Capítulo 5

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Aimar recién se despierta a las ocho de la noche del sabado.

Siente martillazos en su cabeza y cuando trata de levantarse, se detiene por un momento. Está totalmente desconocido con la realidad. El haber dormido más de catorce horas con resaca, haberse ido a dormir de día y despertar de noche lo tienen desorientado. No sabe ni qué día es. Prueba pararse una vez más de su cama, y esta vez lo logra. La habitación está vacia, y Pablo logra ver algo gracias a la luz que entra por su ventana. Se le estruja el corazon al instante.

Se dirige despacio hacia la fuente de luz, y escondido entre las cortinas, lo ve.

Lionel está sentado cómodamente en la silla de su escritorio. Sostiene un libro entre sus manos mientras lee y escucha música por sus auriculares. Es iluminado solo por la luz cálida de su escritorio que lo baña de dorado. Aimar contempla esta imagen con la misma delicadeza que alguien usaría para mirar una obra de arte. Sacude la cabeza para salir del trance, abre la puerta de su habitación y se dirige al baño para darse una ducha.

Pablo se siente un desconocido en su propio cuerpo.

Se ha sacado toda la ropa, y el espejo que tiene en frente le devuelve un cuerpo extraño para él. Sus labios están maltratados y partidos. Sigue recorriendo su cuerpo y llega a sus clavículas y pecho, donde Scaloni pintó manchas violetas de pasión en el lienzo. Mira sus muslos y unas punzada de dolor aparece cuando pasa sus manos por donde las de Lionel pasaron primero. Ambos se tocaron con tanta lujuria y descaro, que los demás pensarían que otra vez se trato de una pelea entre ellos dos. Esa conclusión no estaría tan alejada de la realidad, pero si Pablo se pone a analizar, esta vez peleaban para ver quién caia primero bajo el tacto del otro. Peleaban por ver quién de los dos era el más valiente para finalmente despojar de ropas a los dos, y dejar en descubierto años de ignorancia. Ignorancia de emociones intensas y resistentes, que imploraban por hacerse conocer.

Es por ese motivo que Pablo no reconoce su propio reflejo. Porque le muestra que anoche dejaron ver lo que de dia ocultan.

¿Acaso siempre se sintió de esta manera por Lionel?. Esa pregunta lleva a Pablo a hacerse otra mas ¿Entonces le gustan los hombres?.

Aimar sale de la ducha con esas interrogantes dando vueltas por su cabeza. Decide decirse una mentira piadosa a sí mismo, concluyendo que lo que pasó entre ellos dos no fue nada más que la calentura que ambos sentían en el momento. Además que el haber agregado alcohol a la ecuación, hizo que los dos no supieran qué estaban haciendo. El no sintió, ni siente, ni sentirá nada por Lionel. Y lo que los dos vivieron no va a cambiar ese hecho.

La estrategia de Aimar era simple: El lunes cuando tenga que verle la cara a Scaloni, va a fingir demencia y actuar como que no recuerda nada de lo que pasó. Tampoco le va a contar nada a nadie.

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El silencio era sepulcral y la incomodidad podia palparse en el aire. Ningún alma decía nada, evitaban a toda costa el rostro del otro. Lo único que se escuchaba era el eco de la escobilla de baño de Pablo golpeando el interior de los muchos inodoros del club que le faltaba limpiar. Por su parte, Lionel se encontraba en la otra punta, lavando los pisos.

El baño del club era un asco, Pablo contenía las arcadas cada vez que abría la puerta de algun cubiculo y se encontraba con la escena más desgarradora que un hombre pueda ver. Pulsa el boton del baño sin mirar, va a buscar un balde y limpia cualquier resto que pueda haber quedado para comenzar con el desinfectante y la escobilla. Le parecía totalmente injusto que a él le tocara pasar por una tortura mientras que Scaloni limpia los pisos con Poett de vainilla.

Mi vecinito [ScalonixAimar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora