Un mes antes de mudarse a casa de los abuelos.No logró conciliar el sueño ese fin de semana, se sentía culpable, sentía vergüenza de haber juzgado mal a Mai y a sus hermanos.
La culpa no lo dejaba descansar, había permitido que los rumores negativos sobre la actitud de Mai y sus hermanos se esparcieran por el instituto, y en la mayoría de estas habladurías él salía a relucir, pues ya muchos hablaban sobre lo mal que trataban al pelinegro. Goten mismo los había escuchado, pero no había desmentido aquellos pensamientos que tenían los demás alumnos sobre los primos de Trunks.
Y Goten ya no quería eso, quería aclarar que todo aquello eran malentendidos, quería devolver a esos chicos la imagen que por su culpa habían perdido, a fin de cuentas ellos tres eran muy importantes para Trunks, y Goten no sería capaz de perjudicar a aquellos a quienes Trunks amara.
Como lo tenía planeado, el lunes a la hora del almuerzo caminó hacia la mesa donde se reunían, Trunks ya estaba allí y poco tiempo después llegó Marron; los lunes le tocaba a esa chica popular almorzar con ellos.
Goten notó la mueca de desagrado en el rostro de Mai cuando él se acercó, pero ahora entendía que aquel sentir de la chica estaba justificado y haría todo para solucionarlo.
Se sentó en el lugar de siempre, entre el pelilila y la rubia, quienes lo recibieron con un abrazo. Los otros, como era costumbre saludaron hipócritamente.
Y no quiso esperar más, solo quería sacar esa culpa de su alma.
–Yo... tengo algo que decir –dijo cabizbajo, tragando saliva, su tono era cansado y estaba nervioso pues jamás había estado en una situación como tal. Los cinco chicos lo observaron con curiosidad.
Suspiró.
–Quería pedirles una disculpa por todo lo que últimamente ha estado pasando –respiró agotado– creo que malinterpreté algunas cosas y no me di cuenta de las consecuencias.
–Malinterpretaste –resaltó Mai esa palabra en un tono sarcástico y cortante– Malinterpretaste algunas cosas –dijo nuevamente– ¿y se supone que debo aceptar tu disculpa después de todo lo que has provocado?
–Yo... no quería... –titubeó Goten, pero la chica no lo dejó continuar.
–¿Tú no querías qué? Goten –interrumpió– ¿tienes idea de lo que he tenido que soportar los últimos meses?
El pelinegro negó con la cabeza, asustado ante el gesto de desaprobación que Pilaf y Shu le dirigían, sus ojos comenzaban a cristalizarse.
Marron y Trunks observaban sorprendidos sin poder intervenir, sin saber de qué lado ponerse.
–Pero está bien –continuó Mai con un tono resignado– voy a tratar de sobrellevar todo lo que has provocado –se paró de la mesa con aires de molestia– y de verdad espero que medites todos tus actos –dijo antes de marcharse seguida por sus hermanos.
Lejos de tener la tranquilidad que buscaba, el pelinegro se sentía más atormentado, se encontraba cabizbajo tratando de contener las lágrimas. Le resultaba increíble no haberse percatado de todo el daño que había provocado. No entendía cómo esas cosas habían llegado a tanto. Solo quería encontrar la forma de solucionarlo.
Su corazón se partía nuevamente en más y más pedazos.
Así fue como Mai otra vez se había salido con la suya. Sabía aprovechar cada oportunidad que se le presentaba para acomodar las piezas a su favor.
No solo se había ganado a Trunks y a Marron, ahora también tenía a Goten bajo sus chantajes.
Ese chico al que tanto odiaba ahora viviría suplicando su perdón, un perdón que no tenía razón de ser, pues Goten realmente no había hecho nada, pero para suerte de Mai el chico era la persona más inocente que había conocido, y lo envidiaba desde la primera vez que lo vio, envidiaba la pureza de su corazón, su carácter tan ingenuo que hacía que las personas lo amaran, la paz que inspiraba con solo verlo, sus facciones tan finas en ese rostro angelical de piel perfecta y lechosa.
Goten era la cosa más adorable que pudiera existir, y Mai no comprendía cómo una sola persona pudiera contener todas esas virtudes.
