Hoja en Blanco -KookV- [omegaverse]

14

Inquieto.

Al bajar de su auto, una fría brisa lo recibió de una manera brusca. El aroma de una posible lluvia se coló por su fosas nasales e hizo que cerrara sus ojos. Era un clima que se destacaba por ser de sus favoritos. Pero lo cierto, es que eran buenos días cuando en su agenda de tareas no existía absolutamente nada pendiente, algo que no solía suceder; como éste preciso momento.

Dejó la puerta abierta del vehículo para que uno de los empleados cumpliera con su deber y se encargara de guardarlo con el resto.

Se propuso a caminar con dirección a la entrada principal de la gran casa. Le costaba trabajo entender que había vuelto después de tanto tiempo.

Estuvo a punto de ingresar, cuando detuvo sus movimientos y giró su cabeza en dirección al patio trasero; justamente donde se encontraban las piscinas. Dio media vuelta dudando de sus acciones y con el seño fruncido caminó hasta ese lugar. El viento estaba soplando cada vez más fuerte; las primeras gotas de lluvia estaban haciéndose presentes.

Su lobo aulló con un dolor indescriptible al ver el agua cristalina. Aún siendo invierno, las piscinas se encontraban llenas e impecables.

"¿Jungkook, tu crees que alguna vez puedas enseñarme a nadar?"

"¿Jungkook, me sigues odiando?"

- Niño estúpido.. -pensó en voz alta.

Sus ojos rojos hicieron presencia y el agua del cielo que descendía cada vez con más fuerza en formas de gotas, no se comparaba con el agua cristalina que retenía en sus ojos. De pronto no sabía que tenía tantos recuerdos en su mente, hasta que regresó a ese lugar.

"Jungkook, eres alguien muy difícil"

"Jungkook, si tanto te molesta estar conmigo, déjame estar con alguien más"

"Jungkook, tienes una sonrisa muy bonita"

Presionó sus dientes y formó puños con sus manos. Pasaron tantos años y todavía su lobo se negaba a soltarlo.

"Jungkook, creo que me estoy enamorando de ti"

- Debí quedarme contigo. -susurró odiándose a sí mismo- Debí hacerlo, maldición.

Dio media vuelta y se dirigió a la entrada principal nuevamente.

Ingresó a la mansión con la esperanza de no cruzarse a nadie. Realmente no tenía deseos de hablar o dar explicaciones de nada. Estaba atravesando una especie de trance, donde su lobo no toleraba absolutamente a ninguna persona que cruzara por su camino. A pesar de ser parte de su personalidad, ser de ese modo con la gente, creía que esta sensación estaba sobrepasando sus límites. El vaso estaba a punto de rebalsarse.

Sintió deseos de liberarse, y era sumamente peligroso si lo hacía. Luego de pensarlo llegó a la conclusión de que quizás se debía al país, le generaba mucha nostalgia todo lo que residía de allí, en especial de esa casa. Estando en América no tuvo problemas con su lado irracional, es decir con su instinto animal.