Capítulo 1

1.6K 162 67
                                    

Honestamente desde que entraron al campo Guillermo no tenía cabeza para otra cosa que no fuera estar tenso cada que escuchaba los gritos de la afición, sabía que en ese momento no eran abucheos, pero lo sacaban un poco de sus casillas.

Se esforzó pero estaba aturdido, sentía todo su cuerpo hormiguear y una presión extraña en su cabeza.

En el momento en el que le cayó el famoso veinte de que, no solamente habían perdido, si no que cierto delantero estaba riendo y celebrando, sintió una gran frustración, sus piernas flaquearon, haciéndolo caer.

— Memo, párate, vamos a los vestidores, ya acabamos—. Murmuró guardado, consternado por el olor que proveía de su compañero y su mirada perdida.

Al no escuchar algún reclamo o respuesta, lo jaló del brazo, guiándolo, algo preocupado por su estado.

Ya en los vestidores, los cuales estaban impregnados de diferentes aromas, incluso podía apostar que Herrera estaba comenzando su celo. Guillermo estaba sentado en una banca, solamente pensando y repasando cada cosa que pasó en al partido, no por sentirse impotente, estaba repasando los errores que cometió, solamente para tenerlos en cuenta y torturarse un poco.

— Hicimos lo mejor que pudimos. Nos esforzamos todos—. Dijo Guardado desplomándose a un lado del guardameta, dejando una leve palmada en la espalda del mismo.

— No sirvió de mucho esforzarnos si nos dieron unas posiciones y cambios que pareciera hicieron con las pinches nalgas—. Bufó Lozano, viendo su maleta sobre sus piernas, un poco decepcionado.

Guillermo sacó un leve suspiro, como si de una risa se tratase, eso calmo el preocupado corazón de Guardado, pudo respirar tranquilo viendo que su amigo se despejó y comenzó normal como siempre después de un partido. Si hubiera seguido decaído sería difícil animar al resto, después de todo Guillermo era llamado el sol del equipo a donde sea que fuera.

Guillermo diría que no esperaba eso de sus compañeros, pero sería una completa mentira, sabía que, fuera derrota o victoria, la hayan metido o les las hayan metido, habría festejo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Guillermo diría que no esperaba eso de sus compañeros, pero sería una completa mentira, sabía que, fuera derrota o victoria, la hayan metido o les las hayan metido, habría festejo. Cosa que a menudo le hacía cuestionar de la aparente heterosexualidad de todos ahí, por él no había problema, era joto, y con mucha honra. Vergüenza robar le decía su madre.

El ambiente era cálido y familiar, solamente ellos, uno que otro participante del staff y alguna persona más que no reconocía por el alcohol. No tenía resistencia al licor, eso no era novedad para nadie, aguantaba bien la primera hora, pero después, empezaba con sus berrinches.

— Ya me quiero ir—. Murmuró, Moreno lo alcanzó a escuchar, pero no quiso prestarle atención, sabía que Memito se ponía así después de un rato. Ya era un adulto, si quería irse estaba en todo su derecho, aunque supiera que se perdería por su estado actual.

Lozano, Herrera y Vega estaban obligando a Guardado acabar a fondo un vaso que, hasta el otro lado de la mesa, en donde estaba Guillermo, olía a que mañana iba a sentir la cabeza hecha un lio.

Procedió a acostarse en una parte de la mesa, asegurándose de que no molestara la convivencia de sus amigos. Sentía el aroma de todos, Alfas y Omegas, ambos olían bien en ese momento, se sintió cómodo a sabiendas de que estaba con gente que confiaba y que tenían un olor reconfortante. Su manada, al fin y al cabo.

Pasado de un rato sin conciliar el sueño, escuchó una risa que horas antes le había provocado cólera. Volteo al tiempo, viendo del otro lado del local, hasta el fondo, una pequeña parte del equipo albiceleste, centrando su mirada en el hombre más bajito.

Lo miró detenidamente, recorriendo su figura y recordando los rumores que habían de él, por su cabeza pasaron dos cosas; pene grande y omega dominante, ambas cosas le ponían con locura, pero su rabia contra esos jugadores no cesaría prontamente.

— Memito—. Llamó amorosamente Guardado, casi cerrando ambos ojos por el alcohol—. Memito, no hagas mamadas hoy, ¿Sí?— Decidió ignorar a su compañero, sabiendo perfectamente a lo que se refería.

