Caigo en medio de la oscuridad. La desolación es inigualable. Me ilumina un gris mausoleo de olvido. Como si la luna fuese lo único que me iluminara y estuviera bajo innumerables nubes.
Bajo este océano penetrante me hieren los trozos de cosas puntiagudas. Me comen los peces, me tragan las aguas, pero no paro de respirar bajo esto. El oxígeno es asfixiante. El mar; por otro lado, me consume y me da vida al mismo tiempo. No sé cómo usar mis manos y pies. Sólo me dejo devorar. Tengo miedo, sí. Pero estoy acostumbrada a este miedo. Arraigado en mi estirpe desde el principio de la era. Ser devorada ya no es tan difícil, tan oscuro, tan malo. Espero el momento de la desollación, pero no llega. Sigo flotando cerca de la superficie, el agua me mantiene cálida. La noche me mantiene pensante. Subo por las ganas de ver la luz. Esta vez sí puedo, no estoy atada a cadenas que me mantienen flotando y hundiéndome, y jalándome, y tragándome. El viento me acaricia el rostro, es frío. La luna se asoma y me da un vuelco. Despierto.
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Yu
RandomEl infierno de Dante dice que hay 9 divisiones para el mismo. ¿Y si hubiera 10? El décimo sería la mente. Más específicamente la mía. Infinitas posibilidades de muerte, de suicidio, de dolor. ¿Cuánto dolor puede acumular el cuerpo? Busquemos la resp...