Silencio

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Cuando Sero lo acompañó hasta su habitación debatió internamente si contarle o no. No tenía sentido, se iba a ir en un par de días y solo tenía que evitarlo hasta entonces.

No quería causar una discusión con sus padres y los otros gobernantes.

—¿Estas bien? ¿Te hizo algo...?

Sero desde que había cumplido 18 le trataba con más formalidad, en un punto le exigió que lo tratare de tu y no de usted porque se sentía mal, pero sabía que lo hacía porque era una orden, no porque quería. Shoto extrañaba mu ho los días que corrían por los pasillos jugando y riendo.

Hace meses que dejó de hacerle preguntas sobre cómo estaba, justo ahora se vio atraído por la nueva atención que estaba recibiendo. Y quería mantenerla, solo un poco, eran dos días en que ese alfa podía hacer que Sero este más atento a él. Tal vez... tal vez y lo podía usar.

—Solo estábamos hablando. Fue algo... lindo. No pasa nada.

Sero elevó sus cejas, y luego las junto, molesto con algo que en ese momento no supo deducir.

—Es el príncipe del pueblo de los Guerreros.

—Lo sé.

—¿Y estas bien con él a tu alrededor sabiendo cómo es ese pueblo?

La molestia en su voz era nueva, nunca... nunca lo había visto actuar así, ni cuando Inasa mandaba esos regalos para él.

—No me hizo nada.

—... Bien. Volveré a escoltarte para la cena.

Shoto sonrió cuando cerró su puerta. Hace meses que había dejado de acompañarlo por los pasillos.












...














—No puedes tomar a ese omega. Es hombre.

Katsuki bufo mientras escribía en el pergamino de espaldas a su madre.

—Es mi vida. Si yo quiero lo tomo.

La mujer sintió su boca amarga de rabia, su esposo no estaba, había ido a ver los establos con el Rey Enji y ella se quedó a hablar con su hijo para evitar cometa una locura que podía poner en riego a su pueblo.

Un primogénito era sagrado en su tierra, nada podía asegurar que ese omega podía parir bien o que sobrevivirá un parto para que haya más nietos, lo observó a detalle apenas llegó pero lo descartó de inmediato al ver sus caderas estrechas y su delgadez. Parecía que se iba a romper si alguien le gritaba, Katsuki era bruto, le ganaba en altura y musculatura.

Prefería evitarse una guerra por su muerte, honestamente.

No podía permitir que existieran fallas, el primer niño en nacer de su descendencia es quien tomaba el trono. Ella crió a un Katsuki fuerte, un prodigio en todo lo que hacía. Dudaba que ese omega sobreviviera.

—Cogetelo si quieres. No lo mates es lo que te pido. —Lo escucho reír mientras seguía escribiendo. —Además ¿Por qué demonios lo quieres ahora?

—Porque los Todoroki están rezando para que el idiota de Touya no destruya su país, su hermana se va pronto y el otro no tiene interés ni preparación para tomar el cargo de Rey. —Empezó a enroscar el pergamino en sus manos y luego guardo la pluma y la tinta, detestaba el desorden. —Solo estoy asegurando tomar estas tierras y sus cultivos cuando todo se derrumbe.

—Casate con la princesa Camie. Su padre ofreció caballos.

Por fin se dio vuelta a mirarla, la miro aburrido y ella se sintió tonta pero no lo demostró, al contrario le sostuvo la mirada retandolo. Trago saliva cuando su hijo se puso de pie, le ganaba por casi dos cabezas y era el más fuerte de su reino, podía aplastarla como un simple insecto.

A Tu Lado [BKTD] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora