Capítulo 21.

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¿Alguna vez han escuchado la expresión "tienes el alma hecha pedazos"?

Vegas no recordaba dónde la escuchó, mucho menos quién la dijo; pero, en el momento que llegó a la zona de urgencias del hospital donde habían ingresado a Pete, tales palabras fueron las únicas que pudieron describir, por lo menos, una mínima fracción del dolor y el miedo que sentía con cada paso que daba, adentrándose en lo que parecía ser el peor de los infiernos.

Le dolía su alma rota.

Le dolía la vida misma.

Le dolía todo y quería romper todo a su paso.

Se dijo a sí mismo que necesitaba mantener la calma varias veces. Procesar la situación. Ignorar el dolor que le aplastaba las costillas. Respirar.

Maldita sea.

Algo tan simple como respirar era espantosamente difícil.

Ni siquiera el recuerdo de Pete contando "uno, dos, tres" mientras palpaba su pecho era capaz de tranquilizarlo, y lo menos que necesitaba era tener un ataque de pánico en ese preciso instante.

Lo que necesitaba era verlo.

Solo verlo.

—Vegas —la voz de Kinn a su espalda lo tomó por sorpresa. Había olvidado por completo su presencia, incluso el hecho de que él fue quien condujo hasta el hospital. El ponerse tras el volante en esa condición era prácticamente buscar problemas, y el Theerapanyakul hizo lo primero que se le ocurrió, sin considerar la absurdez de su decisión consistente en llamarlo—. ¿Qué diablos sucede? ¿Por qué me has pedido traerte aquí?

Cierto. No le había explicado nada. Solo le pidió como un desquiciado que lo llevara al hospital.

El rostro de Kinn no hacía más que expresar preocupación confundida, oscureciéndose poco a poco con tintes de miedo.

Vegas abrió la boca, pero nada salió. Ni siquiera el sollozo que llevaba reprimiendo desde que subió al auto. No podía ordenar las palabras en su cabeza, incluso menos darles voz. El miedo se había convertido en una mordaza que le impedía hablar, y el caos en su cabeza seguía creciendo sin forma alguna y de manera desmesurada, acaparando todo intento por pensar con claridad.

No podía decirlo. No se atrevía.

El hacerlo significaba que una parte de él debía aceptar lo que estaba pasando, y no podía hacerlo.

Simplemente no podía.

—... Vegas —otra voz lo llamó desde atrás y pudo reconocerla al instante. Volteó hacia Porsche, quien lo miraba con ojos llenos de culpa y temor. Lo revisó de pies a cabeza. Parte de su brazo derecho llevaba vendajes y una gasa opacaba parte de su sien izquierda. Su ropa, hecha un desastre con manchas de sangre por todos lados. El Theerapanyakul sintió como el último hilo de sanidad que le quedada, se rompía de un solo jalón al notar aquello. ¿Era sangre de Pete?

Caminó en su dirección a paso veloz, su expresión transformándose en la de un monstruo listo para destruirlo todo; sin embargo, en el segundo que se encontró a meros centímetros de distancia del castaño, se obligó a detenerse.

Finalmente, las palabras lograron salir de sus labios:

—¿Dónde está?

Su voz fue como un azote cruel contra Porsche; sin ningún rastro de delicadeza o empatía.

—...Lo llevaron al quirófano —bajó la mirada, incapaz de verlo directamente. Las palabras le pesaban un mundo—.Todo sucedió tan rápido. Ese auto no debió seguir y Pete... —sus labios temblaron. Sus manos temblaron. Todo en el castaño tembló—. Pete no debió empujarme. No debió seguirme. No debió estar ahí...—

We Don't Talk Anymore [VegasPete] [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora