-¿Lamentas haberte ido?
Estuvimos hablando por una hora. No me había percatado del tiempo hasta que Hadashi vino corriendo a verme y me dijo que ya estaba listo para salir.
Me apuré y silencié la llamada durante unos minutos no sin antes avisarle que esperara, cambié mi atuendo al mismo rato que mandaba un mensaje a Shoko advirtiéndole que no dejara su celular a manos de Satoru y alisté lo necesario bajando luego con la familia a recepción a pedir un taxi; continué platicando con él de camino al centro comercial y dentro de éste, mientras Ceci hacía una que otra compra y yo vigilaba a mi hijo en el área de juegos que había al aire libre.
-Si lo pones así, desearía no haberme marchado nunca -dejé de echarle un ojo a Hachi y me enfoqué en el cielo de color lila-. Haibara era...
-Deficiente.
¿Ah?
-No, tarado -le contradije-. Era un buen hechicero, sólo que no uno competente -era lamentable estar enterándome del fallecimiento del compañero de Nanami a un mes después de haber sucedido. Adoraba a ese par de chiquillos, iban juntos de aquí para allá, se sostenían entre ellos, el dúo dinámico idóneo-. No comprendo cómo es que Shoko no me contó sobre su muerte.
-¿Quién iba a saber que eran tan unidos? Apenas y los veíamos a esos dos en los descansos.
Cierto. Además, cuando empezé a interactuar de cerca con ellos, él y Gojo se hallaban lejos por su misión, y mi amiga pasaba horas y horas en el ala médica del instituto.
No imagino el dolor de la pérdida de un compañero, pobre Kento.
-Geto, ¿Nanami se...?
Me detuve a medias, era difícil hacer esa pregunta.
-No, no se culpó a si mismo -pareció entenderme-. Aunque al principio aparentaba hacerlo, me comentó que te prometió protegerlo, con lo torpe que era el niño.
-Qué alivio -me tranquilizé-. Sí, más que torpe era muy tierno, actuaba igual que un cachorrito.
-Ni que sirviera para ser domesticado -soltó cortante.
-Ya. -miré a mi hijo perseguir a un parajito fuera de los límites del lugar recreativo- ¡Hadashi, por ahí no! -lo detuve con mis gritos antes de que doblara la esquina, una maldición de tercer grado se había asomado por ella hace no mucho- ¡Vi a un bicho irse por allá hace rato! -usé la palabra código con él.
No le aterraban esas cosas, desde que las pudo observar no dio signos de temerles o algo por el estilo; sin embargo, el asco que le producía verlas moverse y hablar incoherencias hacía que se mantuviera alejado de ellas, lo que era una bendición para mí, no podría soportar que llore por esas pequeñeces, el corazón me doldría. De todas formas me dedicaba a limpiar de a gratis el barrio y la ruta hacia su preescolar de cualquier "bicho" cada fin de semana.
-¡Tiene muchas energías, eh! -se baciló Suguru- Es igualito a él.
Lo llevé de la mano, regresándolo a los juegos con los demás niños.
-¿Entonces... ya decidiste ser su padrino? -volví a retomar el tema previo al ultimátum de Haibara.
No sé si había hecho lo correcto al contarle acerca de su existencia, sus pensamientos me eran indescifrables ahora; pero eso sí, el secreto que resguardé con cautela se lo compartí porque sabía que no sería capaz de hacernos daño, Suguru me estimaba aún, y esperaba que siguiera así.
-Hmm. Te prometo pensarlo si aceptas ser la madrina de las mellizas.
-Bien.
[...]
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𝑴𝒐𝒕𝒉𝒆𝒓 𝑴𝒐𝒕𝒉𝒆𝒓 | Gojo Satoru
ФанфикшнHanna Suzuki de verdad no esperaba que alguien se fijara en ella por sobre su habilidad maldita. Había pasado toda su corta vida ignorando los halagos y las curiosas miradas de demás hechiceros, le cansaba que fueran tan hipócritas como para olvidar...
