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Final.

30 DE ENERO

Estaba jugando junto a mi hijo en el parque. Estaba solo todo, solo eramos el, yo, y las muchas camionetas de seguridad.

No me encantaba tener a tantos hombres cerca.
Pero me gustana menos no tenerlos.

Me había distanciado de Alfredo, no quería que tenerlo cerca me hiciera cambiar de opinión. Solo lo veía cuando iba por Andy.

- Mi amor, quieres un helado?- pregunté al oír la musica del carro de helados.

- Sii!- Andy corrió hacia mi, lo cargué y lo llevé.

Pedimos dos nieves y volvimos a sentarnos. Tenía planeado un día solo nosotros dos.

Miraba a Andy correr y jugar por el parque solo. Se veía tan feliz que me hacía preguntarme si todo lo que había pasado era suficiente, si todo mi esfuerza había valido la pena.

Yo pude haberme esforzado un poco más para no dejarlo. Pero, nadie me enseñó a ser mamá. Jamás tuve un consejo de mi madre y francamente dudo haber tenido una madre.

Me enteré de quien era mi padre a los 20, me vendieron a los 17, no tuve una infancia muy buena y aún así. Mi hijo era feliz.

Claro que valió cada lagrima.

Ahora, mi mente estaba en el bebé que tenía en mi vientre. Samuel tenía razón, el no saldría en un año o dos. Y nunca habló de formar una familia cuando saliera. Me estaba dejando.

Estaba tan metida en mis pensamientos que no noté cuando mi helado comenzó a derretirse en mi mano, manchando mi pantalón con pequeñas gotas color verde y con mi brazo todo acaramelizado y pegajoso.

Me levanté al sentir una gota recorrer mi antebrazo y aterrizar en mi rodilla.

- Ay no, Andy vamos al baño mi amor- esperé que Andy se levantara y caminamos al baño.

Entramos y tiré el cono. Me paré frente al espejo, comencé a lavarme las manos como si mi vida dependiera de ello, una vez limpias mis manos con una toalla intenté limpiar las manchas de mi pantalón blanco pero no pude.

Comencé a estresarme por lo sucia que me veía y para terminar, me dieron ganas de ir al baño.

Nunca me han gustado los baños públicos. Menos, cuando no tenía con quien dejar a Andy.

Lo agarré de su manita y salí de ahí directo a las camionetas. El no entendía nada evidentemente pero no podía hablar.

- Mami, a dónde vamos?-

- Vamos a ir a casa para cambiarme y despues vamos a ir a comer pizza, quieres?-

- Sii!- dió un saltito de alegría en el asiento ocasionando que mi corazón se acelerara. No podía creer que lo tenía a mi lado.

Con cuidado lo jalé hacia mi y lo abracé.

- Vamos a poner música- hablé mientras conectaba mi teléfono al Bluetooth de la camioneta- cuál quieres?-

- La del tio Ovi- habló emocionado.

- Amas a tu tio Ovi-

- Sii, mami ya lo extraño. Cuándo lo podemos visitar?-

- Ahorita está ocupado, en cuanto pueda vamos a ir- sonreí.

Puse El Ratón y Andy comenzó a cantarla a todo volumen. Yo solo manejana y sonreía. Era demasiado feliz.

~𝑫𝒆𝒍 𝒐𝒅𝒊𝒐 𝒂𝒍 𝒂𝒎𝒐𝒓~    -terminada-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora