Capítulo 5: El nido de bestias

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Akil no se detenía por nada, él había dejado el desierto profundo ya hace varias horas y seguía siguiendo la brújula sin parar.

Ahora el desierto se tornaba de una combinación de dunas y rocas, pequeñas montañas de roca se divisaban en el paraje desértico y Akil sabía que ahí, estaba la semilla.

—Aunque no es de noche, creo que ya sé dónde está la semilla—dijo Akil

—¿Dónde?

—Por aquellas montañas

—Si la brújula no ha presentado alteración en el rumbo, no hay motivo para no pensar eso

—Exactamente

La brújula condujo a Akil hacia la boca de una cueva, situada en una pequeña montaña. La entrada era hacia abajo y presentaba indicios de alteraciones en la arena; marcas de algo arrastrándose se hacía notar en el suelo, docenas de líneas evidenciando que algo entraba y salía del lugar; al igual que pocas pero visibles marcas de patas en forma de "X".

—Hiergones y Yutos...—dijo Akil

—Quiero regresar a tu casa, al menos ahí no estaba en constante peligro de ser devorado

—Si estas cosas entran y salen de aquí, debe de ser un nido

—¿Nido? Oh no, hermano; permíteme salirme de aquí y regresar por donde vine

—¿Miedo?

—¿Miedo?—voltea a ver a Akil—miedo es el sentimiento que a menos que seas de piedra, no sientes al ver y saber que entraremos a un nido Hiergon y Yuto; como medida de supervivencia, el cuerpo usa el miedo para alejarte de posibles vías de destrucción; así que, si, tengo miedo y quiero vivir

—Descuida, ahora si llevaremos luz

—Ok, nos toparemos con muchas Hiergones soldado, evítalos a toda costa y procura por lo que más quieras, no entrometerte con la madre, la madre mide al menos 30 metros—dijo Cody

—No hay problema

—Con los Yutos..., no creo que encontremos uno como el que estaba en el bosque, pero evítalos igualmente

—Bien

—Te aconsejo despedirte del caballo, ya que si algo sale mal y debes salir de la cueva corriendo como desquiciado, no habrá tiempo para que te subas en él—dijo Cody

—Eres muy negativo, ¿Lo sabias?

—Soy inteligente...

—Buen punto...

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Ahora con antorcha en mano y con niveles de miedo altísimos, Akil y Cody se adentraron a la cueva. La entrada era al principio con un suelo de arena y llegando a los 15 metros, empezaba a tornarse pedregosa, gigantescas rocas se agrupaban en el suelo para crearla; Akil debía caminar sobre ellas con cuidado para no caer y lastimarse, utilizaba una mano para sostenerse y con la otra tener la antorcha.

Luego de bajar por una serie de piedras del tamaño de una vaca, llegaron a una sección de la cueva donde era espaciosa y levemente inclinada hacia la derecha; en el centro había una formación rocosa que lucía a una celda de prisión y los barrotes eran estalactitas; de las cuales no solo ahí hacían presencia; en el suelo y el techo del lugar había varias estalactitas de una gama de variedades asombrosa. La cueva era ligeramente iluminada por pequeños agujeros en el techo y cristales en las paredes, provocando una luz azul leve.

—¿Por qué los cristales brillan?

—Por la concentración de energía que absorben, no son esponjas pero sus capas de cristales succionan la luz

Las crónicas de Eloshem: En busca de mi padreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora