Capítulo 4

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Su cabeza pulsaba y daba vueltas. Miró a su alrededor en busca de pista de alguna alma que se haya encontrado ahí previamente, pero no notó nada.

Su cuerpo dolía, sus piernas y culo ardían, sentía una creciente molestia en su espalda, su garganta estaba seca a más no poder y su cabeza parecía a dos palpitados más de reventar. El disco de su mente se resentía con las acciones de la noche anterior y con su Omega. Se arrastró al otro lado de la cama en busca de su celular, quizás habría una nota en la mesita de noche o algo así, su mano volvió a acomodarse en su nuca cuando no sintió nada en el trozo de madera.

Tenía un entrenamiento a las 11 am y sabía perfectamente que quizás lo habría perdido. Alzó su celular frente su cara, viendo algunos mensajes y llamadas perdidas. 12:27 pm decía la pantalla.

Suspiró rendido, a sabiendas que su cuerpo le cobrará factura en cuanto se irguiera de su mullido colchón.

— Te ves muertísimo, hermano—

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— Te ves muertísimo, hermano—. Definió con burla un compañero, dándole manotazos fuertes, pero sin ser bruscas, en el hombro.

— Dormí mal, boludo—. Obvió Messi, teniendo una faz de hastío mismo, podía apostar que le estaba palmeando en una mordida—. Pará ya, bobo. — Rabioso, apartó la mano de su compañero, el cual se desconcertó por sus palabras hostiles, el Alfa de Paredes bajó sus orejas y cola mientras se alejaba.

Acomodó sus pertenencias. A duras penas pudo llegar al entrenamiento, disculpándose cuando las reprimendas amenazaban su libertad del resto de la tarde. Sobó su nuca, necesitaba un motivo para sentirse dichoso, suspiró feliz al sentirlo liso, sin mordidas, sin marcas, sin cicatrices, sin preocupaciones.

Sus amigos se percataron de eso, pero lo tomaron como una reafirmación de que había dormido mal. Caminó fuera del vestidor, despreocupado y campante, listo para ir a su hotel y darse un merecido baño junto con una consulta a sus almohadas.

Mientras conducía su vistoso coche comenzó a desmenuzar cada recuerdo que tenía al respecto de la noche anterior. Unió lazos mentales y decidió hacer unas llamaditas para saciar sus angustias.

— Eii, ¿Qué fue, capo? — Tomó la primera palabra Rodri.

— Che, ¿Recordás la celebración de ayer?

— En dónde Di María se puso hasta el orto, sí, sí.— Bromeó un poco, escuchando unas risillas.

— ¿Recordás si alguien más entro al baño cuando yo entré?

— ¿Eh? ¿Qué son esas preguntas, boludo? — Antes de poder inventar alguna excusa escuchó la voz de Di María.

Escuchó a Rodri explicarle la situación, sobó su cien al escuchar los respingos extasiados por la situación. 'El fideo' soltó un sonido de hallazgo, un sentimiento amarillo.

— AHH—. Parecía que ahí estaba la pieza del rompecabezas que le faltaba. María era un chismoso de primera—. Vi un pibe moreno y de cabello esponjado entrar al baño después de vos, ¿Pasá algo con él? — El centrocampista tomó descaradamente el celular ajeno para empezar a chismear más a gusto.

— ¿Un chabón moreno? ¿De cabello esponjoso? — Meditó unos segundos parando en un alto de las tranquillas calles Qatarís. Un flash pasó por su mente, recordando enredar sus dígitos en un brumoso trozo de cabello.

Maldijo mentalmente, tenía un candidato, pero ni en pedo lo tomaría cómo válido.

— De pura... casualidad, ¿Sabés quién es? Me refiero-

— Guillermo... ¿Cómo era que se llamaba el pibe, Rodri? — Balbuceó al hombre a su lado, interrumpiendo al número diez de la selección.

— Ni puta idea, pero es el arquero, al menos se parecía mucho—. Escupió sin interés, tenía en cuenta que Lionel era una persona reservada y se guardaría los detalles para él mismo, así que perdió rápidamente el interés en la conversación.

— Sí, sí, ese, entonces, ¿Qué pasa con él? ¿Por qué tantas preguntas? — Interrogó curioso, dando una sonrisa boba al pensar que recibiría una premisa de primera mano de un posible chisme del tamaño de toda la madre argentina.

— Nada, nada, sólo curiosidad—. Finalizó la llamada, no ocupaba más preguntas que las que su cabeza bombardeaba.

Di María quedó insatisfecho, dejó el celular de De Paul a un costado, pensaba en todas las posibles razones por las cuales el tímido, pobre e inocente Lionel Messi le habrá hecho tantas preguntas en torno al pelo de estropajo ese. Maquinó una idea rápida; fue una pelea, por eso Lionel se sentía tan adolorido y se movía muy rígido, le habían proporcionado una paliza a su capitán. Sí, era eso.

Sin dudas un chisme escabroso creado por un chismoso de primera, con gusto refinado y selectivo. Acabaría con la reputación de ese arquero.

La noche se hizo presente, inundando de somnolencia su conciencia, pero era más su incertidumbre de verificar si era correcto lo que Di María le dijo

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La noche se hizo presente, inundando de somnolencia su conciencia, pero era más su incertidumbre de verificar si era correcto lo que Di María le dijo.

Su cabeza timbró y brilló, recordando que el número del arquero estaba registrado en su celular, planeaba darle una llamada, pero recapacitó. No puede soltar una acusación como "¡Ayer me follaste!" a la ligera. Ocupaba bases, datos, hechos, fundamentos, argumentos, opiniones y juicios.

Suspiró cansado, viendo la cama que estaba a escasos pasos de la suya.

Si Kun estuviera aquí, él tendría una idea de que chota hacer. Reveló, sintiendo su corazoncito apachurrarse.

La traviesa cabecita de Lionel tenía pensamientos revueltos, saltando, corriendo y gritando en su espaciosa conciencia, probablemente su cerebro se fuera a derretir pronto si sus pensamientos no decidían calmarse pronto.

Optó por descansar, si necesitaba razonar, una buena consulta con la almohada hace bien en todos los casos. Abatido, se envolvió en la delgada sabana y concilió el sueño. 

Mañana será un buen día. Repetía mentalmente, parecía más una plegaria que una petición.











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Avellanas y miel | Guillermo Ochoa x Lionel MessiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora