó. Una historia corta de desamor y segundas oportunidades.