Capítulo 9: La chimenea de Atlas

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Una de las mejores noticias que un capitán puede recibir es la de tierra a la vista, y más aún si es luego de un viaje muy duro y agotador, un viaje como el del Oirobil-Watson.

—¡Tierra a la vista!—dijo un tripulante

—Maravilloso—contestó el capitán

A lo lejos, la isla mostraba su imagen, añadiendo el humo de su volcán, el cual sirve como punto de referencia en los viajes de algunos barcos.

Una vez ya posicionados en la costa de la isla, Akil estaba listo para ir a traer de vuelta a su padre.

—Akil—dijo el capitán—tu padre es mi amigo, quisiera acompañarte pero debo quedarme reparando el barco; te doy 3 días para que lo traigas, luego de eso me tendré que obligar a irme, el alimento escasa y la tripulación tomaría un rumbo nada agradable; ¿Entiendes, no?

—Claro, no hay problema, lo traeré en 2 horas

—Me gusta tu entusiasmo, igual tu padre

El capitán le da un bote y parte hacia la isla.

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 La isla era poseedora de una selva abundante, espesa y húmeda; era la primera vez de Akil en estar en un bioma tan húmedo y espeso de vegetación; el bosque y la selva difieren en ese sentido, los árboles del bosque son altos, y secos en la mayoría de los casos, los troncos son robustos y los árboles están separados por arbustos y caminos de tierra, conformados por piedras o raíces; en la selva hay una cantidad considerable de vegetación, empezando por lianas, enredaderas y hierbas herbáceas, los troncos son más delgados y largos, algunos con formas muy variadas, las hojas caen como cuerdas desde las copas y las lianas lucen como tiras de árbol colgantes, las raíces son abundantes en el suelo y la tierra es húmeda como lodo, toda vegetación esta rociada de una fina capa de agua, hojas, troncos, raíces, etc. Las copas de los árboles creaban un techo verde, parecía como si los aboles luchaban por territorio propio, era una malgama de vegetación allá arriba. A Akil le fascinaba, luego de pasar por el desierto, pisar un territorio húmedo y en cierto sentido acogedor, le gratificaba el alma. Él había pisado cada una de las 6 tierras, pero nunca un selva; él había estado en islas anteriormente y había recorrido caminatas en la selva, pero esta vez era diferente, las caminatas eran en caminos bien formados y en lugares donde la selva no era tan impactante; así que esta vez, al estar recorriendo la selva interna, era la primera vez que había estado en un bioma tan peculiar.

—¿Cuánto crees que nos tardaremos en encontrar a mi padre?

—Si sigues caminando, mínimo un mes—respondió Cody

—¿Qué?—se detiene—¿Por qué?

—El capitán tenía un libro en su biblioteca donde hablaba sobre la isla. La isla tiene un territorio de 10 km2, su terreno consta en muchas veces en caídas y cascadas y la vida silvestre no son gatos domésticos ni perros hogareños, y para destacar, su volcán lanza humo como le plazca, ¿Por qué?, aun no se sabe; así que si no encontramos alguna pista, tendremos problemas

—La carta no decía más, solo mencionaba la isla

—Básicamente estamos buscando ciegamente...

Akil siguió caminando esperanzado en encontrar una pista, lo cual iba a ser muy poco probable a menos de que la vida le sonriera y le diera lo que deseaba. Siguió y siguió hasta que llegó un lugar alto, giró la cabeza hacia la derecha y notó claramente humo de una fogata.

—¡Mira!—señala—una pista al fin

—Genial, esperemos que sea para bien y no para mal—dijo Cody

Las crónicas de Eloshem: En busca de mi padreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora