El silencio

14. El gran atraco

Los atracadores se pusieron todos en su sitio, como Marrakech le había ordenado. Las personas de los coches. Entraron y tomaron a seis rehenes más dos trabajadores. Les quitaron todos los elementos electrónicos. Por miedo a que llamaran a la policía. Cerraron las puertas de seguridad. Sabían que las cámaras de alta seguridad se desactivó. Marrakech y los dos atracadores se dirigieron al despacho para encontrar la llave de la cámara oculta. Pensaba el director que el mejor escondite era esconderlo debajo de la baldosa justa al entrar en el despacho. Empezaron a rebuscar. El sueño del viaje se iba desvaneciendo. Hasta el atracador más joven encontró la llave debajo de la losa.

Se dirigieron para la cámara lo más rápido posible. Los delincuentes que estaban en la recepción intento calmar a los rehenes diciéndoles - si no hacéis ningún ruido no os haremos nada. Esas palabras momentáneamente funcionaron. Los asaltantes trajeron una máquina para abrir la cámara. El martillo demoledor. La gran ventaja para los cacos es que era tan insonorizado que apenas se escuchaba desde la recepción.

Entraron a la cámara. Vieron cientos de lingotes de oro. La cara de Marrakech era un poema. Estaba emocionado, en algunos momentos casi llorando. Cogieron todo el oro que pudieron. Un total de 159 lingotes de oro de un kilo. Casi cinco millones de euros valía todo lo que habían cogido.

Marrakech, como director de la operación, decidió que tenían que salir todos. Entonces llegaron los coches. Subieron todo el oro a los dos coches. Se fueron lo más lejos posible.

Al día siguiente llamó al líder de la banda. Le dijo que tenía todo el dinero. Se presentó en su casa. Vio todos los lingotes y se quedó anonadado. Le dijo el líder, - bien hecho Marra, eres un orgullo para mí. Has hecho lo más difícil. El dinero es tuyo, nada más que tuyo. Ahora a Texas amigo.

Estaba a la espera que los otros miembros consiguieran el dinero para comprar los billetes a Texas.