Capítulo 3

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Las alarmas

La habitación se plagó muy rápidamente de un silencio incómodo, claramente él sabía mucho más cosas pero por alguna extraña razón se rehusaba a hablar.

Para eso estábamos mi celular y yo, para sacarle las respuestas.

-Para empezar esa llama que acabas de ver proviene de ti- respondió, mientras acomodaba su corta cabellera oscura. -En pocas palabras eres a lo que nosotros solemos llamar un "portador".

-¿Vino de mí?- cubrí todo lo que pude de mi cuerpo con mis manos. -Espera, ¿de dónde salió?

Él se mantuvo en silencio sin decir ni una sola palabra ante mi estupidez.

-Por más tonto que pueda llegar a sonar acabo de descubrir que eres capaz de manipular un elemento- respondió, luego hizo una breve pausa -así como yo.

-Sí, eso ya lo sabía - dije mientras movía mi celular de lado a lado.

Casi al instante Kai extendió su brazo, un par de llamas de un rojo vívido comenzaron a emerger de las palmas de su manos, la forma en la cuál las brasas surgían de su interior era simplemente fascinante.

Mientras iba cerrando sus dedos armoniosamente iba moldeando algo semejante a una espada. Seguido de esto empezó a juguetear con el filo de la misma alardeando de sus habilidades.

Sin querer ya había dado un paso hacía atrás producto de la incertidumbre de no saber que planes tenía Kai con dicho objeto. -Ok, ¿¡cómo sabes hacer eso!?- pregunté.

-No es muy complicado -contestó, riendo - pero antes necesito que me escuches.

-No amigo, de eso nada- me mofé en un tono femenino. -No tengo nada de lo que conversar con un anciano pervertido.

-Sólo déjame hablar contigo, Dante- suplicó el pelinegro.

-¡No, no, no!- refuté.

-Solo escúchame- recalcó Kai, intentando convencerme como algún tipo infiel pidiéndole perdón a su pareja.

-En todo caso me veré obligado a llamar a la policía y tal vez poner una denuncia en tu contra, ¿quién sabe?- me encogí de hombros.

-¡Está bien, está bien! - respondió, luego dejó salir un gran suspiro como dándose por vencido conmigo. -Te enseñaré como se hace esto pero luego, promete que oirás lo que tengo que decir.

-Sabes como hacer tratos, anciano- sonreí, satisfecho con el resultado. -¡Hecho!

***

Para mi sorpresa eso fue increíblemente más sencillo de lo que imaginé, en cuestión de segundos ya podía moldear alguna especie de arma corto punzante, aunque por alguna extraña razón mis manos habían empezado a ponerse frías.

Por desgracia al poco tiempo la espada que había creado comenzó a desaparecer entre cenizas, esto muy probablemente debido a mi inexperiencia.

-¿Por qué mis manos están frías?, si acabo de sostener una espada literalmente hecha de fuego- pregunté, extrañado.

-Esto es porque el calor corporal de tu cuerpo es usado para crear las armas o usar tu poder en general - respondió como maestro dando cátedra.

-¿Y qué es lo que pasaría si uso más del que debería?, ¿sería más fuerte o algo?- pregunté sin hacer pausa entre cada una de las preguntas. A su vez empecé a frotar mis manos para entrar el calor.

-Usar más poder del necesario irá dejando secuelas negativas en tí. ¿Serás más fuerte?, sí. Pero habrán consecuencias- respondió el conserje.

Por lo visto esto se trataba de algo más serio de lo que pensé en un principio, como conclusión lo mejor será no pasarse de la raya. No me gustaría averiguar qué ocurre si sobrepaso los límites.

Tiny Human Brain   #PGP2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora