Capítulo 08

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Mi corazón late a toda prisa. Alex. Mi amor más ingenuo, bueno y tierno de todos.

No le puede pasar nada. Ojalá no sea cierto. Mis chicos, cada uno de ellos son intocables para mí. No sé qué haría sí a uno de ellos les pasara algo. No puedo estar sin ellos.

Sofía trata de evitar llorar por mi cuando ve que no reacciono. Se acerca a mi y toma mi rostro entre sus cálidas manos. La miro pero mi cabeza está en mil escenarios donde en cada uno Alex termina en un cajón.

- Linda, siéntate y respira. Todo va a estar bien.- me dice.

- Co- cómo lo sabes? - todavía en shock le pregunto.

Los conozco, son mis hijos. Ahora encárgate de respirar - acaricia mi pancita para relajarme - Los niños, piensa en ellos. Toma un respiro.

Inhalo y exhalo, ella hace lo mismo. Mi corazón se encoge pensando lo atenta y cuidadosa que es Sofía conmigo. Uno de sus hijos ha sido disparado y ella está calmándome.

Luego de darme una sonrisa tranquilizadora me aprieta la mano y va a la cocina para traerme un té.

Acaricio mi pancita antes de levantarme. Me voy a tomar las cosas con calma, no entraré en pánico si es que Sofía tampoco lo hace. Ella los conoce más tiempo que yo y sabrá más cosas que yo, así que si me dice que me tranquilice, lo haré. Además, tiene a Aiden, quien está estudiando medicina, puede que recién haya empezado pero igual algo debe de saber.

Durante el resto del día no tengo noticia de los chicos. Sofía me dice que probablemente estén en el avión y no puedan contestar llamadas.

Sofía salió hacer un par de compras para la cena, ya que ellos van a por fin acompañarnos. No puedo creer que después de muchos meses por fin voy a estar con ellos.

¿Les seguiré gustando? Tengo miedo de que como ahora ya estoy un poco más gorda ya no sea atractiva ante ellos.

- No lo pienses tanto - me dice Sofía haciendo que me asuste. Deja las bolsas encima de la mesada y se acerca a mí - Alex va a estar bien. Acuérdate que uno de sus hermanos está estudiando medicina.

- Lo sé, confío en que lo van a cuidar bien y que Alex va a estar bien.

- Entonces, ¿en qué piensas tanto?

- Tengo miedo de no seguir gustándole a los chicos - le explico -. Mi cuerpo a cambiado, muchísimo.  Las caderas las tengo más anchas, mi estómago no es plano, tengo un humor de mierda y me pongo a llorar por todo. Y eres testigo de eso.

Ella ríe y me abraza.

- Ellos se van a reír, créeme, hasta les vas a gustar más de lo que hacías. Ahora vete a la ducha y ponte guapa para mis hijos.

Le hago caso, voy a la que va a ser nuestra habitación y me meto a la ducha donde me relajo un rato pensando en nada y en todo. Estoy ansiosa porque ya deben de estar llegando.

Me visto con un vestido blanco y me pongo balerinas del mismo color. Decido arreglarme con calma y disfrutar este momento para mí y así no ver el reloj cada minuto o la ventana que da a la entrada de la casa.

- ¡Leah! - escuchó como me llama Sofía desde abajo.

Salgo con el corazón en la boca y bajo a toda prisa pero justo me dan ganas de orinar. Me gustaría que mi vejiga pueda esperar pero ahora como no hay tanto espacio dentro de mi, la pobre queda apretada y se me es imposible. Por lo tanto, entró al baño que está al lado de las escaleras. Lo hago con toda la prisa posible y cuando termino de limpiarme salgo hacia la sala donde no hay nadie.

La decepción es evidente en mi rostro y Sofía me entrega unos platos vacíos.

- Ayúdame porfavor. Ellos ya aterrizaron, Alex está bien pero los siete llegan bien hambrientos.

RaméDonde viven las historias. Descúbrelo ahora