Capítulo 20 - Seungcheol

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Los papeles se encontraban dispersados por toda mi cama. William me había mandado todo lo que necesitaba para demandar a mi prometida. No solo había roto la orden de alejamiento, sino que también había dañado la propiedad privada, atentando contra la libertada y había calumniado el rancho por medio de mentiras por las redes sociales por mala praxis. Mi parte favorita era en la que declaraba que me habían secuestrado, aunque no se quedaba muy atrás la que dibujaba a Jeonghan como un estafador.

Sin embargo, nada de lo que tenía era sólido para crear un buen caso. Necesitaba pruebas. El maltrato psicológico podía ser retirado como una por mi relación con el rancho y la fama de Mónica: la mujer perfecta. Frustrado lancé la botella de agua contra la pared. ¿Qué podía hacer? Tenía que conseguir algo con lo que acabar con su amenaza definitivamente. Cuanto antes lo hiciese, antes podría volver a casa. William estaba deseando que empezase el trabajo y su antiguo bufete le había mandado esa misma mañana su aceptación de la dimisión deseándole suerte. Había descubierto que su tío les tenía comprados para no dejarle ir, pero yo era mejor que él y había redactado una carta que era imposible negar. Todo estaba listo, menos ella.

El teléfono comenzó a sonar y lo tomé extrañado. ¿Quién llamaba a su habitación? Nadie sabía que estaba allí. Ni siquiera se lo había dicho a Willian, solo le había explicado que estaba en un motel de la ciudad, uno de cientos.

—¿Sí? —Pregunté con el ceño fruncido.

—Señor Choi, soy Gloria de recepción. Hay aquí una señora que dice ser su prometida.

Un ligero temblor fue la única prueba de mi pánico. No iba a dejar que el miedo le afectase o se reflejase. Era la oportunidad perfecta para acabar con ella de una vez por todas. Legalmente no había mucho que poder hacer, pero si hablaba con ella y el mundo veía la verdad...

—Dile que suba.

Rápidamente cogí mi móvil entrando en mi cuenta de Instagram. Inicié un directo. Coloqué el móvil escondido, pero con la suficiente visibilidad para captarlo todo. Las palabras se las llevaba el viento. Sin embargo, nadie podía borrar al cien por cien lo que se grababa y subía online. Los clientes y asociados del bufete que me seguían lo verían todo.

Abrí la puerta y cuando Mónica trató de abrazarme con palabras dulces sobre lo mucho que me echaba de menos, me aparté. Su rostro se crispó, pero no lo demostró con sus palabras. Me contó todo lo que pasaría en nuestra nueva vida como si yo fuese a volver con ella, como si quisiese algo más cuando había sufrido por su causa.

—No quería casarme contigo antes, no lo voy a hacer ahora —Le dije retirándome más—. Deja de actuar ¡Quemaste el establo! Alguien podía haber muerto ¿Y mi coche? ¿Y ese pobre chico al que atacaste?

—¿Eso te han contado? —Puso su mejor cara afligida—. Oh, cariño, te han engañado. Han querido hacerte creer que he sido yo.

—¿Y todas las veces que me has hecho sentir inútil? ¿Cómo fueron capaces de hacerme cambiar de trabajo porque quedaba mejor en tu nombre? ¿Fueron ellos los que me alejaron de mi hermano, de mis amigos?

La dejé sin formas de justificarlo. Aquello no podía explicarlo. Sabía que iba a enfadarse, pero para lo que no estaba preparado era para la pistola que sacó. El miedo me paralizó por un segundo. El cañón de un arma me apuntaba y si algo sabía con seguridad era que no tenía un cuerpo a prueba de balas.

— Lo que no esperaba era que fueses tan estúpido como para romper lo que tanto me ha costado construir —Suspiró como si tratar de hablar conmigo fuese imposible.

—¿Qué quieres de mí? Tú misma dices que soy un laste.

—Pero tienes el nombre y el dinero. Ser buena abogada no completa la imagen. Necesito la familia y si además mi marido es alguien importante... Voilà, más clientes.

— ¿Y tenías que hacer daño a mis amigos, a mi novio? —Pregunté necesitando que confirmase sus actos.

— Te hice un favor, te ibas a pudrir en ese rancho. El niño al que pregunté es inútil, tu coche una tartana y ¿Qué más da un par de animales? Ese ladrón gana millones arreglando perturbados.

—Ese ladrón es mi novio, un respeto —Fui a dar un paso más, pero me detuvo amenazándome con el arma. Sentía como los días lejos de mis amigos, de mi nueva familia, y de Jeonghan comenzaban a hacer mella en mí. Había estado bien poder hablar con Jonah y William, pero quería escuchar los dramas de Seungkwan, jugar con Woozi, sacar de quicio a Zipi y Zape, hablar con Chan de cualquier tema, ayudar a Julia cuidando a los animales.... Dios, necesitaba que Jeonghan me rodeara con sus brazos y me dijese que todo iba a estar bien—. No voy a volver.

Estaba determinado. Iba a vivir en El Valle y ella iba a tener que matarme para sacarme de allí. No iba a irme por mi propia voluntad y tener aquella grabación me daría la libertad. Estaba comportándose como una desquiciada, amenazante y usando las armas habituales con las que trataba de manipularme.

— Sí lo harás. Casarme contigo es crucial. He llegado muy lejos, no vas a arruinarlo ahora —Al ver mi cara decidida a no obedecer suspiró—. —No lo entiendes ¿Verdad? —Dijo su voz más nítida—. Me importa una mierda que seas maricón, no me extraña viendo lo poco hombre que eres, pero no vas a hacerme perder el prestigio ni el dinero que tu tío me ha prometido.

Ahí estaba el quid de la cuestión. Mi tío había invertido dinero en aquella mujer para que me controlase. Quería tener cierto dominio en mi hermano y la mejor forma de lograrlo era a través de mí. Además, si gracias a mi matrimonio lograba mayor fama, todo era una victoria. Nunca le había importado lo que yo pensase. Él no había pedido un sobrino como yo. Quería a alguien perfecto. Sin embargo, se había acabado la tortura de estos años. Ya no tenía control sobre mí. Mónica tampoco lo tenía. Era libre. Joshua solo necesitaba vender la empresa y atar los cabos sueltos antes de venir conmigo. Mi tío había perdido el poder psicológico. Ya no era la fuerza amenazante de mi infancia, el hombre del saco del que huía.

— ¡Seungchel! —La voz de Jeonghan gritando me hizo reaccionar.

En ese momento supe que solo había una solución. En el momento que él entrase, Mónica dispararía. No quería marcharme para salvarlo, porque no podía vivir si tenía que regresar al estrés, la ansiedad, el miedo y la sensación de no ser nunca suficiente. Por eso sabía que no había otra salvación que no fuese arriesgarme. Salté sobre ella forcejeando con su pistola, gritándole que la soltase.

—Maldita sea —Me dijo tratando de zafarse de mí.

Todo sucedió muy rápido. Ella me insultaba, yo le gritaba y nos desplazábamos por la habitación tratando de conseguir el control sobre el arma. De pronto un disparo resonó por todo el lugar. Por instinto miré hacia abajo, al lugar donde nuestras manos sujetaban la pistola. No sentía dolor, no había nada. Sin embargo, la sangre manchando mi camisa era innegable. Solté el arma llevando mis manos al costado y retrocedí completamente asustado. No quería que todo terminase así. Las piernas me temblaron tanto que cedieron bajo mi peso.

Lo último que vi antes de que mis ojos se cerrasen fue a Jeonghan apretando sus manos en mi herida mientras movía los labios y lloraba. Quería decirle que todo iba a estar bien, que íbamos a estar bien, pero no salía sonido de mi garganta. Tampoco había sonidos a mi alrededor, solo un profundo pitido. La oscuridad me alejaba, me hacía perder el contacto con Jeonghan. No quería dejarle ir, no quería que todo terminase así.

«Te quiero»

NOTAS:

Y solo tres capítulos más para que digamos adiós a Seungcheol y Jeonghan como protagonistas. Mónica es una arpía, pero al menos queda bondad en el mundo como vemos con otros personajes.

Dije que no iba a actualizar más allá de una vez por semana, pero no puedo resistirme ahora que lo tengo todo puesto en borradores. Así que como regalo por lo mucho que me aguantáis. ¡Aquí está todo! 

P.D: En dos semanas empezaré a subir el segundo libro, pero quiero daros un descanso antes de otro ataque emocional.


Los hombres de El valle 1 - El abogado y el ranchero (Jeongcheol) [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora