Capítulo 8: Mariscos mutantes

1 0 0
                                    


El Oirobil-Watson era un barco excepcional; ostentaba una eslora de 40 metros y un peso de 500 toneladas, increíblemente todo ese peso se movía a gran velocidad dado el poder de las velas y el sistema de movilización del barco. Todo el barco estaba recubierto por pintura de color roja y amarrillo; pero lo más asombroso y llamativo del barco era que poseía, en las 2 esquinas superiores de la popa, torres equipados con morteros manipulados por una persona. El Oirobil-Watson era un barco que infundía respeto y temor hacia los demás navíos. Su bandera tenía su símbolo, un amanecer con el sol asomándose en el horizonte, tomando su significado en la máxima del capitán.

Luego de que el capitán Watson les presentara a Akil y a Cody los miembros de la tripulación, se fueron a la oficina del capitán.

—¿Crees que tu padre este bien?—preguntó el capitán

—No lo dudo, mi padre es tenaz

—En todos los viajes que hicimos juntos, una cualidad de Solarc que siempre sacaba a relucir era el valor que transmitía

—Ese es mi papá—observa por una ventana el oceano—el oceano me recuerda al desierto

—¿Qué?—se ríe—¿Cómo?

—Su extensión plana; como el horizonte se extiende perfectamente, su uniformidad en un solo color y su tranquilidad

—¿Tranquilidad?, oh no, no, no; no sé cómo es el desierto de interesante pero aquí no hay tranquilidad; además de otros barcos como el mío que quieren destruirte, tenemos a los Oxiforius, Yutos y el mismo oceano...; cuando se pone de mal humor, solo te queda orar y poner en marcha todas tus habilidades para no perecer

Los Oxiforius eran criaturas del Oceano Atlas; eran la combinación entre una langosta, un pulpo y un cangrejo, midiendo casi 2 metros. Son robustos, salvajes y muy destructivos. Operan en manada de docenas de ellos y atacan con una ferocidad equiparable a un Hiergon. Su cuerpo consistía mayormente al de una langosta robusta la cual se erguía perfectamente; las patas eran la de un cangrejo, 4 pares de ellas el cual levantaban su enorme peso. Las pinzas, gruesas y pesadas, eran igualmente de cangrejo. Las pinzas de ellos eran un poco más grandes que las de un Hiergon, las cuales eran de escorpión. En la coraza de su espalda y en su abdomen, largos y pequeños tentáculos se podían identificar, los cuales podían ser manipulados perfectamente. Con una resistencia y una coraza como el metal, eran una fuerza destructora del oceano.

—Esperen..., ¿Hay Yutos aquí?

—¿No lo sabias, Akil?—preguntó Cody

—Es obvio que no

—Si, Akil; hay Yutos—contestó el capitán—como si los Oxiforius no fuesen suficiente, hay presencia de Yutos en las aguas del oceano

—No sabía que ellos podían nadar; ¿Cómo lo hacen?, yo maté a un Yuto Alfa y no se miraba que tuviera algo que lo ayudase a poder nadar

—Ellos poseen un órgano el cual es como un tercer pulmón pero mucho más grande; en tierra inhalan aire específicamente para inflar dicho pulmón, una vez en al agua logran expulsar dicho aire a una fuerza y presión capaz de impulsarlos por varios kilómetros. Cuando se acaban el aire, suben a la superficie e inflan de nuevo el pulmón

—¿Entonces son anfibios?, viven en el agua y en la tierra

—No en realidad, ellos no caen en ese término—dijo Cody

—Los Yutos no viven en el oceano, solo lo cruzan para encontrar un lugar donde vivir; ellos viven en las islas o en rocas en medio del mar; planicies sin vida—dijo el capitán—tienen una fuerte rivalidad con los Oxiforius porque traspasan sus territorios y en muchos casos se comen a sus crías

Las crónicas de Eloshem: En busca de mi padreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora