°Entre Dragones y Torres° Parte 1: Aemma

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°Entre Dragones y Torres°

Parte 1: Aemma

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"Hermosa, pequeña y frágil".

Fue lo que Otto Hightower pensó en el momento que vio a Aemma Arryn.

La niña de 10 años frente a él era hermosa con una elegancia única, se paraba recta para compensar su tierna estatura y era tan delicada como una flor como un futuro Omega debía ser aunque su temperamento era fuerte y coqueto haciendo travesuras con su primo menor y su prima mayor escondiéndose entre pasadizos y regalando sonrisas a cualquiera, fue por eso que Otto se enamoró de ella, estaba mal claro ella era la hija de una casa fuerte y además era la prometida del príncipe Viserys, en comparación al príncipe él no era nada más que un segundo hijo, un Alfa de bajo rango que estaba siendo educado para servir a futuro rey como su mano. No era nada en comparación de un príncipe Alfa.

Otto se resigno en amar de lejos, en verla crecer y florecer, verla convertirse en una mujer fuerte, inteligente y amable con un corazón de oro. Ocultando sus verdaderos deseos y cumpliendo con su deber se casó con una Alfa de alto rango y tuvo a su propia familia, por desgracia tuvo la mala suerte de tener únicamente hijos Betas lo único salvable era su hija menor que pese a su tierna edad ya presentaba rasgos Alfa, pero había ocasiones en las que miraba a un lado y se imaginaba siendo aquel que sostenía a Aemma en cada embarazo y la consolaba en cada pérdida. Cuando la pequeña Rhaenyra nació y él fue presentado ante la nueva princesa el príncipe Viserys estaba más ocupado alegando que pronto serían bendecidos de nuevo está vez por un varón que no consideró siquiera el cargar a su hija la princesa Aemma se veía cansada pero ahora veía mucho más hermosa y su aroma natural de rosas había cambiado significativamente a uno más dulce, el aroma a Omega feliz, algo que Otto nunca había notado en ella, aún así la imagen de ella arrullando a la bebé con tanto amor provocó algo en su cuerpo que despertó su instinto de protección, cuando sus ojos se encontraron fue como si algo lo atrajera a ella, y le sonrió.

- Mis felicitaciones a su alteza, es sin duda una hermosa niña los siete la bendigan con gracia y salud.

Aemma sonrió, feliz de que alguien se dignara a ver a su bebé, aún si era ese hombre de aspecto frío y calculador. Aunque el olor que desprendía era tranquilizador. Raro.

- Agradezco sus amables palabras Lord Hand, rezo para qué ella viva fuerte y feliz.

Él sabía porque la reina temía, ya había sufrido diversos abortos y muertes en cuna que no era de extrañar que nadie pudiera notar su aroma Omega gracias a toda esa muerte. Si corazón se rompió.

- Siéntase bendecida majestad, una hija es la mayor alegría que un hombre pueda tener.

Los ojos de Aemma viajaron a Viserys y se apagaron.

- No en todos...

En un momento de debilidad Otto se acercó a la mujer y pidió cargar a la bebé que dormía, Aemma estaba sorprendida por tal petición pero luego recordó que Otto había tenido una hija propia unas lunas antes así que decidió que fue por instinto y lo dejo tomar a la bebé.

Aemma se rió en el momento que vio al hombre quedarse como estatua al ver despertar a la niña.
Otto miro a la criatura con curiosidad, era pequeña muy pequeña más de lo que su hija Alicent fue y bellamente delicada, con pequeñas hebras plateadas cubriendo su cabecita y curiosos ojos violetas, su instinto despertó, esa niña sería una Omega el lo sentía realmente lo sentía y solo por eso la pequeña estaba a salvó.
Puede que Otto amara a Aemma pero aún despreciaba a los Targaryen, sus tradiciones escandalosas y su ego de superioridad lo hacían querer arrancarse los ojos, no eran más que seres paganos en su opinión, pero Aemma era pura, era amable y atenta y fácilmente podía ser una excepción y ahora la joven Rhaenyra también lo era, después de todo eran Omegas, frágiles y pasivos Omegas que serían bien cuidados por Oldtown una vez que el resto de Targaryen cayera.

Oh pero que cruel es el destino.

Porque Rhaenyra no era una Omega.

La niña pequeña de la cual tuvo compasión, aquella niña a la que debía eliminar en su cuna como al resto de sus hermanos pero que en su lugar no hizo más que abrazarla y cuidarla durante sus primeros días junto a Aemma, aquella niña que le dió verdadera felicidad a su amada Aemma, era una Beta.

Una insulsa, indómita y terca Beta.

Y la sangre Targaryen se había apoderado de ella.

Fue poco después del segundo onomástico de la princesa (y de otro esporádico aborto) que el príncipe Viserys empezó a pasar más tiempo con la niña, la llevaba a todos lados, la levantaba en sus hombros y solía contarle historias de su antiguo hogar metiéndole ideas de que ella era un dragón y no una persona común y solo empeoró cuando ese molesto hermano suyo regresó, el príncipe Daemon había sido una espina en sus zapatos desde que tenía memoria con su lengua filosa y su carácter iracundo no era más que un mujeriego derrochador que pese a verse casado con una dama de buena cuna no hacía más que irse y prostituirse en burdeles de mala fama, había que ser un ciego para no darse cuenta de los acechos del hombre con la pequeña princesa, desde el momento en que entro a conocer a su sobrina el príncipe Daemon había empezado a tener una actitud sospechosamente posesiva sobre la ingenua niña a quien mimaba desmesuradamente, y Otto sabía que no era el único en notarlo, otros en la corte lo habían notado, sus hijos que se educaban para caballeros lo sabían, su pequeña Alicent lo sabía, eh incluso Aemma parecía saber aún cuando pasaba la mayor parte del tiempo enferma y postrada en sus aposentos. El único que no parecía verlo era el príncipe Viserys.

Otto había tratado por todos los medios de hacer distancia entre el príncipe canalla y la pequeña niña que corría de la mano con su hija. Otto sabía que Alicent se presentaría como una Alfa, era alta y esbelta para su edad, su olfato era sensible y tenía una ligera dureza en sus ojos cuando veía a la princesa con su tío, sí ella sería una Alfa y si la cercanía entre ambas niñas alcanzaba otro nivel Otto no veía nada de malo en sugerir una alianza.
Pero sus planes se vieron destruidos cuando en un berrinche de Daemon por irse nuevamente a viajar la joven niña corrió hacia su joven dragón ignorando sus advertencias solo para perseguir a su tío, cuando ambos volvieron y la alegría de que la princesa se volviera la jinete más joven de la historia paso vino la confusión cuando ambos padres abrazaron a su hija. No había olor. Desde que nació la princesa había tenido un olor distintivo de leche y azúcar propio de los infantes, este olor se perdía en el momento en que ellos se presentaban cómo Alfa u Omega... pero los Betas no tenían olor, una vez crecían perdían el olor característico de un cachorro y no volvían a oler más... exactamente como lo había hecho la princesa.

Alfas y Omegas solían presentarse a la edad de 15 o 16 años... los Betas se presentaban a la tierna edad de 10... pero la princesa solo tenía 7...

Después del shock las cosas empeoraron, por alguna razón el príncipe Viserys se empeño aún más en tener un nuevo heredero, la actitud del príncipe Daemon empeoró y se volvió aún más inestable y su pequeña hija Alicent había adquirido un desagradable hábito de hurgarse en las uñas, solo la princesa Rhaenyra parecía no notar los cambios a su alrededor, para colmo de males la muerte de los hijos del rey Jahaerys fueron tan repentinos y dejo en duda quien tomaría sucesión del trono, el consejo de Lores aclamó por Viserys pese a que la princesa Rhaenys parecía lo más razonable pese a ser mujer era una Omega con un destinado Alfa y ya poseía dos hijos uno de los cuales era varón.
El nuevo rey solo tenía una hija que desafortunadamente era Beta, su único otro heredero era la pesadilla encarnada de Otto, lo único bueno que salió de esto para él y su familia es que conservo su estatus de Mano del Rey pero parecía que los dioses lo odiaban. La salud de Aemma empeoraba y apenas tenía fuerzas para mimar a su hija.  

Tal vez y solo tal vez Otto debería replantearse que era lo que realmente quería. 

Amor o Deber.

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