Capítulo 3

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— ¿Mucho mejor? —preguntó mi hermano, sanando mis heridas. Mamá había clavado sus uñas en casi toda mi cara, sin mencionar las cortadas que tenía en mis manos por los vidrios que estaban tirados en la puerta de mi habitación. Si no fuera por haber puesto mis brazos y la fuerza de Jimin, lo más probable es que no estuviera aquí.

Como deseaba mamá.

— Sí, gracias.

Jimin hacía silencio, solo peinaba mi cabello con sus dedos sin quitar la vista sobre mí. La mayoría del tiempo cuando estaba conmigo sucedía esto: nos quedamos solos en su habitación curando mis heridas o limpiando mis lágrimas. Sé que él detesta esto, yo también lo hago pero, no queremos dejar a mamá.

Aparte, papá desapareció de nuestras vistas. Próximamente de nuestra vida cuando mamá firme el divorcio.

— ¿Quieres dormir conmigo esta noche? —susurró.

Creí que mi corazón se había detenido por solo unos segundos. Tenía años que no compartía una cama con Jimin y el simple hecho de recordar sus brazos rodeándome, diciendo cuanto me amaba... me llenaba de felicidad.

— Sí —balbuceé. Jimin sonrió y se levantó para ir hacia su closet, sacar una camisa, lanzármela y volver conmigo— ¿Y esto?

— Póntela, no quiero que salgas de aquí hasta mañana —se quitó sus zapatos y se hundió en la cama con la sábana—. No voy a ver, tranquila.

Sonreí como una tonta. Quité cada parte de mi ropa y antes de colocarme la camisa de Jimin, la olí como una enferma. Su aroma era exquisito, algo fuera de lo normal para mí... en serio que mi hermano era diferente a cualquier hombre.

Metí mis brazos en las mangas y terminé de vestirme. Jimin no era muy alto pero, su ropa parecía gigante para mi 1.60. Subí un poco la tela y me acurruque en su espalda, así como en los viejos tiempos. Solo que ahora era yo quien lo abrazaba.

— ¿Quieres que apague la lámpara de mi mesa de noche? —negué ante su pregunta— Está bien —se dio la vuelta y agachó su vista para regalarme una sonrisa—. Te amo.

Mi mente dejó de trabajar, sentir que me lo decía desde su corazón me emborrachaba de emoción. Así que lo apreté más a mí, respondiendo lo mismo.

— Yo también te amo, Mochi —dije, mientras caía en los brazos de Morfeo.

A la mañana siguiente Jimin no estaba. Se escuchaba la regadera del pasillo abierta, deduje que era él y me fui a mi habitación con aquella sonrisa que solo él me podía sacar.

Pero no todo era color de rosa. Mamá tocaba mi puerta.

— ¡¿Y mi desayuno?!

— Ahora mismo voy a cocinarlo, mamá —dije asegurando la puerta.

— No me digas así, es desagradable —sus pasos se alejaron de mi puerta y pude respirar.

Dios, ayúdame. Ya no puedo con esto, necesito ayuda, necesito una salvación. Necesito algo que me proteja y me haga olvidar mis problemas.

— ¿Myeon? —llamó a la puerta, mi hermano— Yo ya hice el desayuno, descuida. Puedes arreglarte tranquila, yo te llevo.

— Gracias, Mochi. Bajo en unos minutos —brinqué como una niña a mi armario para tomar mis prendas y así vestirme.

Estaba muy contenta, dormir con Jimin me hizo muy bien. Me puse unos blue jeans altos, un top blanco y unos tacones transparentes de plataforma pequeña. Maquillaje sencillo, cabello suelto, mi mochila y listo.

Bajé y la mirada de Jimin me hizo sentir orgullosa de mi outfit.

— Te ves hermosa.

— Y tú no te quedas atrás, Mochi. Los incontables anillos de tu mano dan un toque fabuloso en el atuendo.

[1] Locked out of The Heaven | Pjm '+18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora