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Sueños sin explicaciones, y preguntas sin respuestas.

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La unión de dos bocas que se besaban sin cesar. Dos cuerpos que se buscaban lenta, pero desesperadamente en un punto intermedio entre tantas emociones y deseos, para terminar encontrándose en una entrega sin comparación. Un par de manos frías y otro par de manos cálidas que acariciaban y se complementaban, que desvestían suavemente prenda por prenda en donde dos almas expuestas se hallaban en el contacto de sus pieles, de sus bocas, y de sus mentes; esas que divagaban, que se perdían en la intimidad culposa donde el universo los colocó; tentándolos a realizar actos para ir a la par de sus instintos; resultaba imposible suprimir aquello que anhelaban.

No podían desistir de los labios ajenos, cuya sensación era como la nicotina para un adicto al cigarro.

Sus alientos frescos se mezclaban, mientras sus bocas besaban apasionadamente cada parte expuesta sin detenerse. Las caderas se meneaban con cada empuje, y los jadeos cada vez eran más sonoros. Los dos corazones que rápidamente se amaban con un bello palpitar acelerado, creían escuchar al cielo estremecerse, donde los árboles que con el viento, igualaban sus movimientos y se mecían como ellos con rapidez y suavidad.

Una noche de tormenta que los admiraba y una luna llena brillando en lo alto del cielo, que a pesar de estar cubierta por las nubes, los contemplaba a ambos orgullosa; la lluvia se encargó de acallar a dos personas que desesperadas no dejaban de entregarse, sintiendo a sus cuerpos ardiendo en un invierno crudo con todos sus sentidos.

Sus ojos se conectaron por una milésima de segundos. Un celeste puro y un rojo intenso. Toda su vida pasó por delante de ellos. De pronto sus pupilas se dilataron a tal punto que la oscuridad terminó apoderándose de su conciencia, esa misma que pendía de un hilo de cordura.

Entonces llegó un dolor agonizante; gritos, una cabaña ardiendo en llamas, terror, lágrimas.

Y así fue cómo sucedió, de pronto aparecieron unos ojos celestes puros grandes y tiernos ante él. Poseía un cabello rubio, y una sonrisa que removió cada fibra de su cuerpo.

Sus ojos empezaron a desprender lágrimas, mientras su pecho continuaba doliendo. El pequeño bebé de cabellos rizados le extendía los brazos, y él seguía allí, llorando estático. No podía moverse, pero anhelaba con todo su ser poder acercarse más.

Cayó de rodillas frente al moisés marrón; tanta era la fuerza que implementó para poder llegar hasta el pequeño y romper con esa barrera invisible que se lo impedía, que terminó por rendirse con más que dolor en su cuerpo. Cuando levantó la mirada, notó que a su alrededor sólo habían llamas que consumían la madera de esa cabaña con cada segundo. El momento fue instantáneo, de repente sintió un peso extra en sus manos, y al mirarse los brazos, se encontró con el mismo bebé quién ya no lo miraba ni sonreía como hace un momento. Tenía ambos ojitos cerrados, y yacía inmóvil en sus brazos donde sangre manchaba sus cabellos dorados y caía por su frente. La imagen era atroz.

Taehyung soltó un grito desgarrador que lastimó su garganta. Se resistía a la idea de soltar el pequeño cuerpo del bebé carente de vida. Sin embargo, el sonido que escuchó de repente a sus espaldas, le hizo voltear asustado.

Se trataba de un hombre cuyo rostro no visualizó; parecía una sombra con ojos dorados.

- No, por favor no. -rogó arrastrándose en el suelo, presionando el pequeño cuerpo contra su pecho, y sin quitar los ojos de la lanza que sostenía el contrario en su mano- No lo hagas, como tu príncipe te lo ordeno. -Taehyung no sabía por qué decía lo que decía, era como si no se tratase de él. Aunque de hecho fuera su voz.

Hoja en Blanco -KookV- [omegaverse]Where stories live. Discover now