—¿Sucedió algo? —a pesar de que la voz de su abuela fue tenue, Pete no pudo evitar sobresaltarse en el asiento junto a la cama del hospital. Se había quedado dormida después de todos los estudios que le realizaron, ¿en qué momento despertó?—. Se supone que la enferma soy yo —dijo conforme abría lentamente los ojos y volteaba hacia su único nieto—. Así que, ¿por qué luces como si el mundo fuera a caerte encima?
El chico sonrió amargamente, sintiéndose como un completo inepto por no ser capaz de disimular el caos dentro de su mente y de su corazón.
Poco más de dos horas habían pasado desde su encuentro con Kinn, pero sus palabras seguían carcomiéndolo como si hubiesen pasado solo cinco minutos. Y si tenía que ser sincero al respecto, le parecía poco e insuficiente lo mal que la estaba pasando.
—...Quizás por no haberme dicho que estabas enferma —quiso reprenderla mientras se levantaba, pero el mero acto de escucharla hablar lo hizo sumamente difícil, así que solo se concentró en asegurarse de que se sintiera cómoda. Recargó a su abuela contra la cabecera de la cama con sumo cuidado y le ofreció un poco de agua, percibiendo una mirada desconfiada y bastante familiar en cada uno de sus movimientos—. No es nada —sintió la necesidad de decir, acunando su propia nuca—. Nada más importante que el estar aquí contigo, así que no te preocupes.
—El tener un corazón frágil no me hace ciega o tonta, Pete.
—Y menos chismosa tampoco, al parecer —dijo con toda la intención de hacerla reír, consiguiéndolo al instante. Su risa fue como una bocanada de aire fresco para él, pero no se permitió reír. No se sentía con el derecho. No lo tenía, a decir verdad.
—Las mujeres de mi edad solo vivimos de tres cosas —alzó sus dedos listos para enumerarlas—. Medicamento para la presión, ungüento Vick Vapo Rube y el chisme.
Un pequeño y breve silencio entre ellos se hizo presente después de que la risa de su abuela cesara poco a poco. No fue incómodo o pesado, pero si bastante delatador.
<<Es increíble como dependiendo de la situación, el no decir nada lo dice prácticamente todo>>.
—Acércate, pequeño —lo llamó, dando leves palmaditas sobre el colchón e indicándole que se sentara junto a ella. Pete no se negó, y en el momento que lo hizo, la delgada mano de dicha mujer terminó sobre una de sus mejillas.
—... Estuviste llorando —señaló preocupada, estudiando detenidamente cada fracción de su rostro—. Y aunque soy consciente de que me quieres mucho y te preocupas, hasta el punto de volar desde un extremo del mundo a otro por mí, también sé que no soy la única responsable de tu agobio.
Pete apretó los labios con fuerza y con un nudo en la garganta, uno que parecía haberse vuelto horriblemente molesto y habitual en él desde que regresó a Bangkok. Sabía que solo era cuestión de tiempo antes de que su abuela se diera cuenta del desastre que estaba ocurriendo en su cabeza, pero no creyó que fuera tan rápida en hacerlo. O bueno, mejor dicho, no quería creer que lo fuera.
—No intentes mentirme —le advirtió con una suave mirada que parecía decir: no olvides que estás hablando con la mujer que te cambió los pañales hasta que te dejó de dar miedo ir al baño solo y fue la primera en notar que te gustan los chicos.
Un suspiro consiguió escapar de su pecho, y sin darse cuenta, comenzó a jugar nerviosamente con sus manos.
—¿Puedo maldecir frente a ti?
—¿Por qué le preguntas eso a la mujer que te enseñó tus primeras groserías? —lo cuestiona con una pequeña sonrisa, haciendo un ademan con la mano para restarle importancia al asunto—. Maldice todo lo que quieras, cariño.
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We Don't Talk Anymore [VegasPete] [COMPLETA]
Ficção GeralVegas y Pete han sido mejores amigos desde la infancia; ese tipo de mejores amigos que terminan enamorándose uno del otro sin el valor de confesarlo. La mayoría de las historias como esas nunca tienen un final feliz; los dos lo sabían muy bien. Pe...