17 de enero

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He pasado la vida entera pensando. Pensé en la felicidad y luego pensé en la tristeza. Mi tristeza me arropó y me tomó del cuello. No pude evitar asfixiarme con ella. Llevo la vida quitándola de mí antes de morir y volviéndola a dejar abrazarme. Caigo una y otra vez en la sensación de su calor. Hasta que el calor se transformó en frío ensordecedor. Dejé de sentir las extremidades de mi mente y corazón. La tristeza dejó de llamarse tristeza y se nombró "depresión". Con ella llegó el TDAH y TA. Hubo un alboroto de vacío en mí. El único sentimiento que pude sentir todo ese tiempo fue miedo e impotencia. Hasta la conocida tristeza se evaporó. El dolor me hacía perder los sentidos. Había calor, pero me quemaba. Quemaba mi alma y espíritu. Todo ardía, pero era un ardor conocido y dejé de preocuparme demasiado por dejarlo ir. Esperé la muerte. Esperé como los lobos árticos heridos en medio de un bosque desconocido. Con la lluvia de nieve cayendo y durmiendo todo. Las heridas habían dejado de doler. Me sentía entumida. La quijada apretada. La sangre fluyendo. El esqueleto se me sentía pesado. Los párpados se me cerraban. La noche oscura me tomaba y no había luces. Ninguna.

YuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora