9. Amo los caballos, amo la nieve

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Una vez más dentro de la mansión Inchausti y si ésta me sorprende, no me imagino si llego a pisar el Palacio; hasta tienen un establo que alberga caballos muy preciosos a los cuales, por cierto, les tengo pánico

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Una vez más dentro de la mansión Inchausti y si ésta me sorprende, no me imagino si llego a pisar el Palacio; hasta tienen un establo que alberga caballos muy preciosos a los cuales, por cierto, les tengo pánico. Cuando tenía siete años casi fui pisada por uno y desde ese entonces no puedo verlos ni en pinturitas, razón por la que aún estoy parada en la puerta del gran establo, viendo como Jaden entra y acaricia a uno de ellos.

¡Vamos, Shelly! Puedes soportar esto por un par de horas.

—Acércate, Shelly. Conoce a Tornado —Jaden me extiende su mano, y yo lucho por tragarme todo mi miedo al aceptarla y acercarme al caballo que resopla cuando llego a su lado.

¡Mierda! Creo que me desmayaré en cualquier momento.

Creo que hasta estoy temblando y lo confirmo cuando Jaden me cuestiona al respecto.

—¿Te sientes bien?

—Sí, sí, solo...me hizo un poco de frío —miento.

—Qué despistado de mi parte. —Se reprocha sacándose su gabardina negra para ofrecérmela. Le sonrío en agradecimiento mientras me ayuda a colocármela —¿Te gustaría dar un paseo?

¡No!

—Sí, claro, me...encantan los caballos, aunque...no sé montar. —Una mentira con una verdad.

—Supongo que es mi turno de enseñarte —dice sonriendo de lado.

Le devuelvo la sonrisa con nerviosismo, al mismo tiempo que saca al caballo, que hace unos momentos me dijo que se llama Tornado. Lo sigo como una condenada a muerte porque tengo terror de subir a ese animal, pero todo sea por la causa.

Renzel tiene hermosos espacios verdes, que ahora están cubiertos por nieve, y la mansión Inchausti tiene salida a uno de los senderos que lleva a los miradores.

—Coloca un pie aquí —indica Jaden y tomo varias respiraciones antes de obedecer. Mi primer intento de subir es fallido, el segundo igual —¿Me permites? —pregunta y accedo.

Sus manos van a mi cintura y me ayuda a impulsarme logrando al fin subir al caballo. Siento que caeré en cualquier momento así que me agarro con fuerza a las cuerditas del caballo, ni si quiera sé cómo se llaman.

¡Auxilio!

—Ahora subiré yo —informa y no me da tiempo de procesar lo que ha dicho cuando monta el caballo y queda sentado atrás de mí —¿Te incomoda que cabalguemos de esta forma?

—No, tampoco podía hacerlo sola —suelto una risa nerviosa.

Sus brazos pasan por mis costados y sujeta la cuerda para instar al caballo a caminar. Siento la cercanía de su pecho contra mi espalda, y ya no sé qué es lo que me tiene alterada, si estar montada en un caballo o estar así con Jaden. Por varios minutos lo único que se escucha son las pisadas del mamífero.

15 días y un deseo de Navidad - Completa ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora