Capítulo 2

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Cuando Son Milk presentó un retraso de más de una semana en su periodo, literalmente se desmayó, no tenía ni un solo pelo de tonta y sabía de qué se trataba pero quizo comprobarlo, así es que personalmente asistió a la farmacia en busca de la prueba de embarazo más efectiva que hubiese en ese entonces en el mercado, y en efecto dio positivo. Llevaba más de doce años cuidándose y para ella ese descuido representaba una pesadilla.

Su esposo y su pequeño Gohan, que en ese entonces tenía once años, saltaron de felicidad, sin embargo Milk siempre se había caracterizado por tener cada detalle de su vida planeado y en su cabeza no cabía la idea de tener un segundo hijo; además estaban a punto de hacer inversiones considerables en su pequeña cadena de cafeterías, que hasta el momento eran 2, y no había presupuesto para un gasto inesperado. Por lo tanto, definitivamente no podía llegar un nuevo bebé.

Sacó cita con el ginecólogo lo más rápido que pudo y ante el desacuerdo de Goku y las súplicas del pequeño Gohan que rogaba tener un hermanito, se dispuso a comenzar el tratamiento para expulsar cuanto antes ese pequeño óvulo fecundado de su cuerpo.

Nueve meses más tarde Goten ya se encontraba en casa, porque nunca fue capaz de deshacerse de su pequeño. No es que estuviera en contra del aborto pero en su caso no había motivo para hacerlo, tenía buena edad y el crecimiento de sus negocios podía esperar, entonces podían dar la bienvenida al más pequeño de los Son.

Y así fue como dio inicio una nueva etapa de sus vidas. El bebé se había convertido en su adoración, los tres se dedicaban a hacerlo tan feliz que cuando cumplió un año era común que el pequeño soltara risitas estando dormido, rara vez se despertaba llorando.

Gohan lo adoraba tanto que le gustaba asomarse en su cuna a verlo mientras dormía, era su hermanito, su pequeño que había llegado de improviso, quien le inspiraba tanta paz y a quien había jurado proteger por siempre. Acariciaba su cabello y Goten solía abrir sus ojitos entre las sonrisas que le provocaban sus sueños para encontrarse con el rostro de su hermano mayor, a quien ya se sentía tan apegado desde entonces.

Sin embargo, en una ocasión no fueron las caricias de Gohan lo que lo despertó, si no el picoteo incómodo de un pequeño dedo sobre sus mejillas, y al abrir los ojos entre un puchero de molestia y sentimiento tampoco fue el rostro de su hermano lo que vio, si no un par de ojos azules que lo observaban curiosos entre los barrotes de su cuna. El color de esa mirada había llamado su atención, por lo que él también estiró su manita en afán de tocarlos.

–¡Trunks! ¡Despertaste a Goten! –dijo con cariño Bulma al entrar en la habitación y atrapar a su hijo en el acto.

–¿Descubriste a Goten, Trunks? –dijo Gohan entrando tras su tía Bulma –¡Goten! él es Trunks, es nuestro hermanito de otra mamá, dile ¡Hola Trunks! –Gohan había cargado a su hermano y le movía su manita en señal de saludo.

–¡Hola Goten! –decía tiernamente Bulma agitando la mano de Trunks, siguiendo el juego a Gohan –Tienes un hermanito Trunks, vas a jugar mucho con él ¿verdad? ¿Te gusta?

–¿Ete mamá? –balbuceaba el pequeño de cabello lila, quien se había quitado su chupón y con la misma mano señalaba a Goten, viendo primero a su madre y luego al tímido pequeño.

–Sí mi cielo, él es tu hermanito –respondía Bulma.

Por su parte, el pequeño de ojos azabaches solo lo miraba confundido aferrándose a su hermano mayor.

Fue de está manera como comenzó a ubicar a Trunks, su presencia era muy recurrente ya fuera porque tía Bulma los visitara en la montaña Paoz o porque ellos fueran a Capsule Corp. Milk y Bulma eran muy buenas amigas, Goku y Bulma se conocían de años y se consideraban hermanos, su relación fraternal era muy estrecha. Por eso fue que cuando Goku conoció a Milk, Bulma la recibió con los brazos abiertos.

Por otra parte, Goku tenía un pariente lejano con quién frecuentaba el contacto ya que ambos compartían devoción hacia las artes marciales. Cuando Bulma lo conoció, aunque el hombre poseía un carácter frío y cerrado, quedó perdidamente enamorada de él, tiempo después se casaron y se encargó de entibiar el corazón de aquel hombre que a simple vista parecía despiadado.

Esta unión tan especial entre las dos familias se reflejó en los hijos de ambas parejas. Goten y Trunks crecieron juntos, se conocían prácticamente desde que tenían memoria y con el paso del tiempo formaron una relación estrechamente fraternal. Gohan también formaba parte de esa relación, los pequeños lo adoraban pero la diferencia de edades centraba la cabeza de Gohan en otros asuntos de los que los más jóvenes aún no estaban listos para hablar.

Goten aprendió a caminar para poder llevarle el ritmo a Trunks, a quien trataba de imitar febrilmente; este por su parte se sentía elogiado, se enaltecía de saber que era el modelo predilecto de Goten.

LA VÍCTIMA NÚMERO OCHODonde viven las historias. Descúbrelo ahora