En los más de 500 años que prosiguieron en Las tierras de Eloshem luego de la guerra, las 6 tierras tuvieron un periodo de máximo crecimiento, mucho mayor del que alguna vez tuvieron en los anteriores 300 años con los primeros hombres. Desarrollaron tecnología, el conocimiento fue esparcido de boca en boca, las ciudadelas crecieron, se edificaron castillos, nacieron pueblos, aldeas, se vivieron tiempos buenos y malos, hubo personalidades celebres por grandes actos y otros no tan buenos, etc. Fue un periodo bueno, interesante, la gente tenía sus historias, sus aventuras y sus vivencias para contar a sus futuras generaciones; historias que empezaban de los inesperado, pero gradualmente se volvía algo memorable. La historia de un joven aldeano fue una de ellas.
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En un día muy caluroso, cuando el sol calentaba el globo terráqueo, la tierra estaba siendo arada por Akil, un joven de 25 años que luego de que su padre desapareciera hace 2 años, había cambiado su modo de actuar y pensar, debía de hacer todo lo pesado en su casa, en la cual vivía él y su madre.
Su padre, el explorador Solarc, había desaparecido ya hace 2 años, dejando a Akil y a su madre solos; por suerte Akil era muy fuerte física y mentalmente, al ver a situación de no tener a su padre, se encargó de todo lo manual en su casa y solo dejó a su madre para hacer cosas en el hogar, como cocinar y limpiar; pero si algo se rompía o necesitaba mano de obra, era Akil el que se encargaba de tal tarea.
Era casi el mediodía, su casa en la aldea Yodog, ubicada al Este del Bosque Moka, era una de muchas que se encargaba de producir cultivos y alimentos para la aldea, por tal motivo Akil se encontraba arando la tierra para cultivar los alimentos que debían de ser entregados a la comunidad.
Su cuerpo se había tornado brilloso por el sudor que emanaba su piel por la reacción del poder calórico del astro rey que se columpiaba en la bóveda celeste. Usando una pesada azada, iba abriendo surcos en la tierra para dar espacio a los siguientes cultivos que iba a sembrar. Iba de un extremo al otro, de aquí, para haya, aquí, haya. Aunque Akil era fuerte y resistía el calor, su piel opinaba lo contrario, el sol lo estaba cocinando vivo pero él se resignaba en dejar incompleto el trabajo, o tal vez el cerebro se le estaba derritiendo y eso le causaba la falta de inteligencia para entrar a su casa y traer algo con que cubrirse.
En un momento dado, la azada impactó con un objeto contundente enterrado en la tierra. Akil pensó que era una piedra, y por ello se inclinó para sacarla con la mano.
Inmediatamente se dio cuenta que el extraño intruso no era una piedra, sino una caja de metal oxidada. Tenía un candado para abrirla, la inspeccionó y se dio cuenta que tenía varias cosas adentro, así que ni corto ni perezoso, uso la azada para abrir la misteriosa caja. Inmediatamente se dio la vuelta y entró a su casa, al parecer la curiosidad le había ganado al trabajo duro.
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Al momento de entrar a su casa, su madre se encontraba sentada en la mesa, tomando café. Akil no preguntó nada y sin aviso, colocó la caja en la mesa sobresaltando un poco a su madre.
—Akil, ¿Qué haces?, ¿Por qué traes a la mesa una caja oxidada?, ¿No ves que la mesa estaba recién limpiada?
—Yo la limpio luego—respondió Akil inmediatamente
—Ponte una camisa—dijo su madre antes de beber su café
—¿No tienes curiosidad por esta caja?
—La única curiosidad que me transmite esa caja, es por qué no está en el suelo o afuera
—Cuando estaba arando la tierra, me encontré esto, tenía un candado pero la quité usando la azada, ¿La abro?
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Las crónicas de Eloshem: En busca de mi padre
ActionAño 885; Akil, un chico comun y corriente, se enbarcará en un viaje de busqueda para encontrar a su progenitor; enfrentando problemas los cuales tendrá que resolver con su experiencia e ingenio junto a un inteligente, pequeño y blanco amigo, tocando...