Ella se encargaría de corromper su dulzura, porque no había cosa que le causara más placer que verlo sufrir, y ahora lo tenía a su merced.
–Tienes que entenderla Goten –le dijo Trunks tras verla partir– ella está muy lastimada... y no es para menos, todo esto le ha afectado mucho.
–Ya se le pasará –decía Marron– solo dale tiempo y poco a poco te perdonará.
Goten solo afirmaba con la cabeza mientras una que otra lágrima recorría su mejilla.
Los días siguientes la chica se mostró seria no solo con Goten, si no también con Trunks y con Marron, a fin de cuentas eran sus amigos y a su parecer tenían que cargar algo de culpa.
Todo esto sumergió a los chicos en una situación por de más estresante, pues el pelilila y la rubia apreciaban a ambos y no podían inclinarse hacia un solo lado.
Goten hacía todo para tratar de integrarse y por si fuera poco sentía la presión por ser la causa del distanciamiento de Mai hacia Trunks y Marron.
Gracias al cielo poco a poco la relación con ellos dos mejoró, lo cual resultaba un alivio para Goten pues no pretendía arrastrar a ese par a sus problemas.
Después de unos días los veía charlando felizmente mientras se acercaba a la mesa para el almuerzo, claro está que cuando él llegaba los temas de conversación se agotaban, de repente el silencio reinaba y él tenía que esforzarse para encontrar un tema para convivir.
Luego pasó de las miradas molestas a simplemente ser ignorado. Por una parte porque ni Mai ni sus hermanos le dirigian directamente la palabra, y por otra porque eran tan astutos que giraban la conversación hacia temas en los que Goten no pudiera participar.
Hablaban sobre marcas de ropa, autos de lujo, programas de televisión de paga y de un sin fin de temas desconocidos para el pelinegro; su par de amigos solían explicarle algunas cosas, pero generalmente no podía más que escuchar.
Se esforzaba por encajar en un grupo donde no había lugar para él, en el que cada día se sentía más excluido, con personas que vivían en una realidad que a él le resultaba ajena.
Hacía todo lo que podía por entender sus albures, por no asustarse de sus malas palabras, por no ofenderse cuando hablaban mal de otras personas; realmente quería ser aceptado, quería no estar de más, porque si bien Trunks y Marron no eran iguales a los otros tres, sí los encontraban graciosos, junto a ellos las risas no paraban, una diversión que para Goten no tenía sentido, pero que él fingía entenderlo solo por poder convivir.
Cada día se ponía como meta agradarles, ya había intentado de todo, observaba su comportamiento para tratar de imitarlos, pero se sentía falso y de todas formas sólo conseguía que Mai torciera los ojos.
–Sólo tienes que abrirte Goten, tienes que compartir un poco más de ti, dejar que las personas te conozcan por cómo eres –aconsejó Marron en uno de esos escasos momentos en los que por azares del destino se quedaban unos pocos minutos solos y podían charlar íntimamente como antes. Goten le había contado a la chica su sentir.
Abrirse con ellos y compartir un poco más de él fue lo peor que el pelinegro pudo hacer.
–Y tú ¿con cuántas chicas has estado? –le preguntó Shu un día que los tres hermanos se quedaron solos con él, Trunks se había marchado a su clase extra y Marron había tomado el receso en algún lugar con alguno de sus infinitos amigos.
En esas ocasiones solían marcharse segundos después de Trunks para dejar solo al pelinegro, pero ese día justo cuando hacían ademán de levantarse Shu lanzo aquella pregunta, los tres hermanos se reacomodaron en sus asientos y observaron al chico con atención. Todos sabían la respuesta, pero les resultaba divertido que confesara abiertamente sus preferencias.
Goten pensó que era su oportunidad para lograr convivir, para poder acercarse un poco más a ellos y dejar de sentir ese rechazo bajo el cual lo habían castigado.
Recordó las palabras de Marron "tienes que compartir un poco más de tí," le costaba trabajo hablar de ello abiertamente, Goten no había salido del clóset y no se sentía preparado para hacerlo, pero no podía desaprovechar la oportunidad de ganarse a aquellos tres.
