Capítulo 22.

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La figura de Kinn fue lo primero que captó la atención de su hermano mayor tras salir del edificio del hospital.

Tankhun se dirigió al jardín después de que su tío y Macao llegaron a urgencias. No hubo necesidad de que se lo pidiera en voz alta, con solo ver la lúgubre expresión de Kan supo que quería estar a solas con sus dos hijos, por lo que no insistió en quedarse y decidió darles un poco de privacidad.

Se acercó con lentitud, quitándose el saco que llevaba puesto para dejarlo caer sobre los hombros de su medio-hermano menor una vez estando cerca. Kinn no se sobresaltó por ello, solo lo miró un poco sorprendido, primero a él y después al pedazo de tela costosa que lo cubría, dedicándole una frágil sonrisa por el gesto fraternal.

—No hace frío, Tankhun.

Le correspondió la pequeña expresión que curveó sus mejillas.

—Inglaterra es más fría, ¿cierto? —curioseó, situándose junto a él y cruzándose de brazos.

—... Por mucho —fue lo único que dijo antes de que un silencio -ya esperado- se plantara entre ellos y su atención regresara al punto de enfoque inicial.

Tankhun no tardó mucho en descubrir lo que Kinn había estado observando desde hace rato con una expresión pérdida pegada al rostro y un par de ojos sin luz.

Porsche se encontraba tan solo a un par de metros de ellos, sentado en una de las muchas bancas junto a las espesuras florales que llenaban el jardín del hospital. Estaba hablando por teléfono, cabizbajo y con uno de sus brazos acodado sobre las rodillas, casi encorvado por completo. A pesar de ser un hombre de complexión alta y musculosa, Tankhun no pudo reprimir el pensamiento de que, en ese instante, se veía tan pequeño y frágil. Tan dolido. Tan lleno de culpa.

Exhaló un leve suspiro y volteó de nuevo hacia el otro Theerapanyakul.

—¿Cuándo sale tu vuelo?

El pecho de Kinn se alzó tras una profunda bocanada de aire y descendió a los segundos, claramente tenso. Su mirada no se alejó de Porsche.

—En tres días.

—¿Piensas...? —

—No —lo cortó al instante, sabiendo perfectamente lo que iba a preguntar—. No pienso quedarme. Pase lo que pase, no pienso quedarme. Mi vida está en Inglaterra, no aquí.

Tankhun no dijo nada. Quizás debido a la sorpresa. Nunca lo había escuchado hablar con tanta seguridad y frialdad al mismo tiempo. Fue bastante... satisfactorio. Saber que su medio-hermano se había priorizado a sí mismo antes que a otra persona, al menos una vez en su vida. Vaya, que había dejado de ser tan amable para variar.

—¿Soné muy cruel? —le preguntó, mirándolo de reojo con una pizca de inseguridad que Tankhun no dudó en quitarle de encima.

—No —respondió como si la mera pregunta fuera una ofensa—. ¿Por qué pensarías eso?

Kinn se encogió de hombros y soltó una risa sin gracia.

—No estoy seguro —admitió con un hilo de voz y la mandíbula también tensa, llevándose un par de dedos temblorosos a los labios—. Dios, no estoy seguro de nada ya. Tal vez solo quiero escapar de todo esto.

—Y nadie te culparía por ello —le aclaró con un poco de impaciencia. ¿Qué tan blando podía ser el pobre?—. Después de todo lo que ha sucedido, creo que cualquiera en tu posición lo haría. Eres humano, Kinn. Hecho de carne y hueso. Debilidades y fortalezas. No de hierro. No estás hecho solo para soportar y perdonar, también puedes culpar y abandonar aquello que te lastima. Aquellos que te lastiman —enfatizó—. ¿Acaso no fue eso lo que hizo Pete? ¿Por qué habrías de sentirse culpable por ello?

We Don't Talk Anymore [VegasPete] [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora