Capitulo 26

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Pablo se encuentra en fila, botines atados, casaca puesta. Se escuchan los gritos afuera de la garganta, el público esperando a su equipo.

Pero eso no lo pone nervioso hoy, ni un poco. Lo que hace sus manos temblar y su respiración acelerarse, es saber que Lionel está allá afuera, esperando a ver el show. Esperándolo a él.

Un día parecido al de hoy estuvieron juntos esperando salir a la cancha, en la misma fila, con la misma camiseta y con las mismas ansias. Esta vez, tuvieron que esperar años, viajar de continente y recorrer todo un país para volver a encontrarse en un estadio de futbol. Pablo no puede dejar de dividir su vida en un antes y después de Lionel. Porque aunque no lo quiera, el pelinegro marco una diferencia abismal.

Antes de Lionel, Pablo era un pibe que no sabía de amor, al menos no del romántico, por lo que tampoco sabía como era ni cómo darlo. Sabia lo que quería y se levantaba todos los días para alcanzarlo. También estaba enojado consigo mismo y con el mundo, pero no sabía por qué. Solo sabía que patear la pelota lo hacía sentir bien y para el, eso era suficiente, no necesitaba amar a nada más. Podía todavía empujar sus preocupaciones a lo más profundo de su cabeza.

Después de Lionel, Pablo ya no se sentía tan seguro de eso. A los dieciocho pensaba que se las sabía todas, que había entendido las reglas del juego. Pero ahí entra Lionel para cuestionarle todo lo que creía como certero. ¿Verdaderamente podía vivir solo de la pasión que le provocaba el fútbol?. ¿Que iba a pasar con el cuando se tenga que retirar?. Veía a sus ídolos colgar los botines y dedicarse a su mujer y sus hijos. El, por alguna razón, no podía visualizarse así.

¿Que eran esas mariposas que sentía cuando lo veía? El no debería sentir eso por un hombre. ¿Que pasó con odiarlo desde que eran pequeños? Pablo tampoco estaba ya seguro de que eso era verdadero...

Lionel dejo su mundo dado vuelta, para bien. Dejo a la luz todo lo que Pablo creyó que era verdadero. Al final solo eran mentiras para la fachada de su persona.
Lionel le mostró lo hermoso que puede ser amar y dejarse ser amado. Le mostró que no es necesario estar siempre corriendo. La vida no era un constante últimos cinco minutos de partido. Que podía relajarse y disfrutar del juego, que quedaba mucho tiempo más para ganar.

Iba a disfrutar este partido.

El equipo sale a la cancha trotando y saludando al público. Pablo busca con la mirada a su chico, pero aún no lo encuentra.

Se posicionan y el árbitro indica el comienzo del primer tiempo. Pablo ya no se siente nervioso, está en su hábitat natural.

El primer tiempo está complicado, ambos equipos empiezan con todo y los remates al arco no se hacen faltar. De cualquier manera, termina cero a cero, yendo al vestuario para el entretiempo.

Es ahí donde su director técnico les da la tarea de seguir presionando, de seguir con la defensa atenta. El equipo sale una vez más para poner diferencia en el marcador.

Gracias a la presión constante, logran que el rival pierda la pelota en la defensa, quien se la pasa a los laterales. Pablo siendo mediocampista, comienza a avanzar hacia arriba, dejando abierta la posibilidad de pase. Recibe la pelota cuando está casi en la línea defensiva, gambetea hasta pasar a través de esta por el extremo derecho, tirando un centro para el nueve esperando frente al arco. Gol inmediato.

Pablo corre hacia su compañero para festejar, abrazándolo. Es ahí donde al dejar el abrazo y mirar hacia la tribuna, lo ve.

Casi detrás del arco del rival, en tercera fila. Esta tan cerca, Pablo se contiene de ir corriendo a abrazarlo. Levanta un dedo y saca su lengua señalándolo, totalmente feliz. El de rulos espera que Lionel no se haya perdido ni un segundo de la increíble asistencia que realizó.

Mi vecinito [ScalonixAimar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora