Epílogo - Jeonghan

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Jeonghan cerró el capó del conche y se limpió las manos con el trapo que había atado a la cintura de su pantalón. Ya estaba todo listo para el primer día de trabajo de Seungcheol. Después de la conmoción que había supuesto la llegada de su ex, la arpía, y su estancia en el hospital, William le había prohibido trabajar para él hasta que el médico lo aprobase. Él había sido el jefe muchos años y podía seguir unos meses más sin jubilarse. El hombre había acogido a Seungcheol bajo su ala, tratando constantemente de protegerlo. Un mes después de los hechos, mi chico estaba listo para trabajar. El cardiólogo le había pedido que tuviese cuidado con el estrés, pero que ya podía hacer esfuerzos. Lo mismo había dicho el doctor que le realizó la operación. Estaba deseando regresar a sus origenes como abogado. Había estado tan emocionado que no había podido dormirse hasta tarde. Por suerte, él tenía recursos para lograr relajarle.

— ¡Daddy! —Le llamó desde el poche mientras corría hacia él para lanzarse a sus brazos y darle un beso—. He tenido que despertarme sin ti, no me gusta —Hizo un puchero que borré al instante con mis labios.

— A mí tampoco —Le abracé contra mí y aspiré su aroma. Olía a mi jabón, jazmín, y al suavizante que usaba Seungkwan para la ropa—. Buenos días, precioso. Quería dejar listo el coche para que no tuvieses problemas ¿Tienes tu merienda lista? —Le pregunté, sabiendo que a veces podía ser un poco despistado.

— Seungkwan no habría dejado que me marchase sin comida y lo sabes —Sonrió con cariño al pensar en su amigo—. ¿Nos vemos para comer?

— Allí estaré —Le besé de nuevo—. Te quiero. Sé bueno y cuando vuelvas a casa habrá un buen premio.

— Yo también te quiero, daddy —Se acercó a su oído—. Me he puesto tu favorito, así que más te vale que haya premio —Me dio un último beso con reticencia, no quería dejarme ir—. Te escribo cuando llegue.

Observé con una sonrisa como se marchaba en el coche y conducía por el camino hasta la carretera principal. Habían cambiado muchas cosas desde que Seungcheol llegó al rancho por primera vez. No podía creerme que ya estuviésemos en noviembre, dos meses completos en los que había visto a mi chico liberarse por completo de la máscara que había construido para protegerse. Yo mismo me sentía diferente, mucho más tranquilo y feliz. Teniendo tantas personas a las que ayudar, solía estar en constante tensión, pero con él a mi lado conseguía momentos de relajación. Mi familia había acogido a Seungcheol con los brazos abiertos y había visto como con él en nuestra casa todo el mundo parecía florecer. Una vez los secretos habían desaparecido, explorábamos con mayor libertad. Sin embargo, el mayor cambio estaba en Woozi. Hablaba más, mostraba más sus emociones y se permitía ser vulnerable con nosotros. Había comenzado a confiar realmente en todos y no solo en mí.

Fruncí el ceño al ver la moto que circulaba por el camino de tierra. No esperábamos visita. Aún quedaba un mes para que Joshua llegase al rancho o para que lo trajésemos pataleando y las habitaciones ya estaban completas. Tras haber tenido a Seungcheol en el hospital, más la constante amenaza de que Chan fuese encontrado, estaba más a la defensiva que de costumbre. Si aquel visitante era Jaime, tendría que pasar por encima de su cadáver. Había sido capaz de devolver a una abogada poderosa por dónde había venido, lo haría también con él, policía o no.

El visitante detuvo la moto a unas distancias de él, lo suficientemente cerca como para estar cómodo, pero lejos para poder huir en caso de necesidad. Era un mecanismo de protección que había visto en muchos de sus pacientes, un hábito difícil de olvidar. Iba vestido de los pies a la cabeza con un mono de motorista. Se quitó el casco revelando un rostro apuesto con una sonrisa radiante. Su pelo estaba completamente rapado y la rectitud de su cuerpo gritaba militar por todas partes. Más aún cuando sacó un perro de un transportín que no había visto hasta el momento. Llevaba uno de esos arneses que indicaba que aquel perro era de terapia. No podía acercarse a él si no se le daba permiso para dejar su trabajo, estaba de servicio. Aquel hombre risueño tenía algún diagnóstico que le hacía necesitar ayuda externa.

— Buenos días —Le saludé acercándome sin invadir su espacio personal. No sabía que podía activar un flashback y lo último que quería era provocarle un ataque de pánico—. Mi nombre es Jeonghan.

— Buenos días, así que tengo el placer de hablar con el dueño... —Se acercó más y me tendió la mano a modo de saludo—. Soy Soonyoung y esta reina de aquí es Kiara. Por tu comportamiento supongo que no tengo que explicarte que es un perro de terapia ¿No?

— Sí, no eres el primero en traer uno. Hemos llegado a entrenarlos incluso —Asentí—. ¿En qué puedo ayudarte?

— Llevo tres días viajando, vengo del hospital para veteranos de Steiner —Parecía nervioso, frotaba sus dedos inconscientemente—. He estado en una situación complicada durante dos años y medio, Jeonghan. Cuando logré salir me encontré con la terrible noticia de que mi mejor amigo había muerto —Le escuché con atención, su voz estaba cargada de emoción. Había venido buscando ayuda para superar la pérdida—. Di por casualidad con el anuncio que publicó cuando estaba tratando de reconstruir mi vida ¿Un hombre sin identidad en Westwood, la ciudad continua a la nuestra, con la misma cara que mi amigo? No podía ser coincidencia, así que cogí la moto y aquí estoy. Vengo a buscar a su hombre perdido, necesito asegurarme de que es él, de que sigue vivo.

Durante tres años había movido cielo y tierra buscando a alguien que pudiese darles una pista sobre quién era Woozi para poder devolverle parte de lo que había perdido o darle la noticia a su familia. Había estado a punto de perder la esperanza en varias ocasiones, pero por fin, después de mucho tiempo, todo había dado sus frutos. Soonyoung conocía a su precioso bebé, podrían ayudarle a sanar ese vacío que aún le consumían, podrían explicar sus pesadillas. 

NOTAS:

Y voilà, ya tenemos aquí quién será el siguiente ¡Woozi! El chiquillo necesita alguien que le mime mucho y le de todo el amor del mundo.

¿Estáis preparados para el segundo libro? Pues ya tenéis el primer capítulo subido. He decidido poner el epílogo de este y el prólogo del otro a la vez. 

De nuevo, muchísimas gracias por todo el apoyo que le dais a mis historias. Para mi es muy importante ver el amor que dais a mis inventos y cómo, da igual lo que haga, estáis siempre ahí, una historia tras otra.

Gracias por permitirme acabar una nueva historia, por motivarme a escribir algo ligero y rápido en un momento de mi vida muy estresante. Es un alivio, pasar el día estudiando, pero tener un rato, aunque sean 10 minutos para dejar expresar a mis personajes. 

¡Gracias por todo!

En dos semanas más o menos (si no me da un arranque como hoy) tendréis el segundo libro del que ya tengo escritos el epílogo y tres capítulos y medio. No os van a faltar páginas, pero así os puedo dejar descansar de los sustos emocionales del final de esta historia. 

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Los hombres de El valle 1 - El abogado y el ranchero (Jeongcheol) [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora