Me desperté aturdido. A mi alrededor la habitación era desconocida. No estaba en el motel, tampoco en el rancho. Pestañeé concentrando mis sentidos en lo que me rodeaba. Había un fuerte y constante pitido, la suave respiración de alguien que reconocía perfectamente y mucho blanco ¡Estaba en el hospital! De golpe recibí los recuerdos de la noche del motel. Me había disparado Mónica. Había apretado el gatillo mientras forcejeábamos. Traté de incorporarme, pero me dolían todos y cada uno de mis movimientos. Al menos, por fin, podía estar consciente plenamente. Recordaba vagamente haber abierto los ojos, pero eran como sueños difusos.
—Tranquilo, precioso, deja que te ayude.
Con rapidez unas manos fuertes me sostuvieron mientras el mecanismo de la cama comenzaba a sonar y me iba sentando. Me encontré con el rostor de Jeonghan, ese rostro que tanto había echado de menos y comencé a llorar desconsoladamente. El estrés, el miedo y el dolor habaían terminado. Estaba vivo, estaba con Jeonghan y podría vivir en el rancho sin peligro al acecho.
—Shh... cariño, daddy ya está aquí contigo y no va a dejarte ir nunca más.
—Daddy —Sollocé abrazándome a él con tanta fuerza como mi estado me lo permitía —Lo siento, lo siento...
—No hay nada por lo que disculparse, estabas cuidando de la familia —Besó mi frente con cariño y me miró con ojos tristes—. Pero vamos a poner en las reglas que nada de disparos.
Reí ante su broma mientras me limpiaba las lágrimas. Le observé con atención, informándoem sobre la semana que llevaba allí y de nuestors amigos. También me contó que Mónica estaba con la policía gracias a mi directo por lo que no tenía que seguir preocupándome. Tenían pruebas suficientes para no dejarle ir. A partir de ahora solo tenía que dejarme mimar por todos hasta que el médico diera el visto bueno.
—Te quiero —Salté de golpe, incapaz de aguantarlo más. Se lo había escrito en un mensaje, pero necesitaba decirlo en voz alta—. Te quiero, te quiero —Me abracé a él de nuevo con fuerza, nuevas lágrimas saliendo de mi rostor.
— Eso significa que voy a hacer hueco en nuestro armario y cuarto de baño —Su sonrisa era como ver el sol, cálida y suave—. Avisaré de que volvemos a tener una habitación libre.
Me besó suavemente en los labios antes de comportarse como el daddy que es y llamar al médico. También avisó a la familia que no tardó en llegar, todos menos Chan. Cuando le pregunté a Jeonghan me dijo que tenía motivos de peso para no hacerlo, pero que no era su historia para contar. Cuando vi a Joshua me abracé a él y volví a llorar inconsolablemente. Peor fue cuando Woozi me dio a Muchu para que me recuperase pronto y no me sintiese solo estando allí. Hasta Seokmin y William aparecieron por el hospital a lo largo del día, el menor trayendo una cesta de comidas de su madre.
Con Jeonghan y los demás era imposible sentirme solo. Tenía una familia y pronto estaría completa cuando Joshua viniese con nosotros. Me encargué de ello al mandarle de vuelta a Seatle. Estaba bien, los médicos decían que sí seguía así me darían el alta antes de lo previsto. Era casi impisble que empeorase y necesitaba que arreglase todo antes del 24 de diciembre. Jeonghan y yo sabíamso que tenía que estar con nosotros para Navidad.
——
Cuatro días después, los médicos decidieron que podía volver a su casa. Tenía que guardar repaso para no estropear los puntos ni dañar lo reparado. Eso significaba que me tocaba estar de la cama al sofá y del sofá al columpio del porche. No podía trabajar, ni en la granja, ni en el bufete. El cardiólogo también colaboró añadiendo que todo parecía recuperarse bien, pero que no podía tomar demasiado casos o podría volver a caer en el mismo bucle. A esto William aportó que no me aceptaría en el pequeño despacho sin aprobación médica.
Cuando Jeonghan me dejó en nuestra cama horas después con un té preparado por Seungkwan y un libro, pude respirar tranquilo. Estaba en casa, Mónica había sido condenada por tener una confesión directa en vídeo y ya no tenía que volver a Seatle para nada. Mi tío ante las noticias había llamado al rancho, pero Chan se encargó de mandarlo a la mierda educadamente.
—Bueno, precioso, disfruta de tu paz —Me besó con suavidad y ternura—. Voy a trabajar. En breve vendrá Seungkwan para portete al día de todos los cotilleos —Sonrió y negó con la xabeza—. He conseguido que aguante hasta traerte a casa.
—¿Cuándo decías que podíamos...? —Bajé mi voz a un tono seductor.
—No, no, nada de eso, provocador —Me besó levemente de nuevo—. El cardiólogo lo ha prohibido hasta que de el visto bueno. Reposo y sin esfuerzos por completo no son sinónimo de sexo.
—Aguafiestas —Hice un puchero que lo hizo reír.
—Avísame si necesitas algo y recuerda....
—Las pastillas. No te preocupes, daddy, todo está bien y estaré con Seungkwan.
—Vale, pero nada de trabajo.
—De acuerdo, daddy, seré bueno.
Unos minutos tras su marcha, Seungkwan llegó con Jonah. Puede que no fuese tan bueno. Había una familia que salvar. El cocinero me iba ayudando para que no tuviese que moverme y tomaba notas mientras Jonah nos hablaba de sus suegros. Necesitaba conocer la clase de personas con las que me enfrentaba. Cuando Jeonghan acudió para ver como estábamos y se encontró con la pequeña oficina improvisada que habíamos montado para ayudar al padre de familia, me miró fijamente y simplemente dijo:
—Veinticico.
Miré a los chicos que reían a mi costa. Tenían información que yo no.
—Creo que tu daddy está contando cuantos azotes te va a dar cuando el médico de vía libre. Los está acumulando.
Abrí los ojos como platos y traté de quejarme de lo malo que era. Sin embargo, no engañaba a nadie. Estaba deseando que me dejasen disfrutar de Jeonghan. Iba a ser mucha diversión.
En ocasiones crees que tu vida ha tomado el rumbo correcto hasta que una situación te sobrepasa y sientes la necesidad de reiniciar, de empezar de cero. Hay quien se corta el pelo, ordena su casa deshaciéndose de aquello que no ha usado en años, busca nuevos hobbies... Sin embargo, otras personas necesitan un empujón más fuerte, algo que les haga ver cómo habían llegado a un punto sin retorno. Yo era una de esas personas y necesité un septiembre para darme cuenta de que estaba a punto de entrar en un pozo sin salida si no lo remediaba antes. ¿La malo? Se trataba del día de mi boda. ¿Me arrepentía? No. Tenía amigos, un novio maravilloso, un hermano que me quería con locura y un hogar. Había sido el mejor reinicio de mi vida.
NOTAS:
Las desgracias han dado paso a la felicidad, pero Seungcheol no para ¿Creéis que Jeonghan parará el contador de azotes en algún momento?
Este ha sido el final definitivo, aunque ahora viene el epílogo que nos acercará al siguiente libro ¿Quién será el siguiente?
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Los hombres de El valle 1 - El abogado y el ranchero (Jeongcheol) [+18]
FanfictionESTA HISTORIA ESTÁ PUBLICADA EN AMAZON EN FORMATO KINDLE Y PODRÁ LEERSE EN KINDLE UNLIMITED. Cuando las decisiones de Seungcheol le llevan al hospital, es su hermano Joshua quien toma las riendas por él: un mes viviendo en el rancho de su mejor ami...