Tuvo la vaga idea de que compartiendo sus secretos lograría acercarse y de alguna manera intimar y ser aceptado.
Tragó saliva y se armó de valor para confesarlo, costaría trabajo pero pensaba que valdría la pena.
–Yo... a mí... ...bueno... no m-me gustan las chicas –lo dijo con palabras por primera vez en su vida, habló titubeando y despacio, tratando de evitar la mirada de aquellos chicos, se sentía nervioso.
Entre ellos se dirigieron miradas de complicidad, como si fueran tres bestias al asecho de una pequeña presa con la que estaban a punto de saciarse.
–¿Ahh sí? –dijo Pilaf– esto se pone interesante... ¿entonces te ponen en cuatro? –dijo nuevamente, provocando que los otros dos soltaran una risotada.
–¿¡Qué!? –Goten no entendió.
Los hermanos no paraban de reírse ante la inocencia del muchacho.
–¿Que si tú muerdes la almohada? –preguntó Shu maldosamente.
–mmm n-no –contestó el pelinegro sin entender nuevamente. Provocando más risas.
–Oye Goten –dijo Mai. Por fin le había dirigido la palabra después de semanas– entonces ¿tomas leche con popote?
El chico negó inseguro con la cabeza, de verdad no entendía ninguna de sus palabras. Pero los hermanos no paraban de reír.
Afortunadamente en ese momento llegó Mark, un amigo de Pilaf y Shu, igual de pesado que ellos, quien comenzaba a ser parte del grupo. Goten aprovechó la distracción para despedirse y regresar a su salón, aún le faltaban un par de clases para terminar.
–¡Adiós muñequita! –le gritó Pilaf irónicamente al verlo marchar, todos en el comedor fijaron su vista en el pelinegro, quien agachaba la cabeza con vergüenza.
A los pocos días toda la escuela se había enterado no sólo de que Goten era gay, si no también de que vendía su cuerpo por unas cuantas monedas, de que era experto en hacer sexo oral a los hombres, de que su técnica principal era fingir ser un chico inocente para que lo llevaran a la cama y después cobrar, de que le encantaba ponerse en cuatro para que hicieran con él lo que desearan y de un sin fin de habladurías falsas que el chico apenas podía comprender.
Incluso recibía mensajes telefónicos de personas solicitando sus servicios, ya que se corría el rumor de que su familia era tan pobre que habían decidido explotar el atractivo físico del chico para poder pagar sus estudios en una escuela tan cara. No tenía que esforzarse mucho para saber quiénes habían divulgado su número móvil en toda la escuela.
Cada día que pasaba era un martirio para el muchacho, había quienes aseguraban que los rumores sobre él eran falsos, pero otros tantos no desaprovechaban cuando se encontraban con él para jugarle bromas pesadas, para tocarle el trasero o lanzarle albures, incluso ya corrían en internet fotos y videos de cuando después de la clase de deportes entraba a los vestidores a quitarse la ropa para bañarse, claro que con uno que otro retoque que las sacaba de contexto para aparentar otra situación.
Llevaba meses sin dormir bien, el cansancio se reflejaba en su rostro, se mostraba disperso y le costaba trabajo poner atención en clase, lo cual comenzaba a reflejarse en sus calificaciones.
Estaba sumergido en un estado de estrés y depresión que no podía desahogar con nadie. Pues en casa no quería preocupar a su madre, y en la escuela no pretendía que Trunks y Marron sintieran la carga de cuidarlo, él quería demostrarles que podía sobrellevar la situación, quería hacerles ver que estaba a su altura y que había madurado.
Aunque era obvio, no se atrevió a acusar a los hermanos de haber inventado y difundido aquellas habladurías que lo atosigaban, no volvería a juzgarlos mal.
Trataba de engañarse él mismo buscando otras posibilidades.
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LA VÍCTIMA NÚMERO OCHO
FanfictionYa no queda duda, Goten está muerto! fue asesinado cruelmente por un asesino en serie. Cada miembro de la familia vive a su modo su duelo, Milk no tuvo tiempo de arreglar las cosas con él; Trunks creyó más en la palabra de Mai y ahora se siente culp...