Capítulo 25

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En cuanto mi madre me dejó frente a la casa de la abuela, me despedí rápidamente de ella y me aseguré de que se marchara antes de entrar furtivamente.

La ubicación de las llaves era muy fácil, siempre las guardaba sobre una maceta, específicamente sobre sus geranios.

Al estar dentro, me fui directo a la sala, pero para mi mala suerte allí ya no se encontraban las espadas de Uzui-san. Mi mundo se vino abajo en cuanto me percaté de ello. ¿Dónde las habría puesto mi abuela ahora? Traté de pensar en los posibles lugares donde pudieran estar y vino a mi mente el viejo almacén del abuelo, quien allí guardaba celosamente sus objetos más preciados. Entonces me dirigí rápidamente al ático y me topé con que la puerta estaba bloqueada.

—¡Pero qué mierda! —exclamé enfadada dándole una patada a la puerta, la cual se abrió de golpe ante mis ojos —Vaya, al menos no estoy tan salada el día de hoy —murmuré.

El aroma a humedad y a libros viejos golpeó mis fosas nasales enseguida y no pude evitar hacer una mueca de desagrado ante eso. El tapiz de las paredes se estaba cayendo y había algo de polvo sobre todas las cosas que estaban allí amontonadas, pero entre todo eso había algo que sobresalía. El par de espadas de Uzui-san estaba allí, sobre una cajonera antigua.

—Seguramente mi abuela las puso aquí para que no lastimaran a nadie —me dije a mí misma mientras mis dedos recorrían la cadena brillante de aquella arma —Será mejor que me dé prisa.

Tomé aquel objeto pesado, lo apreté contra mi cuerpo y cerré los ojos dejándome caer al piso, pero no resultó. No viajé al período Taishō, sólo me había ganado un golpe y un dolor de espalda.

—¡Mierda! —grité, mientras pensaba en lo que menos quería hacer. Lastimarme a mí misma era mi último recurso ahora —Si me hiero de gravedad quizá yo…

—¿T/n, estás allí? —escuché la voz de mi abuela, quien comenzaba a subir las escaleras.

—Sí, abuela —respondí enseguida, tratando de levantarme del suelo rápidamente.

—¿Qué haces aquí? —me preguntó con curiosidad en cuanto se asomó por la puerta.

—Estaba buscando el álbum familiar de mi bisabuelo —mentí.

—Está dentro de la cajonera —indicó ella aún en la entrada —Iré a preparar algo de chocolate caliente, seguramente querrás que te cuente sobre la historia de cada fotografía y no hay nada mejor que una bebida caliente para este clima mientras vemos esas fotos antiguas.

Mi abuela parecía bastante animada, así que tuve que dejar de lado el verdadero motivo por el cual estaba allí.

<<Ella no soportaría verme moribunda nuevamente si hago eso>> pensé algo desanimada, mientras cerraba la puerta dándole un último vistazo a las espadas de Uzui-san.

Cuando mi abuela llegó a la sala con dos tazas humeantes sobre una bandeja y una caja de galletas de mantequilla, sacudí el álbum polvoriento y se lo entregué a ella.

Mi abuela suspiró hondo y una tenue sonrisa apareció sobre su rostro, mientras sus dedos abrían aquel libro lleno de fotografías antiguas.

Las primeras imágenes mostraban a mi bisabuelo el día de su boda, en algunas páginas más adelante estaban sus hijos y momentos familiares en distintos lugares. Se notaba que ellos viajaban mucho alrededor del mundo.

—Cuando mis hermanos crecieron, tu bisabuelo dejó de llevarlos con él —dijo mi abuela nostálgica —Era más fácil para él viajar en solitario y dejarlos con mamá, así gastaba menos y podía traer más regalos a casa. Yo todavía no nacía cuando él hacía esos viajes alrededor del mundo —agregó con una risa y dio vuelta a la página. Mis ojos observaron todo rápidamente, pero hubo un rostro familiar que me hizo mirar dos veces la misma foto.

—Oye abuela, esa fotografía… ¿En qué parte del mundo fue tomada? —dije, indicando una foto donde salía un hombre alto al lado de mi bisabuelo.

Mi abuela tardó en responder, mientras pensaba el lugar exacto. Abrió la boca ligeramente, quizá iba a decir un país al azar, pero enseguida se dispuso a sacar la fotografía de aquella pared de plástico transparente y miró el reverso de esta.

Japón, 1918. El Sr. Uzui y yo. Espadas dobles de nichirin recién adquiridas.

Una sonrisa se dibujó en mi rostro y mi abuela pudo notarlo.

—Era muy apuesto —dijo repentinamente —Hablo del japonés alto y musculoso —rio.

—Sí, lo es —afirmé y una punzada en mi pecho me hizo sentir triste. Deseaba con el alma volver con él y poder escuchar su voz nuevamente —Abuela, ¿crees que él aún vive? —ella me miró y negó con la cabeza.

—No lo creo, cariño. Es muy raro que alguien llegue a los cien años de edad —expresó.

—Tienes razón —dije cabizbaja, mientras tomaba un sorbo del chocolate caliente.

Luego de esa visita, volví a mi casa caminando. Me encontraba desanimada y muy triste. El haber fallado en mi misión me hizo sentir ansiosa y me puse a investigar sobre los viajes al pasado. Leer varios artículos enfocados en temas de física cuántica y fundamentos científicos demasiado complejos me hizo entender que esos temas eran tan complicados y que fui muy afortunada de haber podido viajar al pasado sin utilizar ninguna clase de ayuda de científicos y máquinas del tiempo.

Una lágrima rodó por mis mejillas, mientras recordaba lo que hubiera sucedido si tan sólo no me hubiera apartado de Tomioka-san cuando Shinobu-san dijo aquellas palabras hirientes sobre el sexy playboy de ojos color granate.

—Uzui-san… Tal vez si duermo un poco quizá pueda volverte a ver en mis sueños —pensé, sin saber que tendrían que pasar algunos años hasta que al fin pudiera reencontrarme con él.

Vidas Pasadas (Uzui Tengen x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora