El silencio

5. El joven viajero

La desesperación crecía a medida que pasaba el tiempo. Había pasado tres semanas de la rueda de cadáveres. La policía no había encontrado nada relevante. El FBI había desestimado la llamada como prueba.

Un viajero de origen español, llamado Hugo, se encuentro una mano en medio del campo. El incidente estaba ubicado cerca de un campo de entrenamiento a las afueras de Springfield. Este tercer asesinato no se sabía cuantos cadáveres poder haber dentro. El hombre muy aterrado llamó a la policía. Era algo muy extraño en Springfield, porque el índice de criminalidad en la ciudad era muy escaso. El último incidente grave fue hace diez años. Un padre mató a su madre y a sus tres hijos. Entonces, la policía se sorprendió bastante. Era tanta la sorpresa que tardaron un par de horas en creerse el caso que les estaba narrando el joven extranjero.

La policía llegó al lugar de los hechos. Acordonaron el espacio. Empezaron con el desenterramiento del cadáver. La policía pensaba que solo había un cadáver, que la mano estaba visible a propósito. Extrajeron el primer cadáver. Resultaba ser de una niña pequeña. No acababa aquí. Siguieron y siguieron. Desenterraron un total de diecisiete cuerpos tanto de niños pequeños como de adultos. La policía forense vino a llevarse el total que habían descubierto en la fosa.

La policía confirmó que eran diez niños pequeños, cuatro chicos y seis chicas, el restante eran adultos que en su totalidad eran mujeres. Todos eran de raza negra. Para la policía estatal de Massachusetts se le iban juntando casos. Las ruedas de cadáveres y el robo a un periodista, y ahora el descubrimiento de diecisiete personas muertas. El siguiente día, la familia encontró un símbolo en su casa. Entonces, se lo enviaron a la policía y eso produjo que tuvieran un objetivo. El símbolo era de la secta de los Anunnakis. El líder se llamaba Connor Smith. Los polizontes tenían su nombre en el registro. Había cometido varios delitos relacionados con robos.