—Nadie quiere jugar conmigo —susurró la pequeña pelinegra. Lo suficientemente fuerte como para que la cuidadora la escuchara, la traía agarrada de la mano e iban camino a su oficina.Hoy había tratado de fugarse del recinto.
—Esa no es una excusa válida, Hanna, no puedes irte fuera de los límites sin un permiso. ¿Y si te pasaba algo? Te pudieron haber raptado —se detuvo un segundo y respiró profundo—. No lo vuelvas a hacer ¿Vale?
La menor asintió con la cabeza baja.
—Lo siento señorita.
La mujer aceptó sus disculpas y dio por terminada la conversación, suspiró diciendo que no cometiera otra locura como esa y la mandó de vuelta a los dormitorios perdonando su comportamiento.
La niña no le había contado la verdadera razón del porqué huyó del edificio pero era mejor así. De todas maneras no le creería en lo absoluto.
Esos ojos, esos malditos ojos sí que eran especiales. Veía criaturas que los demás no veían, justo en su cuarto hoy se había colado una por la manaña, fue lo que colmó su paciencia. Ya no soportaba permanecer aquí ¡Esas cosas eran tan horribles!
Aún recordaba que fue a los cinco años cuando la primera apareció de repente en el patio trasero del orfanato, les dijo a sus "amigos" que corrieran por sus vidas y se apresuró a alejarse unos metros. Estaba tan asustada. Fue lamentable saber que no le creyeron, solo se acercaron riendo y preguntando si hacía eso para jugar a otro juego más divertido, aunque supuso que luego de unos segundos su actitud les convenció porque llamaron a la señora a cargo de ellos con rapidez y la obligaron a averiguar si en verdad había tal criatura, sus rostros reflejaban lo mismo que el de ella, pánico. Ella, paralizada, no se dignaba a moverse dado que la pequeña bestia no paraba de chillar y mantener la mirada fija en su dirección, pegó un grito desgarrador al verla lamer y posarse como si nada en los hombros de los demás niños, quienes empezaban a mostrarse preocupados mientras retrocedían y señalaban los ojos de Hanna ignorando a la criatura sobre ellos. Ella pensaba que estaba loca, no había otra explicación para eso, ¿Acaso no se daban cuenta de aquella no tan diminuta presencia? La cuidadora de ese entonces reaccionó bien a la situación, la acogió entre sus brazos, no tenía idea que le ocurría pero la calmó. "No hay nada allí pequeña, no te hará daño, tranquila." Y por un momento la niña sintió sus pupilas enfriarse, como si se estuviese apagando el calor de un foco, resultó que todos se habían quedado anonadados con el resplandor dorado de sus ojos ¡Literalmente brillaban!
La señora les hizo prometer que jamás saldría a la luz lo sucedido esa tarde. De ahí que nadie se le quiera acercar.
—Oye, rara. Hoy no he recibido postre extra ¿En dónde te metiste?, perdimos el tiempo buscándote por todos lados —Tokayami, el malote del grupo, y sus secuaces eran los que peor la fastidiaban ahora, hasta podían golpearla si no obtenían lo que deseaban de ella.
Fue mala idea escaparme de día.
—Y-yo...
Dió media vuelta y escapó tratando de no pensar en nada, no volvería a dejar que sus ojos resplandecieran como en los otros tantos encuentros con ellos, se negaba a hacerlo.
"¡Monstruo!¡Eres un monstruo Hanna!"
Avanzó hasta el edificio de niñas rodeando el de niños, así los perdería.
Ella podía ver a los monstruos, pero nadie más ¿Eso la convertía también en uno?, nunca lo sabría, sus padres murieron, no le quedaba nadie a quien recurrir en busca de respuestas.
—¡Hey! ¡Buenas tardes! —saludó un ser extraño sacandola de sus pensamientos. Estaba parado delante de la entrada, junto a una elegante dama.
¿Qué se supone que es eso... y porqué carajos habla?
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𝑴𝒐𝒕𝒉𝒆𝒓 𝑴𝒐𝒕𝒉𝒆𝒓 | Gojo Satoru
FanfictionHanna Suzuki de verdad no esperaba que alguien se fijara en ella por sobre su habilidad maldita. Había pasado toda su corta vida ignorando los halagos y las curiosas miradas de demás hechiceros, le cansaba que fueran tan hipócritas como para olvidar...