Un rato se la pasó observando cada cosa que hacía, cada cosa que tocaba e incluso cómo se expresaba, diría que cayó duramente ante esos encantos naturales, pero cayó más por el físico del omega ahí presente, tenía que admitirlo.

— Voy al baño, me estoy empezando a marear—.  Escuchó pronunciar a medias al argentino, recibiendo una amigable nalgada de uno de sus amigos mientras se iba.

Vio su oportunidad de oro para acercarse, se paró con rudeza, casi cayéndose por el repentino mareo, cómo le fue posible por su estado, caminó a los baños. Ahí lo vio, mojando su cara mientras le decía al espejo.

— Hola, ¿Qué tal? ¿Cómo te va? — Como pudo caminó a los lavabos, estando lado a él.

— ¿Eh? ¿Quién sos? — Cuando su cabeza dejó de dar vueltas vio claramente el rostro del arquero de su reciente partido. Lindo Alfa, pensó. Corrían rumores de que el arquero mexicano era Alfa, y uno muy atrevido.

"La persona que te quiere follar" Deliberó atropellado el Alfa, que frase más vulgar, casi se le escapaba, pero cerró su boca sin afán de un puñetazo.

— Yo... ya sabes, te vi por ahí... — Con un tono coqueto o borrachín expresó, reduciendo la distancia con el argentino, quien sentía un fervor en sus mejillas, se apreció un poco sometido por las feromonas que el alfa desenganchaba. - Me quería acercar a ti y saludar...

Sus belfos se juntaron al cuello del varón frente a él, ansiando el aroma encantador que yacía ahí. El Omega decidió seguirle el juego, estaba algo estresado por esos días, estaba muriendo de vergüenza, pero las birras hacían efecto en él. Por otro lado, Guillermo quedaba maldiciendo mentalmente, queriendo apartar su rostro de él, pero algo dentro de su cabeza se lo frenaba, incluso esperaba tener más de ese hechizante olor.

_ Ah, ¿Sí? ¿Sólo saludar? — Su mano se escabulló juguetonamente al cuello del moreno, poniéndose de puntillas para imitar la acción del más alto.

— Sí, sí... saludar—. Sentía que su cuerpo se derretía ahí mismo, su corazón daba bombo rápido y cada vez adhería más su faz al hueco entre hombro y cuello. Con sus manos repasó la figura del hombre. Su cintura tenue, su abdomen rígido, sus caderas pequeñas y sus glúteos definidos.

De un momento a otro, había abierto las piernas del omega y lo montó al lavabo.

— Pará, pará—. Renunció un gemido ahogado al aire cuando sintió como el rizado se frotaba en su entrepierna—. Pará un momento.

Guillermo hizo caso omiso, lo vio con unos ojos lindos e inocentes pese a la situación.

— Tendríamos que terminar esto en una habitación y-

— Invítame a tu habitación—. Decretó simple, volviendo a la acción anterior, ahora sumándole unos besos saltarines en el cuello y clavículas impropias.

— Boludo, estoy en una celebración con mis compañeros, estamos tomaditos, ¿Entendés? — Explicó, cerrando sus ojos ante el toque hábil que tenía el hombre, gimoteando bajo y con el aliento alborotado. El baño le daba rebotadas, no sabía cómo aun tenia lógica para hablar con serenidad.

— Entonces invítame a tu habitación—. No engañaba si decía que estaba cohibiendo sus feromonas para no espantar al omega, estaba generando un ambiente leve y cómodo con ellas, sin duda sabía cómo utilizarlas, pero quería poder llenar al hombrecillo con ellas, su entrepierna comenzaba a lastimar un poco—. Diles que estas borracho, no es mentira, y vámonos—. Mientras daba su mejor esfuerzo en convencer al argentino recordó las palabras de su compadre.

No hagas mamadas. Técnicamente no las iba a hacer, las iba a recibir.

El toque del hombre lo comenzaba a engatusar, comenzaba a ceder gimiendo más alto y menearse un poco también, verdaderamente las feromonas e iniciativa de los Alfas eran encantadores. Estaba embelesado.

Avellanas y miel | Guillermo Ochoa x Lionel MessiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora