CAPÍTULO 9

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"NI IDEA"

Una chica de cabello corto y piel pálida, carita redonda y mejillas sonrojadas a causa del ejercicio, está tirada en el suelo con unas pequeñas pesas a sus lados.

—Me niego a seguir haciendo esto, es de lo peorcito en que me he metido en la vida. Después del problema con el sapo Freddy de la tía Dolores —sus ojitos marrones se abren como platos recordando la horrible experiencia pasada con la fea mascota de su tía.

Dos chicos frente a ella la miran como si de un pequeño libro se tratara. Parecía tan inmersa en su propia vida que había olvidado que más gente se encontraba a su alrededor.

Gotas de sudor perfilan su mandíbula y ella las seca con una toalla turquesa que estaba tirada junto a dos botellas de agua vacías.

—¿Necesitas ayuda? —el chico de cabello rizado se sienta en el suelo frente a aquella chica.

—Dí que no, te estoy salvando la vida —el rubio se tumba en el suelo boca abajo mirándose en el espejo frente a él.

—No te preocupes, muchas gracias —sonríe ella.

—Bien dicho —contesta Luis.

—Siempre me fío de los rubios —comenta ella asintiendo.

—Tienes buen gusto.

—Lo dudo —Adrián achina sus ojos mientras toca sus rizos perfectos frente al espejo.

—Soy Noa —sonríe ella.

—Luis —la mirada del chico se dirige a ella y sonríe plácidamente a la dulce chica de mejillas regordetas.

—Me gusta tu reloj —dice Adrián comprobando que sus músculos siguen tonificados.

La chica mira el reloj turquesa con un bonito unicornio hecho en diamantes Swarovski.

—Lo sé, yo misma lo diseñé.

—¿Qué estudias? —pregunta Adrián curioso.

—Historia del Arte y Fundamentos del Arte.

—¿Qué tiene que ver eso...?

—Yo dije: "turquesa y de unicornio". Y mi abuelo pagó.

La explicación de la chica es aplastante para ambos, Luis y Adrián ríen más a causa del tono único de Noa que de la simple explicación de la chica.

—Me voy, ya me he cansado de subir los tanques estos —señala a las pequeñas pesas.

—Espero vernos más a menudo —comenta Adrián sin dejar de subir unas pesas mucho más grandes que las de Noa.

—¿Cuál es tu habitación? —pregunta Luis mientras toma una foto suya en el gimnasio como si llevara horas trabajando esos bastos abdominales que tiene.

—Ala 2. Habitación 418.

—Illo que eso es la planta de arriba, que puto miedo chaval —dice Luis apartando el móvil de su pecho tras tomar la foto.

—Nos veremos mucho más seguido —confirma ella sujetando las botellas y la toalla en sus manos y sonriendo muy dulcemente a ambos chicos antes de irse.

—Es como un peluche —comenta Adrián cuando la chica sale del gimnasio.

—Confirmo.

—Confirmo

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