13 de diciembre. Dos semanas de embarazo. Argentina contra Croacia, el pase a la victoria.
La confianza que se reflejó con la entrada de Scaloni era un engaño, una mentira, todos estaban rezando a cada Dios para poder ganar. Croacia llevaba consigo una racha impecable, una racha imponente y que podría asegurar aspirar a la copa.
El nerviosismo se compensaba con fe, como debe ser. Era imposible que se rindieran a esas alturas. Saldrían, lo darían todo y ganarían.
Cuatro minutos de partido y Croacia era ambicioso, lanzando el primer intento de gol. Croacia dominaba con gracia el partido, con una seguridad envidiable.
Un golpe a Otamendi, toda Argentina gritaba ¡faltaaa!, pero no fueron considerados, no se tomó cómo una. Minutos pasaron, abrumadores, en definitiva.
Intentos de gol, nada novedoso, algunas faltas no cobradas, unos cuantos roces, nada que Argentina no pudiera controlar, nada que no tuvieran pensado ya.
JULIAN SÓLO... ¡ESO ES PENALTI! ¡ESO DEBE SER PENALTI! ¡PENALTI!
Una tarjeta amarilla fue sacada a relucir, Julián sonrió satisfecho en el suelo, iban a marcar un gol de todas formas.
Livakovic era dueño de una fama grande de un excelente atajador de penales. Messi poseía varios títulos, entre esos eran el mejor jugador y aún mejor cuando de penales se trataban.
¡GOL DE MESSI!
No hace falta describir las exclamaciones de las gradas, esa emoción y felicidad chorreante y hambrienta de victoria, una victoria que se esforzarían por tener.
De Paul fue el primero en lanzarse sobre Messi, en un cálido abrazo, lo que tanta falta le hacía a Lionel.
Vencer a un arquero profesional en los penales era mucho, y ahora, vencerlo en semifinales de la copa, era demasiado.
Minuto 38 y la pelota fue arrebatada de los croatas por Molina, pateándola a quien sabe dónde, siempre y cuando esté lejos de los rivales estaba bien. Julián nota la falta de dueño que tenía la pelota, no tenía corazón para dejarla sola a su suerte, corría tras ella cómo si la vida le fuera en ello, haciéndole honor a su apodo.
—ARAÑA, ARAÑA, DAAALE—. Chiflaba Kun desde su asiento, despegando su espalda del respaldo en un intento algo tonto por tener mejor visibilidad.
Julián disfrutaba de tener el balón, de saber que no hallarían manera de atraparlo, de sólo pensar cómo los demás lo miraban asombrado. Se le salió una sonrisita más grande cuando frente a él estaba la portería, pateando con todas sus fuerzas la pelota, no la deben parar por nada del mundo.
¡GOOOOOOOOOOOL!
Messi se abalanzó sobre el joven, rodeando sus hombros con su brazo lleno de tatuajes, felicitándolo y halagándolo. Rápidamente se le unió Enzo al abrazo, estaban felices y sudaban una suerte rara de suciedad y pasto que ellos llamaban victoria.
—¡JULIAN, HIJO DE PUTA, TE AMO!— Al borde del lloro sacudía sus puños cerrados, ilusionado.
Todos los argentinos eran una mente colmena ahora, pensando.
¿Será este nuestro mundial?
Apresurados a responder, un grupo de jóvenes comenzaron a cantar y gritar sus coros.
LAS FINALES QUE PERDIMOS CUANTOS AÑOS LAS LLORÉ.
Se le sumaron más y más personas, incluso Kun comenzó a destrozarse la garganta, con su corazón lleno de nervios, euforia, ilusión.
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Avellanas y miel | Guillermo Ochoa x Lionel Messi
FanfictionNo deseaba saber nada de él, aunque jamás imaginó que lo haría ceder en contra de su voluntad. Según Guillermo, los sentimientos también fueron contra voluntad propia, al igual que al convivencia, después de tiempo empezó a atesorarla y añorarla. ...