Ninat't: Eres mi ancla (NETEYAM)

CAPÍTULO 10

NETEYAM

Me levanté antes del alba y me escabullí nuevamente de casa para dirigirme a la playa donde Ninat't me estaba esperando y al verla todas las preocupaciones se esfumaron; ella se veía perfecta y brillaba aun en la oscuridad que nos envolvía.

-        Hola – me saludó con dulzura en cuanto me devolvió e inmediatamente sonreí correspondiendo a su saludo

-        Mi padre me dijo que podré volver a entrenar en unos días – comenté sentándome a su lado

-        ¿Ah sí? 

-        Tu padre decidió permitirlo, pero también me dijeron que tú no entrenarás más

-        Sí... bueno...

-        Así que me negué a aceptar – terminé de decir y ella giró de golpe mirándome con los ojos muy abiertos

-        ¡¿Qué?! ¡¿Por qué?!

-        No es justo

-        Neteyam... - murmuró y tomé su mano

-        No voy a cambiar de opinión o entrenamos los dos o ninguno, así de simple

-        Eso tampoco es justo

-        De todas formas, puedes enseñarme tú – dije sonriéndole con picardía – Un entrenamiento solo tú y yo, suena divertido ¿verdad?

-        Eres un tonto – dijo sonriendo y reí

-        Al menos te saqué una sonrisa – respondí y noté un leve sonrojo cubrir sus mejillas – Disfrutemos del amanecer – pedí volviendo a mirar al frente – Cuando salga el sol todo volverá a ser un caos, disfrutemos de este momento

Ninat't se acomodó a mi lado y nos quedamos viendo hacia el océano en silencio, pero en ningún momento solté su mano, al contrario, comencé a acariciar levemente su piel mientras ella se relajaba ante el contacto.

-        Sabes... hay algo que suelen decirnos cuando somos pequeños – comentó Ninat't con un tono muy suave en su voz

-        ¿Qué cosa? – pregunté en voz baja acercándome un poco más a ella que solo sonrío ante mi movimiento

-        El camino del agua no tiene principio ni final; el océano está a tu alrededor y dentro de ti; el mar es tu hogar antes de tu nacimiento y después de tu muerte; el mar da y el mar quita, el agua conecta todas las cosas... - murmuró con lentitud – La vida y la muerte, la oscuridad y la luz

-        El mar conecta todas las cosas... - repetí mirándola – La vida y la muerte, la oscuridad y la luz...

-        Lo entendí un día mientras miraba el sol salir – dijo mirando hacia el océano mientras yo solo podía mirarla a ella – No hay forma de brillar sin acercarse primero a la oscuridad; no hay forma de admirar el sol si no admiramos también la noche; lo importante es encontrar la belleza tanto en la oscuridad como en la luz; así como hay belleza en el océano y en el bosque; todos somos uno, aunque seamos diferentes

-        Es por eso que fuiste a pelear – afirmé y entonces ella me miró

-        Mi padre decía que esa no era nuestra guerra, pero... ¿Cómo podía no serlo? Cada vida debería importar, cada vida perdida debería ser un dolor para los demás; no porque la guerra estuviera en el bosque significaba que no debíamos intervenir; si alguien necesita ayuda, deberíamos dársela, así es como debería de ser y es por eso que me fui; no podía quedarme aquí viviendo con tranquilidad mientras sabía que otros sufrían, simplemente no podía hacerlo