Capítulo 1: Hogar dulce hogar o algo así...

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Kaori caminaba despacio por el sendero polvoriento, sintiendo el peso de cada paso. A lo lejos, podía distinguir el contorno de Konoha, las murallas altas que resguardaban la aldea que había sido su hogar.

"¿Hogar?" pensó, arqueando una ceja.

El término le parecía ridículo en ese momento. Dejó escapar un suspiro largo y pesado, como si intentara soltar la carga de pensamientos que rondaban su mente.

"Tanto tiempo insistiendo en que cumpliera esa misión para luego llamarme de vuelta a la mitad", reflexionó, pateando una pequeña piedra.

Observó cómo rebotaba antes de perderse entre la maleza. 

"Eso es lo que soy para ella. Algo que puede mover y usar según su conveniencia, no esperaba menos, madre"

El camino se extendía frente a ella, pero Kaori no tenía prisa. La idea de volver no le provocaba emoción alguna. Pensar en su madre solo le traía una mezcla de incomodidad y cansancio. Claro que la amaba; después de todo, era su madre. Pero el amor no siempre era suficiente para borrar los rastros de resentimiento que había acumulado con los años, los cuales no eran pocos.

Habían pasado dos años desde la última vez que cruzó esas puertas. Dos largos años llenos de misiones imposibles que la habían llevado a lugares lejanos y peligrosos.

Se detuvo un momento, su katana golpeando ligeramente su pierna, y dejó que la realidad la golpeara. 

"Dos años sin verla, y no estoy emocionada. ¿Qué dice eso de mí?"

Sacudió la cabeza, intentando librarse de esos pensamientos. 

"¿Soy una mala hija o es que ella simplemente es insoportable?" El conflicto la perseguía incluso mientras avanzaba, cada paso cargado de dudas.

Finalmente, las grandes puertas de Konoha se alzaron ante ella. A pesar de su actitud indiferente, no pudo evitar que algo en su pecho se agitara. Todo parecía... diferente.

Las calles estaban más animadas, las fachadas de las tiendas recién pintadas, y había una energía en el aire que no recordaba. La gente caminaba con una soltura que no había visto antes, sus rostros iluminados por sonrisas que parecían genuinas.

"¿Qué pasó aquí?" se preguntó, sus ojos moviéndose de un lado a otro, capturando cada detalle.

Un grupo de niños corría detrás de una pelota, riendo con tanta fuerza que sus risas resonaban por las calles. Más allá, una anciana regañaba cariñosamente a un joven mientras le vendía frutas frescas.

La pelinegra se obligó a mirar hacia otro lado, apretando los labios. Era como si el mundo hubiera cambiado mientras ella estaba ausente.

Y no sabía si encajaba en ese cambio.

Una figura familiar la sacó de sus pensamientos. Su madre, Mitarashi Anko, corría hacia ella con los brazos abiertos, como si estuviera protagonizando algún drama ridículo.

Kaori dejó escapar un suspiro, su habitual ceño fruncido relajándose ligeramente al ver la sonrisa exagerada de su "dulce" madre.

—¡Kaori, hija! —exclamó, lanzándose a abrazarla sin dudarlo.

La kunoichi se quedó inmóvil por un momento antes de devolver el gesto, aunque con menos entusiasmo. Cerró los ojos, permitiendo que el aroma de su madre —una mezcla de hierbas y metal— la envolviera.

Por un instante, se sintió como una niña otra vez. Pero el momento fue breve. Con un movimiento brusco, se apartó del abrazo.

—Madre —murmuró, su tono más frío de lo que pretendía.

Ninken [Kiba Inuzuka]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora