ʀᴇʟʟᴇɴɪᴛᴏ ᴅᴇ ᴀᴍᴏʀ✨ [Jikook]

ɢᴏᴍɪᴛᴀꜱ🍇

Cuando Jungkook se fue, la campanita del local sonó haciendo que la gente dentro fuera consciente de su partida.

— Por fin... — hablo un anciano con molestia mientras seguía poniendo cosas en su canasta llena de licores. — Ahora no se puede salir a comprar en paz, esas parias deberían estar muertas.

Las personas a su alrededor se mantuvieron en silencio, no porque estuvieron en desacuerdo, todo lo contrario. No era de sorprender que muchos de la manada no les agrada la idea de tener a zorros deambulando por sus territorios.

Los zorros eran la mancha que nadie quería tocar.

Park con oídos sordos, solo siguió atendiendo al cliente. El tipo que estaba frente a la caja, colocó el móvil en su oreja.

— Sigues ahí, ¿Lo escuchaste todo? — hizo una pausa. — Sí, debiste verlo. Estoy seguro de que lo vi mirar hacia mí por un momento. Que asco. — chasqueo la lengua.

— Serían 90.473 Wons. — la voz de Park hizo que el tipo lo mirará.

El hombre asintió sacando la cartera y el dinero. — También ponme un rociador anti-feromonas. Quién sabe y anda acechando todavía. No quisiera terminar en sus garras. — rio como un estúpido, al parecer la persona que estaba al otro lado de la línea dijo algo, porque paro de reír e hizo cara de asco. — Ni loco lo toco, su cara era linda pero estaba gordo.

Park volvió a omitirlo, puso los primeros malditos supresores que encontró y los lanzo adentro de la bolsa sin delicadeza alguna; entre dientes dijo:

— En total 95.857 Wons. — su voz salió más grave de lo que debía.

—Sí, sí, aquí tienes. — prácticamente, le arrojo sin cuidado la diferencia y luego guardo la billetera en su bolsillo trasero para tomar los productos comprados. — Deberían de prohibir entrar a los de su especie. ¿Pusiste los supresores? — vio la bolsa y ahí estaban. — Bien.

Y sin más se marchó.

Park no le quito la mirada de encima al hombre, ni cuando salió de local, el alfa lo siguió con como cazador a su presa a través cristal de la ventana, dedujo que se dirigía al estacionamiento.

— Hey, Park, ¿Y la uvita? Vi por los monitores que vino. — la alfa llego con una sonrisa. — ¿Qué delicia te trajo?, ¿Será que se acordó de mí?

— Hwasa. — dijo cortándola mientras se levantaba de la silla. — Tomaré mi descanso, ahora.

La mujer rápidamente borro la sonrisa y lo miro con cautela sintiendo un leve aroma a feromonas molestas en el aire. Era casi imperceptible, pero al ser una alfa y estar cerca pudo notarlo.

— ¿Todo bien? — le pregunto acercándose al mostrador tomando su lugar.

— Lo estaré. — dijo saliendo del mostrador.