1. Estúpida Nieve

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Diciembre ya está aquí, las luces adornan las fachadas de las casas, árboles con estrellas enormes y pretenciosas se ven desde las ventanas y las personas están más alegres de lo normal, el espíritu navideño está en el aire

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Diciembre ya está aquí, las luces adornan las fachadas de las casas, árboles con estrellas enormes y pretenciosas se ven desde las ventanas y las personas están más alegres de lo normal, el espíritu navideño está en el aire...pero ¿saben que está en el suelo? La nieve, la estúpida nieve que bloquea la salida de mi casa y ¿quién se encarga de quitarla? Por supuesto que yo, la única que se despierta a las 7 de la mañana un sábado en vacaciones.

Diciembre, mi trasero. No me mal entiendan adoro la navidad pero todo fuera mejor si hielo granizado no estorbara en mi camino.

—¿A quién carajos le gusta la nieve? —gruño lanzando a la mencionada hacia un lado de mi jardín.

—A mí... pero no precisamente contra mi rostro. —Alguien protesta a mi lado y volteo con rapidez encontrándome con una espectacular imagen.

Le he echado toda la nieve encima. Quiero reír, pero eso sería muy grosero de mi parte... ¡Al carajo! No me importa, así que con todas las ganas suelto una carcajada.

—Me alegra haberte hecho reír, pero, por favor no desquites tu enojo conmigo.

—¿Quién te mando a cruzar por ahí? —ataco, intentando parar de reír.

—Pues la burra que me preguntó —contesta a la defensiva.

—Idiota ¿Cómo acabas de llamarme? —Mi tono amenazante es acompañado con una gran cantidad de nieve en la pala para lanzarle.

Le estoy dando la oportunidad de redimirse.

—Burra.

Pero por supuesto que él escoge enfrentarse a mi furia.

—Estás muerto, Alec —le lanzo la nieve y empiezo a correr tras él con la pala como arma.

Sin embargo, la nieve me impide moverme con libertad, pero ¿adivinen qué? A él también, así que utilizo la pala para arrojarle más nieve lo que lo hace caer y en cuestión de segundos lo atrapo y empiezo a cobrarle su chistecito...haciéndole cosquillas.

—Shelly, para, para. Lo siento, no eres una burra.

—Eso, suplica por tu vida.

—¡Por favor!

—Dime que soy la chica más linda que has conocido.

—Pero...no te gustan...las mentiras —dice entre risas.

—Oh, acabas de firmar tu sentencia de muerte —Me levanto y preparo mi ataque final saltando para caer encima de él hundiéndolo en su adorada nieve.

—¡Auch! —Se queja—, ¿por qué eres tan ruda conmigo, Shelly?

—Tú te lo buscaste —respondo aún acostada en su pecho sobre mi espalda.

—¿Ya te sientes mejor? —No me sorprendo por el cambio repentino de tema, en vez de eso, sonrío.

Él siempre hace cualquier tipo de estupidez para mejorar mi ánimo y esta vez no fue la excepción. Aunque molestarlo también me pone de buen humor.

—No, ahora por tu culpa estoy llena de nieve.

—¡Oye! Dame un poco de crédito, dejé que me hicieras cosquillas cuando podía morir de risa...literalmente.

—Eres un tonto.

—Uno que te hace reír.

No refuto porque tiene razón. Alec es mi amigo desde el año pasado, lo conocí cuando me golpeó con una caja gigante. Él trataba de entrar sus cosas a su nueva casa, pero el destino dijo "Ay, como que ya es hora de que le pase algo ridículo y doloroso a Shelly" entonces chocamos y caí sobre mi trasero pero mi pequeño y pobre dedo meñique quedó atrapado entre él y el suelo, fracturándose.

Lo sé, mi suerte es envidiable.

Continuando con la historia...Alec se sintió culpable y fue muy servicial conmigo, no me quejé porque tenerlo de lacayo tres semanas fue divertido y bueno...si fue un algo molesto porque el desgraciado es guapo. Su cabello es lacio de un negro intenso y cae por su frente en un corte como de esos actores coreanos que te derriten con solo sonreír, sus ojos son una extraña combinación entre verde y café adornados por pestañas finas y cejas ligeramente pobladas, y como si no fuera suficiente, su estúpida nariz jamás conocerá un bisturí, es alto, tiene la estúpida mandíbula marcada y al parecer se ejercita con regularidad. Todo eso, hizo que las chicas del colegio no dejaran de pedirme su número o preguntarme si era su novia.

—Levántate, llegarás tarde a tu trabajo de medio tiempo.

—Si llego tarde será tu culpa.

—Deberías respetarme más, soy mayor que tú —expresa, dándome un golpecito en la frente, yo suelto una risa falsa.

—Perdón, señor de la prehistoria —Me burlo de su comentario—. Tienes 18 años, apenas y me llevas 6 meses.

En efecto, tengo 17 años de existencia y mi suerte genética no es igual a la de Alec, pero estoy bastante a gusto con mi cabello castaño listo, mis ojos marrones y mi metro sesenta de estatura. Me he ganado varios cumplidos.

—Bueno, vamos. —Empiezo a caminar de regreso a mi casa para dejar la pala.

—Me debes un chocolate caliente —Alec exige llegando a mi lado.

—¿Por qué?

—Me levanté a las 7 de la mañana un sábado en vacaciones, solo para acompañarte a tu trabajo navideño de medio tiempo.

—¿Me cobraras por tu compañía? No esperaba eso de ti, Alec, de mi amigo. Me dueles aquí, en mi pobre y triste corazón —señalo mi pecho para dar fe a mis palabras.

—¡Shelly! Me haces sentir mal —su expresión se vuelve triste.

—¿Me creíste? Era broma —aclaro con rapidez y con la misma velocidad con la que respondí, él se ríe sacándome la lengua.

—¿Tú me creíste?

—Idiota.

Entre broma y broma llegamos al centro comercial, en donde tendré que disfrazarme de Elfo... ¡yeih! 



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¡Hola, familia lectora! ✨❤️

Les comparto esta pequeña historia que me divertí mucho escribiendo, se supone que la subiría en diciembre (por la temática claro jsjsjs) pero me quedé sin internet (creo que se me pegó un poco de la buena suerte de Shelly 😅), pero más vale tarde que nunca.

Espero que la disfruten, comenten sus reacciones y no se olviden de dejar su voto.

Y por último pero no menos importante: ✨¡Feliz Año 2023!✨

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15 días y un deseo de Navidad - Completa ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora