Kaori se debatía internamente mientras sus ojos se posaban en la imponente puerta de la casa Sarutobi. Habían pasado años desde que estuvo allí, pero los recuerdos seguían siendo vívidos, tanto como el nerviosismo que ahora la invadía. Respiró profundo, contemplando por un momento el distrito Sarutobi, un lugar que siempre había admirado por su serenidad y elegancia.
Habían pasado un par de días desde que descubrió que Mai, su prima mayor, era la pareja de su nuevo amigo Shikamaru. Esa revelación había sido inesperada, pero lo que realmente la inquietaba era el enfrentar de nuevo ese rincón de su infancia que tantas emociones contrastantes evocaba.
Finalmente, decidió tocar la puerta. Un, dos, tres golpes resonaron suavemente, y casi al instante escuchó pasos acercándose desde el interior. Se tensó, preguntándose por qué sentía ese revoltijo en el estómago.
Después de todo, esta era la casa de Kurenai y Asuma, personas que le habían brindado un refugio cálido en los momentos más duros de su vida.
La puerta se abrió lentamente, revelando a una joven castaña que le dedicaba una gran sonrisa.
—¡Kaori-chan! —exclamó Mai con entusiasmo.
Kaori parpadeó sorprendida ante la efusividad de su prima. No esperaba ser recibida con tanta alegría, pero tampoco podía ignorar la calidez que aquella bienvenida le transmitió.
—Hola, Mai —respondió la pelinegra, su tono más reservado.
—¡Ven, pasa! —dijo la castaña, abriendo la puerta por completo y haciendo un gesto para invitarla a entrar—. Prepararé té, seguro tenemos mucho de qué hablar.
La chica asintió, cruzando el umbral con pasos vacilantes. Al hacerlo, las memorias de su infancia volvieron a inundarla.
Recordó las veces que había cruzado esa misma puerta, siempre en condiciones distintas a las de ahora. No eran visitas casuales ni alegres, sino momentos en los que, malherida por los implacables entrenamientos de Anko, era llevada a esa casa donde los padres de Mai la curaban con una amabilidad y ternura que rara vez experimentaba en su propio hogar.
Esos recuerdos no solo evocaban gratitud, sino también emociones más complejas.
Ella sentía celos de Mai en aquella época, aunque no lo admitiera fácilmente.
¿Cómo no sentirlos? Mai había tenido todo lo que ella siempre había anhelado: una familia que la cuidaba, una infancia protegida, y la libertad de vivir acorde a su edad, sin la constante presión de convertirse en una máquina de combate.
Por otro lado, Mai había sentido algo muy distinto hacia Kaori en su infancia: miedo.
Siempre que veía a la pelinegra llegar, con heridas y golpes evidentes, pero sin una sola lágrima en sus ojos, la percibía como alguien inhumano. A los ojos infantes de ella, Kaori era un robot imparable, alguien que no solo superaba sus propios límites, sino que parecía haber nacido para soportar un dolor que aterrorizaba incluso a quienes lo presenciaban.
Ambas sabían que, aunque eran primas, sus vidas habían sido tan diferentes que nunca se sintieron realmente cercanas. Con el tiempo, la distancia solo creció.
Cuando Mai ingresó a la academia ninja, Kaori no pudo seguirla. Anko había decidido que su hija no necesitaba esa formación "básica". Y mientras Mai comenzaba a ir a misiones y a construir amistades, Kaori desaparecía en un mundo de soledad y entrenamientos extremos.
Ahora, después de tantos años, estaban frente a frente.
Siguió a Mai a través de la casa, sintiendo cómo los recuerdos de su infancia la envolvían en cada paso.
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Ninken [Kiba Inuzuka]
RomanceEn un mundo de shinobis, donde el acero y el chakra son el lenguaje de la vida, Kaori nunca imaginó que el aroma a vainilla sería su carta de presentación. Recién llegada a Konoha, su presencia despertó curiosidad, rivalidades y algo más profundo e...