| Vegas y Pete – 13 años |
A Vegas no le gustaban los cumpleaños. Dejaron de gustarle tras darse cuenta de que dichas celebraciones no eran más que una excusa para reunir a personas asquerosamente ricas, hipócritas y presumidas que solo buscan enriquecer sus billeteras –y egos– con dinero y títulos ajenos, en una misma habitación.
O, al menos, así lo eran para su familia.
A su madre tampoco le gustaban, por lo que siempre escapaban de dichos eventos cuando la oportunidad aparecía; terminando en algún otro lugar contando estrellas o buscándole formas a las nubes. Su madre era la única capaz de divertirlo con ese tipo de actividades que podían parecer de lo más simples; sin embargo, había ocasiones en las que ni siquiera su espíritu libre era capaz de alejarse de las garras de su padre, así que no le quedaba otra opción más que soportar felicitaciones vacías de personas que nunca había visto en su vida y que, seguramente, no se esmeraría en recordar.
Hasta que conoció a Pete.
Hasta que celebró por primera vez el cumpleaños de Pete con sus abuelos en una casa pequeña y acogedora decorada por todas partes, con el olor a comida hogareña recién hecha golpeando sus narices y con el sonido de risas honestas haciendo eco contra cuatro paredes.
El ambiente fue tan sincero que no tardó mucho para convertirse en su día favorito y celebración más esperada, incluso más que su propio cumpleaños; pero, hubo algo que le comenzó a molestar conforme crecían. Y bastante.
El cumpleaños de Pete fue transformándose poco a poco en un día en el que tenía asimilar –o intentar asimilar– la popularidad creciente de su mejor amigo.
Como si el asistir a escuelas diferentes porque el Sr. Kan no estaba dispuesto a dejar que Vegas asistiera a una secundaria pública y la imposibilidad de los abuelos de Pete para costear las mensualidades de una educación privada, no fuesen suficientes, Vegas tenía que hacer un esfuerzo abismal por soportar las nuevas amistades de Pete.
Hasta ese día.
Hizo su mayor esfuerzo por soportarlas hasta ese día: el día que su mejor amigo cumplió trece años y presenció cómo lo herían a merced de ser una simple broma.
—Porque eso es lo que eres, ¿no? Un huérfano al que sus padres abandonaron con sus abuelos.
Vegas tenía trece años. Edad suficiente para entender que no debía dejarse provocar por las palabras de un idiota, mucho menos rebajarse a su nivel. No sería propio de un Theerapanyakul. Pero en su defensa, tenía trece años. Edad insuficiente para ignorar como su mejor amigo, el chico que no se lo pensaba dos veces para usar los puños cuando era molestado, fue insultado frente a sus propias narices.
Fue así como se encontró abalanzándose sobre un completo extraño y tirándolo al suelo para darle la paliza de su vida en un pequeño parque semimuerto frente a varios compañeros de Pete. Iban camino a casa de sus abuelos para el festejo, pero la repentina pelea conllevó un cambio de planes total.
No fue hasta después de un par de minutos en los que Vegas demostró ya no ser aquel debilucho que peleaba como una niña, que Pete reaccionó y lo detuvo.
—¡Vegas, basta! —exclamó mientras lo tomaba de los hombros y lo separaba del otro chico, quien no hizo más que revolcarse en el suelo mientras se sujetaba la nariz con ambas manos, gritando de dolor conforme hilillos de sangre resbalaban entre los huecos de sus dedos y su rostro se inflamaba con trazos morado-azulados.
Los nudillos de Vegas también estaban hinchados y manchados de un rojo carmesí goteante.
Pete observó a su alrededor.
ESTÁS LEYENDO
We Don't Talk Anymore [VegasPete] [COMPLETA]
Ficção GeralVegas y Pete han sido mejores amigos desde la infancia; ese tipo de mejores amigos que terminan enamorándose uno del otro sin el valor de confesarlo. La mayoría de las historias como esas nunca tienen un final feliz; los dos lo sabían muy bien. Pe...