Capítulo 5.

1.4K 89 8
                                    

Viernes:

Estaban de camino a casa de Alex y mientras Lenna estaba demasiado entusiasmada, Anna sentía los nervios a flor de piel.

A las nueve y diez estacionaron en la entrada, ya había gente fuera hablando y pasándoselo en grande. Al salir del coche Anna se acercó a su amiga como una lapa intimidada por la grandeza de aquello.

Al entrar, solo se veía vasos rojos rodar de mano en mano, solo se oía música estridente y solo olía a alcohol, humanidad y mucho perfume mezclado.

Lenna la cogió de la mano y la arrastro escaleras arriba, hacia el segundo piso. Ahí la cosa estaba muchísimo más calmada por no decir que no había ni un alma excepto la de Alex. Para Anna era suficiente.

Él llevaba puesto una camiseta ajustada y unos pantalones cortos, pero lo más importante según Anna, una sonrisa demasiado bonita como para ser real. En serio, seguía sin entender cómo es que las chicas no se le tiraban al cuello.

Si fuese menos tímida lo haría...

- Bienvenidas chicas, tenéis el baño a la derecha y todo el tiempo que queráis, nadie puede subir a este piso.

Ella seguía sin creer que iba a ducharse en una casa ajena, pero no de cualquiera sino Álex. Sin poderlo evitar sus mejillas comenzaron a arder de sobremanera. Miró a su alrededor intentando hacerse la distraída para no caer en los ojos de aquel guaperas.

- ¡Perfecto, muchas gracias!- respondió Lenna con una gran sonrisa.
Anna sonrió agradecida y siguió a Lenna por el pasillo. No sé veía con fuerzas para poder hablar. Así es, lo que provocaba aquel chico en ella no era normal, y si a eso se le añadía que Anna lo vivía todo con mucha intensidad, pues...

Media hora después seguía apoyada en la pared esperando que su amiga saliese del baño.

- Solo aviso que a este paso acabará antes la fiesta que tú - gritó para hacerse oír y volvió a buscar por quinta vez mirando la hora en su móvil.

- Ja ja, ya salgo. Solo me queda arreglarme un poco el pelo. ¡Esto es indomable! - puso los ojos en blanco y acabos por sentarse en el suelo. Estaba cansada de estar de pie.

Sino fuese por la música que hacía latir la casa, se hubiese echado una cabezadita ahí mismo. La verdad es que ganas no le faltaban pero solo pensar en que el amor de su vida, o al menos eso creía ella, estaba en el piso de abajo la hacía despertar más rápido que los cafés negros que se tomaba cuando tenía exámenes.

Ya dentro del baño se miró al espejo y vio lo que al parecer nadie notaba, bolsas negras bajo los párpados, cara demasiado pálida y algunos kilos de más. Sí, se podría decir que su aspecto había cambiado, pero no lo suficiente. Al subirse la camiseta podía enganchar grasa del vientre y de los costados. Bufó por sexta vez y se desvistió cara a la pared. No quería mandar a la mierda esa noche.

Congelada de frío pese a las altas temperaturas, se metió en la bañera, muy espaciosa y bonita por cierto, e intento calentarse el cuerpo con el agua, pero era casi inútil.
Después de acabar de ducharse, recogió todo el pelo que últimamente se le caía y lo tiró el taza del váter. Pero pese al ruido de la cisterna pudo escuchar como alguien giraba el picaporte.

¡Mierda!

Se arrinconó en la bañera intentando tapar las partes fundamentales, asegurándose de que la cortina estaba corrida, mientras su corazón y su mente iban a mil por hora.

¡Malditas puertas sin pestillo!

- ¡Oh, perdona! Creía que ya habíais acabado. Me voy. Lo siento - ¿Esa voz era de Álex?

- No, y-ya he acabado. ¿Me podrías pasar la t-toalla por favor? - ¿Qué? ¿¡Qué dices!?

Lo intentó pero debido al susto y a la adrenalina que corría por sus venas, las piernas no le funcionaban lo suficiente como para ponerla en pie y a ello añadiéndo el mareo que se instalaba en su organismo.

¡Solo me faltaba esto!

- Eh... Sí, claro... - dijo dubitativo, una mano apareció en el campo de visión borroso de Anna y ésta la cogió con rapidez.

Cómo pudo se la envolvió en su cuerpo y al oír como el picaporte volvía a girarse, gritó.

-¡No! No te vayas... Creo que me encuentro un poco mal - roja por tener que pedirle eso justamente a él - ¿Podrías echarme una mano? - el miedo era más fuerte que la vergüenza y la verdad es que no le hacía demasiada gracia desmayarse en el baño prácticamente desnuda.

La cortina fue corrida hacía un lado y el rostro preocupado de Álex hizo que Anna se acurrucase más en la bañera.

- ¿Estás bien? Mierda, me has dicho que no... - la abrazó con una mano por la espalda y la puso en pie - ¿Puedes mantenerte?

A Anna ya le pitaban los oídos y las palabras de Álex se le entremezclaban en la mente. Se apoyó en él y dejó su cabeza en su hombro derecho.
Ya no escuchaba nada, no veía nada pero oler, olía y muy bien...

- Creo que... Yo, yo... me voy a desmayar... - susurró intentando advertirle pero Álex ya la cogía con fuerza por la cintura e intentaba despertarla - Mmm... Tu perfume...

Y con esas palabras su mundo se desconectó.

- ¿Anna? ¿Anna? ¿Me oyes? - no recibió ningún tipo de respuesta - ¡Mierda, mierda, mierda!

Pasó la otra mano por sus huesudas rodillas y la sacó del baño. La metió en su habitación y con mucha delicadeza la posó en su cama.
Estaba muy pálida y en su pequeño cuerpo se le marcaban todo tipo de huesos.

- ¿Qué te está pasando, Anna?

Ayúdame (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora