5. ¿Se te quemó el cerebro?

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Escuchar voces en la cocina a las 8 de la mañana un lunes en vacaciones, no es muy normal

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Escuchar voces en la cocina a las 8 de la mañana un lunes en vacaciones, no es muy normal. Me debato entre pensar que podría ser un ladrón o algún animal, pero los animales no hablan y no creo que un ladrón entrara para preparase un desayuno, porque huele delicioso.

Al llegar me sorprende encontrar a Susan y Clara, mis hermanastras desde hace un año, riendo por algún tiktok que acaban de ver, al parecer ya han terminado de desayunar.

—La Navidad si hace milagros. —Hago notar mi presencia.

—Shelly, papá nos enseñará a patinar sobre hielo —informa Susan, la menor, acaba de cumplir 14 años.

Trato de sonreír ante lo que ha dicho, pero siento como si una espinita se clavara en mi corazón.

—Qué...bueno. —Es lo único que logro decir.

—Nuestro apuesto vecino está limpiando la entrada, le llevaré un poco de café —dice Clara sonriendo ante su idea. Tiene 16, y es obvio que tiene un crush con Alec.

—No —La detengo—, no le gusta el café. —Le doy una sonrisa a medias.

—Ah, ¿entonces qué le puedo llevar?

—Nada, Alec no come tan temprano —indico, aunque es mentira, si fuera biológicamente posible, Alec viviría comiendo las 24 horas del día.

No sé por qué lo he dicho, por alguna razón estoy siendo posesiva, pero no me arrepiento de ello. En realidad, no me gusta la idea de ella acercándosele y acaparando su atención, ya es suficiente con mi padre. No las odio, en realidad somos amigas, pero no puedo controlar mis emociones y a veces tampoco soy buena ocultándolas.

Sin decir nada más, salgo de la casa colocándome mi abrigo. Alec ya ha terminado de quitar toda la nieve, le doy una pequeña sonrisa cuando me ve, y me acerco a paso lento hasta quedar frente a él.

—¿Qué sucede? ¿Por qué no estoy recibiendo ningún golpe? o ¿alguna ofensa verbal que nos haga pelear?

Yo solo río sin mucho ánimo ante sus preguntas.

>>¿Shelly? —Su ceño se frunce y me toma el rostro con delicadeza —¿Qué tienes? —pregunta con genuina preocupación y no me resisto más y lo abrazo, él no tarda en envolverme en sus brazos.

—Yo tampoco sé patinar, Alec. —Trato de que mi voz no suene tan rota.

—¿Qué?...Yo te puedo enseñar, cielo, ¿por eso estás mal? —No hay burla en su voz, solo confusión.

—He sido su hija por 17 años y nunca me enseñó a patinar, y a ellas...solo ha pasado un año y siento que las quiere más que a mí.

Puede parecer un reclamo estúpido, pero en verdad, esto me hace sentir menos importante, Louis Bone este último año ha estado más presente para ellas que para mí, cuando yo también lo necesito, yo también soy su hija, su hija de verdad, pero parece que desde la muerte de mamá aquello se le olvidó.

Han pasado casi tres años desde que la perdí por un problema cardiaco, hace un año papá se volvió a casar y no me molesté, no hice ninguna objeción, porque quiero verlo feliz, sin embargo, me duele pensar que yo no formo parte de esa felicidad.

Alec me abraza fuerte, sin decir nada, solo me sostiene y se lo agradezco, no soy muy receptiva con las palabras de ánimo, y a veces lo único que necesitas es esto, que alguien esté ahí escuchándote y sosteniéndote mientras te desahogas.

—Te prepararé chocolate caliente —dice después de un largo rato, nos separa del abrazo y toma mi rostro para acariciar mis mejillas, luego toma mi mano no sin antes dejar un beso en mi frente.

Confieso que al inicio de nuestra amistad, puede que haya tenido un crush con él, pero eso quedó en el pasado, me gusta lo que tenemos ahora y odiaría perderlo. Además, otra persona ha llamado mi atención.

>>Y solo para aclarar, yo te quiero más a ti que a ellas —expresa, deteniéndose antes de abrir la puerta de su casa —Es más, ni si quiera las quiero.

—Más te vale —respondo con una sonrisa.

***

Después de dos tazas de chocolate, dos tostadas y un huevo revuelto, estoy pensando en cómo pedirle un favor a Alec sin que piense que se me cruzaron los cables en la cabeza.

—Me regañas de que como demasiado pero tú no te quedas atrás —ríe dándole un sorbo a su chocolate.

Es ahora o nunca.

—Ayúdame a conquistar al príncipe. —Suelto sin más consiguiendo que Alec casi escupa su bebida.

—¿El chocolate estaba muy caliente y se te quemó el cerebro? ¿Qué dices?

Luego de varias horas dando vueltas en mi cama, consultando con la almohada para descifrar lo que sentí ayer, llegué a la conclusión de que me gusta, bueno me atrae.

—Sé que es una locura, y que probablemente sea imposible pero ayúdame...creo que me gusta.

—Shelly, es el príncipe, a todas les gusta —espeta dejando su taza casi llena en el lavaplatos.

—Alec...ya sé que es una locura, aun así ayúdame a cumplir este deseo.

—¿Deseo? ¿Acaso es tu deseo de Navidad? —pregunta sin gracia.

—Sí. —Trato de persuadirlo con mi mirada.

—Bien, te ayudaré. —Acepta y yo doy pequeños saltos acercándome a él para abrazarlo, y él me lo devuelve pero no con la efusividad que lo caracteriza.



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15 días y un deseo de Navidad - Completa ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora