Capítulo 13: Una cita con un ¿perro?

1.1K 85 8
                                    

La chica estaba tirada en el suelo de su casa, rodeada de pergaminos desordenados, dejando escapar un largo suspiro de frustración.

—¡Nunca más quiero volver a organizar un estúpido examen!— exclamó, agitando un pergamino frente a ella.

Anko se acercó tranquilamente, con una taza de té caliente en la mano, y se la ofreció a su hija.

—Nunca digas nunca, querida —respondía con una sonrisa mientras tomaba asiento frente a ella.— Mañana ya acaba todo. Tranquila, luego nos iremos a las aguas termales por un par de días. Te lo ganaste.

Kaori suspiró profundamente, tomando un sorbo de té.

—Ojalá tengas razón. Aunque no entiendo por qué tengo que aprenderme esto si ni siquiera es mi responsabilidad directa.

La mayor arqueó una ceja, tomando uno de los pergaminos de la mesa.

—Porque es nuestro deber entender lo que pasa y actuar si algo sucede. Nunca sabes cuándo podrás necesitar esta información.

La pelinegra la miró con una mezcla de incredulidad y temor.

—¿Nada va a pasar, verdad?

—Por supuesto que no —respondía su madre sin dudar, aunque su mirada estaba fija en el pergamino. Kaori no estaba convencida.

—Eso mismo dijiste hace un mes, y terminé con un pie fracturado. Sin contar que aún no sabemos qué está tramando Orochimaru —agregó, cruzándose de brazos.

Anko encogió los hombros, restando importancia al comentario.

—Ya pasó un mes, dudo que vuelva.

Kaori resopló.

—Nunca digas nunca, Anko —respondía con un tono burlón mientras guardaba los pergaminos y se levantaba.— Suficiente por hoy. Necesito dormir.

Besó la frente de su madre antes de desaparecer por el pasillo en dirección a su habitación. Una vez allí, se metió al baño para darse una ducha caliente. El agua cayendo sobre su piel aliviaba la tensión acumulada del día. Ya era casi medianoche cuando salió del baño y se puso su pijama.

Observó la luna desde la ventana de su habitación, tratando de relajarse después de un largo día de organizar los pergaminos para el examen. Justo cuando estaba a punto de acostarse, escuchó un sonido familiar: pequeñas piedritas golpeando el cristal. Frunció el ceño y se acercó con cuidado.

Allí, en la calle, estaba Kiba junto a Akamaru. Sus ojos brillaban con una mezcla de nerviosismo y determinación. Suspiró antes de abrir la ventana.

—¿Sabes qué hora es? —preguntó mientras se deslizaba con agilidad para bajar junto a él.

—Lo sé, lo sé —dijo Kiba, rascándose la nuca con nerviosismo—. Pero tenía que verte.

Kaori alzó una ceja, cruzándose de brazos.

—¿Y no podías esperar hasta mañana?

—Bueno... no exactamente. Verás... Akamaru insistió. —Levantó al pequeño perro blanco, que miraba a la chica con una expresión casi culpable.

—¿Akamaru? —preguntó ella, su tono divertido—. ¿Y qué es tan importante que no podía esperar?

El chico respiró hondo, como si estuviera a punto de enfrentarse a un enemigo formidable.

—Queríamos... digo, quería saber si... si nos acompañarías mañana a la final de los exámenes. —Su voz temblaba ligeramente al principio, pero terminó con una firmeza improvisada.

Ninken [Kiba Inuzuka]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora